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Juliane Okot Bitek (Uganda)

Por: Juliane Okot Bitek
Traductor: León Blanco

 

Paz y Reconciliación
 

 

Tal vez la paz es una especie de silencio del corazón, un silencio de corazón, como la compañía de mi sombra, siempre silenciosa, siempre conmigo. Se ha dicho que tu sombra parte cuando mueres. Si la paz fuera como mi sombra, entonces volaría lejos al yo morir y luego mi cuerpo permanecería fuera de los límites de la paz ¿y qué pasaría entonces?

Tal vez la paz es tranquila, no silenciosa, como un niño dormido, pero que sólo funciona mientras el niño permanece dormido, ¿pero quién quiere tener un niño que permanezca dormido todo el tiempo? La paz es una construcción útil, pero toda ella es sólo un aspecto de muchas formas de estar en el mundo. La paz no nos debe impedir estar enojados por la continua injusticia que nos rodea. No nos debe impedir estar indignados frente a la opresión que ocurre en todo el mundo, en nuestro nombre. La paz no debe ser la excusa que nos impida protestar contra el poder mundial o ser solidarios con otros que buscan liberarse del daño deliberado contra los jóvenes, contra las sexualidades que no son las nuestras, contra las religiones que quizá no practicamos, contra los que hablan otros idiomas o tienen un tono más oscuro de la piel que el nuestro. La paz no es la ignorancia. La paz no es no saber; no es darle la espalda a un trabajo que hay que hacer, sólo porque la protesta parezca no ser apacible, porque desafiar la opresión estatal de pronto no se vea apacible.

El tipo de paz que busco es una solidez del corazón, una confianza interna en el trabajo requerido contra todo sufrimiento, contra el daño deliberado de nuestro medio ambiente y contra la injusticia. La paz es el conocimiento de que existe la solidaridad; hay personas de perspectivas afines que trabajan por un mundo mejor. La paz es saber que cada uno de nosotros no está solo. La paz por tanto es lo contrario a la soledad; la paz es saber que el trabajo tiene una historia y continuará cuando nos hayamos ido hace mucho tiempo. No es olvidar las pesadillas o ignorar los gritos de las personas que nos rodean.

Y así, ¿cómo reconciliamos con lo que sabemos y con lo que se nos pide? ¿Qué hacemos con la presión para encontrar la reconciliación entre opresores y víctimas? ¿Cuál es esta necesidad de encontrar la reconciliación con el pasado? ¿Cómo reconciliarse con el terror político, con el colonialismo, con la esclavitud que no se considera el terror perpetuo que se apodera de nosotros, día y noche, incluso cuando se nos pide buscar la paz interior y reconciliar, reconciliar, reconciliarnos. ¿Reconciliarnos con qué?

La reconciliación suena como un viaje hacia el equilibrio, hacia un lugar donde somos más iguales, donde todos tenemos voz para crear las historias de un futuro juntos. La reconciliación parece sugerir un viaje hacia atrás, hacia un lugar antes de ahora, antes del daño, antes del tiempo del sufrimiento, cuando hubo conciliación. ¿Qué pasa si no hubo uno? ¿Y si nunca hubo un momento en el que viviéramos de una manera conciliadora con quienes nos oprimen hoy? ¿Qué pasaría si nosotros fuéramos los opresores antes de perder terreno y convertirnos en víctimas? ¿Qué estamos  reconciliando? ¿Para qué? ¿Para cuándo? ¿Y por qué? Reconciliamos, como la contabilidad, cuantificar a favor y en contra de los pecados que se han propagado en contra y por nosotros. Reconciliarnos, como la contabilidad, una hoja dividida, de un lado las posibilidades y del otro, las pesadillas a las que no queremos volver. Nos reconciliamos, pero todavía no tendremos una conversación sobre reparaciones, sobre la devolución de la tierra, sobre el envenenamiento de nuestra agua, sobre los recursos extraídos mientras  extendemos las manos para que extranjeros de buenas intenciones nos den mosquiteros y migas, que nos envían dinero para construir una escuela, un pozo, una carretera asfaltada. Reconciliamos lo que sabemos con lo que sabremos, y encontraremos un camino a través de ello. Reconciliamos lo que pensamos, con lo que aprenderemos. Reconciliamos lo que recordamos con lo que nos dirán que debiéramos recordar ¿Reconciliar qué?

Ayer emergimos como soldados niños, esclavos sexuales y guerrilleros. Ayer fuimos víctimas de una larga, larga guerra. Ayer los buitres aterrizaron e hicieron de nuestro cuerpo, sangre y sufrimiento, una comida rápida. Hoy día los buitres se han retirado a los suburbios de California a la espera de la próxima extracción de sangre, pero aún encuentran tejidos de nuestras experiencias para entretener hordas que pagan por las historias de Hollywood. Hoy somos la fuente de las estadísticas, cómo hacerlo peor, cómo sufrir y de vez en cuando, como es que somos resistentes y fuertes al enfrentar todo ese dolor. Una película reciente, ExMachina, celebra y reflexiona sobre la posibilidad del amor entre lo que hemos creado y quienes somos. Tambores acholi, tambores acholi en el fondo de esa película me recuerdan que debo conciliar con mi propia identidad a pesar de haber sido desplazada y hecha extraviar en este sitio y en esta historia. Si hay una paz y una reconciliación a hacerse, es que debo conectarme con lo que soy y con aquellos que viajan hacia un lugar más allá de inocencia e ignorancia, pero sí hacia la justicia y hacia un espacio donde podemos compartir nuestras pesadillas y sueños.

 


Juliane Okot Bitek nació en Uganda en 1966. Reside en Canadá desde hace varios años. Es poeta, cuentista, ensayista, dramaturga, profesora universitaria y activista contra la guerra. Su madre es una destacada narradora oral. Su padre fue el famoso poeta Okot p’Bitek, quien estimuló en ella la escritura de la poesía y la consciencia política africana desde que era una niña.

Es autora, entre otras publicaciones, de: Negrura, 1996; Palabras en oscura canela, 1998; Yendo a casa, 2006; Mi esposo adquirió manos hermosas, 2006; No más guerra, 2006; Memoria como hogar, 2006. La diáspora africana y la identidad son los temas centrales de su obra, así como el exilio, la guerra, el secuestro y la desaparición de niños, la violencia intrafamiliar, la paz mundial, la maternidad universal y el amor no correspondido.

julianeokotbitek.com
Antología de poemas Web Festival Internacional de Poesía de Medellín
One On One With Juliane Bitek Entrevista. http://afrolit.com/ -English-
Twitter @jobitek

Publicado el 16 de junio de 2016

Última actualización: 23/02/2021