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Consideraciones acerca de la poesía y la ética

Por: arlos Andrés Jaramillo

 

 

 

 

 

 

 

El creador es un ser de la espera,
[…] espera lo aún por nacer”

 

(Mújica - Poéticas del vacío)

La palabra poesía, tiene múltiples sentidos, aunque le corresponda uno específico, determinado por su etimología. Poesía proviene de una palabra griega, poiesis, que significa creación o producción. De ahí que algunos la definan como un arte de las palabras: como la destreza en el uso del lenguaje. No obstante, sentimos que la poesía es algo más que una hábil estructuración o distribución de las palabras. La poesía tiene un sentido, esto es, hay algo que en ella se expresa. Para un pensador como Hegel, eso expresado es la subjetividad del poeta, la manera en que experimenta tanto el mundo exterior, como su propio mundo interior (Hegel, 1989: 799 - 801)”. Esto, a partir de la intuición (Hegel, 1989: 801). Mucho más cercano a nosotros, José Manuel Arango afirmó que la poesía surgía de una visión del mundo: “de convicciones religiosas y políticas, aprendizajes o escarmientos” pero también, agrega, “de un sentimiento de la vida”, de  “verbos y sustantivos […] de palabras que por sus sonoridades y cadencias que despiertan ecos y asociaciones, está hecho de imágenes y de ritmos, de rupturas y silencios”. (Arango, 2002: 9).Es decir, la poesía, en sí misma, como producción del espíritu humano y como construcción lingüística, nunca es ajena del todo a la interpretación particular del mundo que tiene un autor. Ésta define, por el contrario, su postura existencial al ser una síntesis individual de su experiencia interior. De ahí que podamos afirmar, también, que la poesía representa la máxima libertad que puede alcanzar el hombre respecto al uso del lenguaje, y a través de él, de la interpretación del mundo, pues ella expresa una síntesis original que se opone a la visión tradicional, prescriptiva, del mundo organizado.

Ahora bien, existen algunos pensadores, algunos poetas también, que argumentan que la poesía debe comprometerse, adoptar determinadas doctrinas o credos políticos, para asegurar su validez, para demostrar su probidad ética. Pero ética, Ethos, quiere decir, originariamente: carácter, esto es: la manera de ser, el modo de comportarse de alguien (Aristóteles, 1993: 158). Por eso, la poesía es ética por el sólo hecho de expresar una visión del mundo, y no por profesar determinado credo que se reclame como tal, como ético. Además, la política se nos presenta como un obstáculo para la libertad de la poesía, ya que su forma de involucrarse en el arte ha sido, a través de la historia, a partir de los imperativos. Nadie ignora, por ejemplo, el tipo de estéticas defendidas por los totalitarismos del siglo anterior, ni mucho menos su manera de obligar a los artistas a suscribirse a ellas y las reducciones lamentables que para el arte supuso su adopción.

Desde luego, que alguien puede objetar que la política permite la construcción de un consenso, de una comunidad y, con ello, el advenimiento de un cambio. Pero yo sostengo que la poesía por sí misma, en su no determinación, en su no adoctrinamiento, está mostrando que la libertad, que el cambio de mentalidad es posible; que las utopías pueden ser pensadas, que lo posible puede ser admitido. De modo que la única exigencia que, honestamente, puede hacérsele a un autor es la de llevar su obra a la máxima libertad, esto es, a la creación de horizontes nuevos, de lo que hasta entonces nunca existió, de la palabra inédita. Dicho de otra forma, lo que puede pedírsele al poeta es que corresponda, se muestre a la altura, de esa flexibilidad propia del lenguaje, explorándola hasta agotar sus límites.

Es importante señalar que la reflexión anterior, se inscribe dentro de una definición de la poesía que la comprende como un género confesional: la poesía expresa la subjetividad del hombre. Sin embargo, si admitiéramos la existencia de un yo poético (de una construcción ficcional a la que el autor hace tomar la palabra en su obra) no podríamos considerarlo como una objeción a los planteamientos precedentes, sino como una ampliación de los mismos. La poesía no expresaría ya una sola forma de ser, una ética individual, sino muchísimas dentro de un mismo creador. Una sola persona contendría en sí diversas posibilidades de ser, de actuar. La poesía se expresaría, en esta comprensión, como éticas (en plural) y no como ética (en singular).

Para terminar, quisiera insistir, simplemente, en que la poesía supone una fisura en la interpretación común del mundo: nos deja entrever sus posibilidades, y con ello origina la esperanza de lo nuevo. No nos dice cuál es el cambio, sino que el cambio es posible, inagotable acaso.

Bibliografía:
Aristóteles. Ética nicomáquea. Ética Eudemia. España. Editorial Gredos. 1993
Hegel, G. W. F.  Lecciones sobre la estética. España. Ediciones Akal. 1989
Arango, José Manuel. La tierra de nadie del sueño. Editorial Deshora. 2002

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Carlos Andrés Jaramillo nació en Medellín el 12 de Mayo de 1986. Actualmente es estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia. En el 2014 fue ganador de uno de los estímulos al talento creativo otorgado por la Gobernación de Antioquia, en la modalidad poesía. Ese mismo año publica su primer libro de poemas: Extinciones. En el 2015 es elegido ganador en el IV Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín.

Poemas Otraparte

Publicado el 6 de enero de 2015

Última actualización: 27/06/2019