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La poesía contra la guerra

Selección de Gabriel Jaime Franco

 

 

Una guerra no siempre es igual a otra guerra (en realidad nunca, a pesar de la gran cantidad  de rasgos que les son comunes a todas). ¿Cómo comparar, por ejemplo, una de las modernas guerras de invasión u ocupación (con ejércitos descomunales y armas todavía más descomunales), sobre pequeñas naciones casi inermes, con las guerras de liberación e independencia de naciones que estuvieron saqueadas y oprimidas por poderes externos mucho más grandes que ellas? ¿O qué decir de las llamadas guerras preventivas, perverso concepto que sólo puede ser aplicado por una potencia porque las demás naciones, simplemente, no tiene ni el poder ni la soberbia de imponer tal idea? 

 

Si bien la poesía ha estado, en términos generales, siempre del lado de la paz y en contra de toda injusticia, no faltan las excepciones: uno no puede olvidar la sentencia del fascista Marinetti en el Manifiesto Futurista, hace ya poco más de 100 años, y cuya frase copiamos aquí, para incredulidad de quienes no lo conocen: “Nosotros queremos glorificar la guerra --única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los ibertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer”. En fin.

En este 2015, el 25º Festival Internacional de Poesía emprendió, por segunda vez, una necesaria iniciativa: realizar la II Cumbre Mundial de Poesía por la Paz y la Reconciliación en Colombia, y actuando en esta dirección, publicamos una primera selección de poemas que, si bien se manifiestan todos en contra de la guerra, su rasgo general va un poco más allá: va también, y sobre todo, contra las injusticias que las generan y contra las iniquidades que dentro de ellas se cometen.

  

Letanía de las ganancias de guerra

Allen Ginsberg

Dedicado a Ezra Pound

Estos son los hombres de las compañías que han sacado
                    dinero de esta guerra
milnovecientossesentayocho Annodomini cuatromil
                    ochenta Hebraico
Estas son las corporaciones que se han beneficiado con el comercio
                    de fósforo que abrasa la piel o de bombas fragmentadas en
                    miles de punzantes agujas
Y en esta lista los millones ganados por cada mancomunidad manufacturadora
y aquí están las ganancias numeradas, catalogadas desde hace una década puestas
                    en orden,
aquí nombrados los Padres en el gobierno de estas industrias teléfonos
                    dirigiendo las finanzas,
Nombres de directores, hacedores de destinos, y los nombres de los
                     accionistas de estos Agregados. Predestinados.
Y aquí están los nombres de sus embajadores en la capital,
                     representantes ante la legislatura, aquellos que se sientan bebiendo
                     en salones de hotel para persuadir,
y aparte, por orden, aquellos que dejan caer Anfetaminas con los
                     militares, chismorrean, discuten, y persuaden
sugiriendo políticas, nombrando lenguajes proponiendo estrategias, esto
                     hecho con dinero como embajadores ante el Pentágono, consultores
                     de los militares, pagados por su industria:
y estos son los nombres de los generales y capitanes militares,
                     que así, ahora trabajan para los fabricantes de bienes de guerra;
y encima de éstos, por orden, los nombres de los bancos combinados,
                     trusts de inversión que controlan estas industrias:
Y estos son los nombres de los periódicos propiedad de estos bancos
Y estos son los nombres de las estaciones de radio propiedad de estos
                    combinados;
y estos son los números de miles de ciudadanos
                    empleados por las citadas empresas;
y el comienzo de esta relación es 1958 y el final 1968,
                    que la estadística sea contenida en una mente ordenada,
                    coherente y definida,
y la primera forma de esta letanía comenzó el primer día de diciembre
de 1967 y lleva más allá este poema sobre estos Estados.

 

El tiempo

Ali Ahmad Said, (Adonis)

Abrazo la espiga del tiempo.
Mi cabeza es una torre de fuego.
¿Qué es esta sangre que palpita en la arena
y qué es este ocaso?
Llama del presente, ¿qué vamos a decir?
En mi garganta están los jirones de la historia.
Y en mi rostro los signos del sacrificio.
¡Qué amargo es ahora el lenguaje!
¡Qué angosta la puerta del alfabeto!
Abrazo la espiga del tiempo,
mi cabeza es una torre de fuego,
¿se ha convertido en verdugo?
Un vecino ha dicho: ¡Cuánto tarda Hulagu en venir!
¿Quién llama a la puerta?¿el recaudador de impuestos?
Dale tributo... siluetas de mujeres
y de hombres... imágenes... que caminan...
Nos hemos hecho señales, nos hemos
intercambiado secretos.
Nuestros pasos son una hebra de muertos.
¿Tu muerto viene de tu señor o tu señor viene
de tu muerto?
Perdido por el enigma, se inclina cual arco de
Terror sobre sus días encorvados.

 

Muerte civil

 

Felipe Alcaraz Masats

Cuánto espejo podrido
sobre la llanura ardiente
de Bagdad.
Todo pareciera un juego
tatuando las pantallas
si no fuera por ese joven
solo, concreto.
Ahí está, como si nada,
y ya muerto, descuajado.
No es poeta ni soldado.
Elegante y humilde,
más allá del siglo
y de las luces.
Tranquilamente
y capitán del tiempo.
Denunciando sin palabras,
desde el fulgor de lo bello,
el límite, la paradoja
y el poder.
Una dalia morada
nos grita desde el pecho.

 

 

Bombas sobre bagdad

Paulino Aparicio Ortega

Todas las manos juntas de la gente, esa guerra de manos
como un clamor de cañones ilesos, no fueron suficientes,
y la sangre se tiende pulso a pulso por una catástrofe real.
Ya sabíamos que los muertos acabarían siendo ciertos,
porque las bombas no son inteligentes.

Hoy se rifó metralla en un mercado, al peso,
y detrás de cada casa por la noche, hay ojos aterrados
sintiendo la tormenta de estar en el punto de mira.
Seres apagados, quedan entre las llamas,
andando desde el miedo, con un grito en los ojos.

Dormid si es que podéis salvadores aciagos.
Dad vueltas a las cosas torcidas para que parezcan derechas,
y luego vendedlas como saldos en un mercado que esté fuera de tiro,
no vayan esas bombas clarividentes a hacer nuevos estragos.

Lo peor de la guerra es que no tiene nombre.
Nombrar el exterminio mancha la lengua,
por eso se le buscan falsas metáforas de salvación.

Pero la guerra no puede disfrazarse,
es demasiado impresentable;
pisotón de un zapato a las hormigas,
aspas locas del odio y de la furia,
argumento final del que carece de argumentos.

Incluso después que los marines desfilen por Manhattan
quedará la cosecha tardía del silencio,
las magulladuras intratables y la duda instalada.

El fracaso de toda guerra.
Eso que no trascribe fácilmente.

No hay bombas inteligentes.
Lo único inteligente que tiene el ser humano es la palabra,
y en cada guerra, la palabra la pisan con sus botas los soldados.

 

¿Para cuándo?

Muhammad Aziz al-Hababi

La noche
nos sigue.
Noche sin fin,
tinieblas del hambre,
tinieblas sin luna
que alucina nuestros pálidos rostros.
Gritos de blasfemia
horadan la blindada faz del cielo sin eco.
Gritos salvajes.
Gritos de rabia
que la miseria arranca
de nuestras gargantas en llamas.
¿Para cuándo
las espigas de nuestra tierra
y la dulzura de nuestro cielo?
¿Para cuándo
el sol en el corazón?
¿Veremos un día,
el día,
como todo el mundo?
Todo el mundo busca la paz.
Nosotros preferimos estar en querella
con la muerte
que nos siega
sin consideraciones
ni piedad
por teorías
infinitas,
todos los días
sin tregua.

 

Todo pasará

Melvin René Barahona

...Y todo pasará

Y yo estaré contigo en la mañana de las reconstrucciones.
Sí. Estaré en Zacapa y estaré en Chiquimula;
estaré en todas partes por donde la muerte anduvo
desalojando la esperanza.

Yo estaré allí para besar
la sangre náufraga de los ladrillos muertos. Para enjugar la última
lágrima vertida.

Estaré allí
para borrar con mi frente los escombros
y los recuerdos tristes.
Pondré una rosa y un soneto
en cada tumba colectiva.

Pintaré un vástago de mi voz, una sonrisa,
un estremecimiento de mis labios
en las palmeras resueltas.
Y besaré los nuevos ladrillos y los muros
definitivamente edificados.

Sí. Todo pasará...
Y vendrán nuevas madres para los niños huérfanos.
Y vendrán nuevos hijos para las madres tristes.
Y un nuevo pan
más dulce y más sabroso
desbordará las mesas de mi pueblo.
Y una nueva esperanza
desbordará los pechos reconstruidos.

 

Una forma de profanación

Felipe Benítez Reyes

Siempre he tenido
el más hermoso nombre de ciudad.

En los cuentos exactos de la infancia
era el confín nativo de un ladrón,
un confuso lugar con hombres raros,
tocados con turbante,
a lomos de caballos presurosos.

Hoy es sólo un desierto
En que brillan estrellas violentas.

Bombardeada tierra, en fin, de las
imaginaciones,
desdichada Bagdad,
                            yo que te
imaginaba
fulgente por tus cúpulas de oro…

 

Muchas maneras de matar

Bertold Brecht

Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc...
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.

 

General, tu tanque es más fuerte que un coche

Bertold Brecht

General, tu tanque es más fuerte que un coche.
Arrasa un bosque y aplasta a cien hombres.
Pero tiene un defecto:
necesita un conductor.

General, tu bombardero es poderoso.
Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante.
Pero tiene un defecto:
necesita un piloto.

General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un defecto:
puede pensar.

 

Primeras letras

 José Manuel Caballero Bonald

Un día, lunes, cerca
del mar, sonó
la palabra. Era verano
entre las cañas
pacíficas
del trigo y nunca
la alucinante hoguera
de las furias
se propagó con tanta
iniquidad.

Vinieron
cargas de odios
en camiones, gritos
y sogas en camiones.
Ebrios de mosto
y esperma, bajaron
hasta el mar
adolescentes brunos,
ciegos
y reclutados
con los aperos de la felonía;
niñas de sangres
iniciales;
espantos y pancartas
al frente de los himnos.

Entre el despliegue
tortuoso, ¿quién
me llevó de la mano
a la frontera
fratricida? ¿Dónde
me desertaron de ser niño?

Oh qué terribles y primeras
letras letales
de la patria. Párvula madre
mía, ¿qué hiciste
de nosotros, los que apenas
pudimos aprender
la tabla de sumar de la esperanza?

 

Preguntas

J.M. Caballero Bonald

Ya se han puesto en camino
la muerte y sus patrullas:
la muerte, esa aliada
de la guerra más sucia,
y con ella los cómplices
duchos en imposturas.
Dejan por los caminos
una imperial basura
y sus armas contestan
a todas las preguntas.

Patrañas y rapiñas
con la paz se camuflan
mientras la vida cuenta
sus muertes una a una.
La guerra es una patria
de horrible catadura
y el dios de los ejércitos
no retrocede nunca:
con sus armas contesta
a todas las preguntas.

 

Hombre planetario

Jorge Carrera Andrade

 

XIX

Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de la armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano.
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.

 

Entropía

Antonio Colinas

Ponen a Dios al lado de la guerra
y a la guerra la amparan bajo el nombre de Dios,
mas Dios es la no guerra
y la guerra es, sin duda, un contradios.
Hace ya muchos siglos que alguien dijo
que no hay daño en la parte que no afecte al todo,
pero el hombre aún no sabe que no sabe,
hacia adelante huye, siembra
desarmonía y otra vez terror
llama a terror y guerra llama a guerra.

Ni siquiera la piedra es ya sagrada,
el tiempo se desangra y el espíritu
huye con su misterio de los templos.
Se retira el pinar en llamas (ya
no arde con el canto de cigarras),
desierto y mar avanzan con sus escorias, son
las palabras un grito en carne viva
y el aire que dio vida ya no es
puro como la escarcha, fino como la nieve.

Mas en el mundo habrá aún esperanza
mientras alguien respire
en paz la última música,
y amanse con las yemas de sus dedos
cada muro de odio,
y el último estertor de lo sagrado
tiemble en los ojos abiertos del niño muerto.

Abajo la ignorancia secular,
la usura y el no amor, el no saber
que no se sabe,
mientras el universo
allá arriba se expande y se retira
con su secreto.
Respirar aún en paz la fugitiva música
que no oímos,
respirar aún en paz la música que huye
a los prados remotos del firmamento,
es todo cuanto el hombre deberá
saber para salvarse.

 

El terror preventivo

Alfonso Costafreda

Dieron al fuego virulencia,
calcinaron los bosques y los ríos.
En nombre de la Justicia
injustos testimonios levantaron,
y otros y otros crímenes
que sería prolijo enumerar,
y otro delito cometieron
más refinado y atroz.
Hincaron en el pecho humano
el estandarte del terror.

Que el miedo del abismo fuera
peor que propio abismo.
Sacerdotes de un culto nuevo
-y cuán antiguo el
terror preventivo reinventaron
principio y cruz de toda sumisión.

 

Un caballo para el extranjero

Mahmud Darwish

¿No me has dicho, de camino hacia el viento: dentro de poco
llenaremos nuestra historia de significado y se apagará la guerra, dentro de poco,
y dentro de poco construiremos Sumeria de nuevo en las canciones
y abriremos las puertas de los teatros a la gente y a los pájaros de todas las especies?
Y regresaremos de donde nos trajo el viento.
No queda en la tierra espacio para el poema, compañero.
¿Habrá espacio en el poema para la tierra después de Irak?
Roma asedia a las lluvias de nuestro mundo y los Zanch golpean sus lunas
de cobre contra el jazz. Roma retorna el tiempo a las cavernas. Roma
acecha la tierra. Abre, pues, un exilio para tu exilio…
Tenemos habitaciones en los jardines de agosto, aquí, en los países que
aman a los perros y odian a tu pueblo y el nombre del sur. Tenemos
retazos de mujeres expulsadas de la margarita. Tenemos amigos
gitanos buenos y la escalera del bar, tenemos a Rimbaud y
una acera de castaños, tenemos tecnología para matar a Irak.

 

Nocturno sin patria

Jorge Debravo

Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.
Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera sólo el aire.
Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como se tiene aire.
Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una en el paisaje
y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...
Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.
Los malos sembradores van cayendo trazados
por la cintura en dos trozos de carne amarga,
aplastados debajo del grito de los pueblos.
De cada hueso, de cada mujer herida,
sale un cuchillo ardiendo, cortando brazos malos.
Y sobre brazos, muslos, cabezas desprendidas
va creciendo el oleaje de paz, de buena paz,
paz comprada con negras monedas de dolor,
pero paz, compañeros, paz, hermanos, paz buena,
fresca y onminiscente como un aire, una nube
de estrellas aventadas por un ángel de fuego.

 

El campo de batalla

Ángel González

Hoy voy a describir el campo
de batalla
tal como yo lo vi, una vez decidida
la suerte de los hombres que lucharon
muchos hasta morir,
otros
hasta seguir viviendo todavía.

No hubo elección:
murió quien pudo,
quien no pudo morir continuó andando,
los árboles nevaban lentos frutos,
era verano, invierno, todo un año
o más quizá: era la vida
entera
aquel enorme día de combate.

Por el oeste el viento traía sangre,
por el este la tierra era ceniza,
el norte entero estaba
bloqueado
por alambradas secas y por gritos,
y únicamente el sur,
tan sólo
el sur,
se ofrecía ancho y libre a nuestros ojos.

Pero el sur no existía:
ni agua, ni luz, ni sombra, ni ceniza
llenaban su oquedad, su hondo vacío:
el sur era un enorme precipicio,
un abismo sin fin de donde,
lentos,
los poderosos buitres ascendían.

Nadie escuchó la voz del capitán
porque tampoco el capitán hablaba.
Nadie enterró a los muertos.
Nadie dijo:
“dale a mi novia esto si la encuentras
un día”.

Tan sólo alguien remató a un caballo
que, con el vientre abierto,
agonizante,
llenaba con su espanto el aire en sombra:
el aire que la noche amenazaba.

Quietos, pegados a la dura
tierra,
cogidos entre el pánico y la nada,
los hombres esperaban el momento
último,
sin oponerse ya,
sin rebeldía.

Algunos se murieron,
como dije,
y los demás, tendidos, derribados,
pegados a la tierra en paz al fin,
esperan
ya no sé qué
-quizá que alguien les diga:
“amigos, podéis iros, el combate...”

Entre tanto,
es verano otra vez,
y crece el trigo
en el que fue ancho campo de batalla.

 

Nadie está solo

José Agustín Goytisolo

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

 

De noche a solas

José Agustín Goytisolo

Aunque los teletipos y las radios
y miles de carteles y periódicos
                  sigan con la noticia hasta cansarse
alguien –quizá los hombres humillados
                  de América y el mundo o los poetas
o el perseguido que cobija aún
                   a la esperanza como a un niño enfermo
alguien siente un rumor de noche a solas
                que le impide dormir que va royendo
su pecho en inquietud entre las sábanas
                un rumor apagado que persiste
en el sueño después cuando ya otorgan
                reposo mas no paz los barbitúricos
y que no cesa y crece tal el ritmo
               desbocado de un tren que se avecina
y entonces es cuando aparece el hombre
               vistiendo su camisa ensangrentada
entonces es cuando lo que fue duda
               retumba entre disparos y es certeza
y llega el sobresalto al despertar
              entonces cuando vuelve ese fantasma.

 

El odio

José Agustín Goytisolo

Contemplad, qué activo sigue siendo,
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza afronta grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo.
Él mismo crea razones,
que lo despiertan a la vida.
Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno.
El insomnio no le quita fuerza, antes se la da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es lanzarse a correr.
Para empezar no está mal eso de la justicia.
Después ya corre solo.
¡Odio! ¡Odio!
Su rostro lo desfigura una mueca
de éxtasis amoroso.

¡Ay estos otros sentimientos,
enclenques e indolentes!

Publicado el 14 de mayo de 2015

 

Última actualización: 06/03/2019