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Foro Poesía, Arte y Cultura Por la Paz en Colombia

En la mesa Aida Abella (Colombia), Juan Manuel Roca (Colombia), Jorge Montealegre (Chile), Carlos Iván Lopera (Colombia), Fernando Rendón (Colombia), Jaime Caycedo (Colombia).
Fotografía de Natalia Rendón.

Consideraciones previas, principios y conclusiones
 

Considerando,

  1. Que Colombia se ha desangrado durante 111 años por causa de 17 guerras internas y externas, que han opuesto a fuerzas retrógradas y fuerzas de cambio, con incontables víctimas y pérdidas. Más de la mitad de nuestra historia republicana de 195 años es violenta. Sin contar 327 años de luchas de resistencia y levantamientos indígenas y anticolonialistas desde 1492.

  2. Que la guerra actual en Colombia busca recobrar la economía del imperio estadounidense, que ya no puede cubrir los gastos de sus empleados, aunque sigue fabricando armas  y pagando salarios de miedo a cientos de miles de soldados y mercenarios de ocupación en todo el mundo. Guerra por materias primas y por recursos naturales, guerra por el oro, por la plata, por las esmeraldas, por el plutonio, por el coltán, por el carbón, por los mares, por las selvas, saqueo de la fauna y de la flora, guerra para vender armas y para administrar el miedo del pueblo.

  3. Que a pesar de lo anterior, Colombia tiene un patrimonio de paz que es preciso defender mediante el impulso de una cultura de paz donde la palabra sea contraria al miedo, constituya el silencio de las armas en tanto actitud de escucha.

  4. Que entendemos, como lo hacen nuestros pueblos originarios, que la paz es la respiración del tejido humano. El Universo todo es un gran telar en permanente urdimbre. Cada hilo, cada hebra es un camino que, entre dedos, se tejen unos a otros formando un conjunto de elementos funcionales.

  5. Que para soportar es preciso no olvidar, fortalecer la memoria y la vida del pueblo, expandiendo la resistencia cultural y espiritual, visionaria y creadora; desarrollando el espíritu y el lenguaje poético inmerso en las artes y en los pueblos, para materializar lo más pronto posible el sueño de una Tierra profundamente humana, en el ejercicio libre de la justicia, la belleza, la verdad, la dignidad y la fraterna solidaridad entre los seres humanos.

  6. Que el hilo conductor de la victimización en Colombia ha sido el odio y la codicia de clase frente a los desvalidos. La paz es también la oportunidad para ejercer la disidencia sin que se nos mate o victimice por ejercer dicho derecho. La paz se obtiene mediante la conquista de la igualdad política en Colombia.

  7. Que el idioma y las palabras, también han sido heridos por la guerra. Ha sido tanto el horror que hemos vivido, que incluso no existen palabras para nombrarlo. El poeta es cultivador de la palabra, como el palabrero de nuestros hermanos mayores wayuu, en tanto conocedor de los lenguajes circundantes, como el de las aves, su presencia garantiza la vigencia del recurso del diálogo compensatorio como herramienta funcional para la paz.

  8. Que la poesía es algo más que un género literario: es una forma de respirar, una prótesis para caminar por el mundo, una alternativa para desalojar la guerra. La poesía es también una forma de sentir, una oportunidad para revertir la simbología del poder que se encuentra en la base de la violencia socio-política.

  9. Que la poesía se anticipa al reconocimiento de  las víctimas como protagonistas de la paz. Las víctimas como aquellas personas que nos interpelan desde la autoridad de su sufrimiento. Es la apelación al reconocimiento de las causas y circunstancias reales del sufrimiento de las víctimas, de este prolongado conflicto social y armado, el elemento determinante para la legitimidad de la transición hacia la paz, pues este sufrimiento, anunciado por la poesía, sabe de la injusticia como la forma más acabada y prolongada de violencia.

  10. Que la principal dificultad de este tiempo es la desconfianza afincada en las comunidades porque éstas se han sentido traicionadas. Estamos en el corazón del conflicto y tenemos la oportunidad de solucionarlo, para lo cual se requiere el reconocimiento expreso de que la guerra ha provocado un enorme daño cultural que debe ser reparado.

Y teniendo como base los siguientes principios en relación con el papel del arte, la cultura y la poesía en la construcción de paz,

  1. No regreso al pantano de la guerra: la paz y la convivencia son una construcción colectiva, no una imposición del poder que creó la guerra y la ha mantenido, con el único resultado de incrementar el dolor, el desarraigo, la expulsión campesina, la persecución política, el hambre y el genocidio.

  2. La verdad histórica como un derecho irrenunciable, tanto para las víctimas como para la sociedad. Junto con las víctimas, no queremos una verdad oficial, promulgada por el Estado que también ha sido victimario. Como poetas, somos portavoces de esa otra verdad que sintetiza la experiencia vivida de los derrotados, de los vencidos y  de  los inmolados.

  3. Paz como conciencia del deber de poner fin a las causas de la guerra. El mayor resultado de la paz es la conciencia de que tenemos que acabar con la guerra, porque amar la guerra no es otra cosa que odiarse a sí mismo.

  4. Cultura y diálogo intercultural. La cultura y el diálogo intercultural son maneras de dar respuesta a la crisis de la sacralidad de la vida, pues nos recuerdan que la extrema fragilidad física humana es inspiración para una sólida construcción ética.

  5. Reconocimiento del protagonismo de las mujeres en la construcción de paz: Reconocemos que las principales protagonistas de la paz en Colombia son y serán las mujeres. Sobre el rostro femenino del futuro, negado violentamente con la desfiguración de los rostros de las mujeres sobrevivientes de los cuchillos y la pólvora del machismo marcial, tejedoras de futuro, renace la dignidad ética y estética de la lucha campesina, obrera, indígena y afro-descendiente.

  6. Paz como justicia memorial y social: La justicia es la manifestación más difícil pero más auténtica de los procesos de paz. Para lograr que haya justicia se requiere una justicia poética y memoriosa. Ésta se fundamenta en el reconocimiento en los complejos procesos de victimización existentes en Colombia, de manifestaciones de un silenciamiento masivo y radical que es preciso revertir mediante la disposición social para la justicia entendida como la recuperación de la voz de los ausentes.

  7. Buen vivir como garantía de no repetición. Creemos en el buen vivir de nuestros pueblos originarios, porque creemos que nadie puede vivir bien si los demás no viven bien. En este caso, sabemos que la imaginación literaria constituye un ingrediente esencial de una actitud ética que nos exige que nos ocupemos del bienestar de otras personas cuyas vidas, con ocasión de la guerra, aparentan ser muy distantes de la nuestra.

  8. Reconocimiento de la responsabilidad del Estado. El Estado ha sido partícipe directo de los procesos de victimización, sea porque sus propios agentes han infligido dolor sobre millones de compatriotas o porque guardó un silencio cómplice e incluso planeado ante la máquina de la muerte del paramilitarismo, cuya voracidad sanguinaria anuló otredades que se oponían a los intereses imperantes en las esferas del poder estatal y en muchos casos invadió de muerte y desolación a pueblos y comunidades, en asocio con agentes del Estado.

  9. Papel de la poesía en la memoria histórica. La poesía está llamada a apuntar y contribuir a la recuperación de la memoria. Junto con los vestigios de la memoria del horror, la poesía contribuye a dar el testimonio de la supervivencia y aún más, de la resistencia a la muerte, de la resiliencia frente a la guerra.

  10. Papel de la poesía en la construcción de una cultura cívica del perdón. La poesía contribuirá a la predisposición ética y moral para una cultura del perdón como virtud cívica que es preciso promover entre los esfuerzos de paz. Pero no es cualquier perdón, es el perdón de lo imperdonable, a saber, de crímenes de lesa humanidad, es el perdón difícil, cara a cara, que si bien no es imposible, no puede ser fácil ni inducido, ni impuesto, ni forzado. El perdón no puede significar olvido y la poesía es memoria.

  11. Defensa irrestricta de los derechos humanos. La interpelación del otro como elemento clave para la fuerza vinculante de los derechos humanos nos permite asociar la no repetición de sus violaciones con un escenario de paz negociada, estable y duradera, en el que sintamos y vivamos que si la preservación de la vida propia se encuentra sustentada en la preservación de la vida del otro, hay un ámbito de dignidad que asegura que ambas vidas sean realmente vivibles.

Declaramos a Colombia y al mundo,

  1. La paz se suscribe en La Habana pero se construye en el territorio. Depende de la movilización y es un derecho-deber de  todos. Podemos construirla con movilización social y mental, con la transformación del imaginario de la guerra. Reconocemos expresamente que en esta tarea, es esencial y necesario el rol protagónico de las mujeres.

  2. Se requiere que la paz se vea asociada a un gran proceso constituyente por la ciencia, la educación y la cultura, para que éstas dejen de ser tratadas por las clases dirigentes como unas cenicientas del horror. Las agendas oficiales de investigación han atado a la ciencia, a la educación y a la cultura al despilfarro, a la destrucción de la naturaleza y de la madre tierra.

  3. Invitamos a los poetas y artistas de Colombia a sumarse a un proceso constituyente por la ciencia, la educación, la cultura y las artes en el escenario de la construcción de paz mediante la consolidación del poder popular para la transformación de nuestra realidad, la construcción de la subjetividad y el reconocimiento del otro.

  4. Ante el duelo y emergencia de lo innombrable o inenarrable, la poesía contribuye a re-nombrar, y a relatar lo impensado, lo imprescriptible, lo imperdonable, lo inadmisible. El duelo de los colombianos consiste en la necesidad de que el proyecto político y social por el que buena parte de las víctimas han sido inmoladas, se realice.

  5. La poesía es paz, en cuanto épica de los vencidos. Nos han desconectado de un pasado que es esplendoroso y trágico a la vez. Pero el pasado es la promesa truncada de futuro, porque Colombia es un país al que nunca han dejado ser, al que han condenado a devorarse a sí mismo. Su potencialidad de ser, resumida en una promesa democrática e igualitaria, donde se puedan ejercer pacíficamente los derechos al mundo y al buen vivir, ha sido mutilada por la violación masiva y sistemática de derechos humanos.

  6. Erigimos nuestra palabra ética y estética hacia la posibilidad del buen vivir, que sabe que el yo es otro, que no se puede vivir bien si el otro no vive bien, que sabe que en el otro nos celebramos y nos cantamos, porque el poeta es un traductor de sí mismo en la medida en que puede traducir a los demás.

  7. En la ciudad de Medellín podemos constatar que Colombia es el país de  los desaparecidos. Nos comprometemos con su reencarnación social: existen hombres y mujeres de cuya memoria somos deudores pues fueron inmolados porque creían y soñaban en un país distinto, fueron victimizados para truncar ese proyecto de futuro. No solamente ellos son víctimas: víctimas somos  todos los colombianos porque se nos ha negado violentamente la posibilidad de vivir en un país más justo e igualitario, en un país  donde un gran número de personas han  sido desparecidas, desplazadas y asesinadas.

  8. Existen leyes que han legitimado la persecución a la disidencia política y que han impuesto una demonización de las imágenes libertarias, una criminalización de los derechos a la inconformidad y a la protesta, a la disidencia, a la movilización. La paz pasa por la reparación al buen nombre de las personas que, luchando por el futuro, fueron criminalizadas por ello, por la verdad sobre la victimización y por la liberación de los presos políticos.

  9. La paz duradera y estable está relacionada con la realización de ese proyecto de futuro, con esa Colombia posible que fue truncada violentamente y radicalmente a través de procesos graves, sistemáticos, permanentes y masivos de victimización. No podemos negar la dimensión política del conflicto social y armado y el daño igualmente político infligido a grupos, comunidades y personas: reconocemos en fenómenos como el paramilitarismo, una estrategia sanguinaria para anular, silenciar y desaparecer procesos comunitarios de democratización, esfuerzos colectivos para que la dignidad colectiva impere sobre intereses egoístas e incluso criminales.

  10. Reconocemos en pueblos hermanos, como Sierra Leona, Chile ,  procesos históricos de lucha por la dignidad colectiva que constituyen una experiencia vivida que ha de ser determinante para la paz en Colombia, como referente de la construcción de lo por venir. Reconocemos que en estos países , cuando la guerra aún estaba al rojo vivo, los poetas susurraban versos al corazón de la historia galopante.

  11. Nuestra poesía, como la de los países anteriormente destacados, tiene cicatrices. Está llena de dolor, pero también de esperanza. Lucharemos por reivindicar el valor y significado emancipatorio de las cicatrices: los poetas sentimos el dolor de nuestros pueblos para erigir en el canto, la dignidad de la promesa que al tiempo que nos impide olvidar nuestro sufrimiento, nos obliga a no repetirlo.

  12. La cultura, el arte y específicamente la poesía, al contribuir a la memoria de los sujetos eminentes que son las víctimas, puede contribuir también a plantear alternativas al modelo de desarrollo que se encuentra en la base de las causas del conflicto social y armado colombiano.

  13. Solicitamos que la verdad a que hacen referencia las negociaciones en la Habana, incluya un esclarecimiento histórico completo  y no parcial sobre las verdaderas causas y protagonistas del paramilitarismo como banalidad del mal en Colombia, a saber, como obediencia jerarquizada al horror, y sobre sus beneficiarios económicos, políticos y culturales.

  14. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Palestina y nuestro rechazo a la ocupación militar que ha venido transcurriendo en los últimos días: invitamos a construir la paz en Palestina en medio de la construcción de paz en Colombia. La paz es un imperativo mundial en tanto tenacidad que nace de la vulnerabilidad.

                         “Después del amor la tierra, después de la tierra todo”
                         Medellín, Colombia, 27 de julio de 2014

 

ANEXO

Propuesta de tareas y compromisos 

  1. Acción poética permanente por la paz mediante la realización de eventos locales simultáneos a nivel nacional e internacional, y la formación de  capítulos regionales del Foro.
  2. Búsqueda de alianzas con centros regionales de memoria histórica para coordinar acciones poéticas de desagravio a las víctimas y de memoria desde el arte y la poesía.
  3. Creación de Mesas regionales para la coordinación de las acciones poéticas y para la elaboración e implementación de una estrategia de inclusión de la voz de las víctimas de violaciones a derechos humanos en procesos artísticos de renovación cultural
  4. Designación de grupo de personas para la coordinación de procesos de construcción de paz territorial desde el arte y la poesía, con especial énfasis en la conexión entre la defensa de los derechos humanos, procesos artísticos y acciones poéticas.
  5. Talleres de creación literaria con presos políticos, víctimas y comunidades con dos objetivos: (1) Ofrecer herramientas narrativas y poéticas para que contemos nuestra propia historia desde el territorio y construyamos la memoria desde los recursos literarios; (2) Ofrecer alternativas para la mediación ante los conflictos desde la estructura poética de pensamiento de los pueblos originarios.

Convocatoria: Foro Poesía, Arte y Cultura por la Paz de Colombia

Publicado en junio 17 de 2014.
Actualizado en junio 24.

Última actualización: 07/10/2022