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Blanca Varela (Perú)

Blanca Varela en el 5º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Blanca Varela

 De El Libro de Barro

El lugar bajo el árbol, huyendo del sol. Mirando a los dioses borrarse en el muro y a
los hombres sangrar en el libro de barro. Sal en los labios y en los ojos la memoria
desollada aproximándose a la ausencia ejemplar.

Entresueño bajo el árbol, en el paraíso desierto del vientre lastrado de visiones.

Miembros en flor. Pies de cinco manos, estrellas crucificadas y la testa que cruza la
red como un astro instantáneo en el juego del ocaso.

Camino a las islas los pájaros no cantan. La historia de la historia es el mar. Ola
sobre ola, plegándose.

 

 

LECCIÓN DE ANATOMÍA

 

más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores

la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia y en olvido

viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace allí la vida simulando

el cabello a veces tan cercano
que extravía alojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor de carne carnívora
entre los dientes de carbón

ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del amor
saciándote saciándose saboreando el ciego bocado

los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma gastada luna de yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con su roñosa palidez

merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues insondables laten

reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros

primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna

más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo prestigio
la mortal victoria de la carne

 

PUERTO SUPE

 

a J.B.

Está mi infancia en esta costa, 
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo,
sombra veloz, nubes de espanto,
oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.

Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.

¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!

Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro
escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación,
un mismo tiempo de chorreantes dedos
y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.

Amo la costa,
ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.

Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre
ciego pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas. En esta costa soy el que despierta entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía, el que no quiere ver la noche.

Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente
en donde lloro a solas.

 

VALS

 

No he buscado otra hora, otro día, ni otro dios que tú.

Laberinto, pirámide de humo, altura que canta, pozo que amenaza, tierra de abismo, primavera ciega.

La soledad nos une en la humedad del guisante, en la hinchazón de la ola, en el sudor de la raíz.

(Brota en el polvo gris de Lima la boya cargada de ira. Gira el vals, manantial de orina, vaho dorado y golpe bajo, labios negros, estrujados, fantasma que se acaricia bajo las uvas amarillas y se flagela al alba con las estrellas)

Asciendo y caigo al fondo de mi alma que reverdece, agónica la luz,imantada de luz. En este ir y venir bate el tiempo las alas detenido para siempre.

Recrearte: polvo, brizna, herida.

Perderte: gesto, contacto, olvido.

Buscar tu sombra, reconocerte tras una ventana, mancha de sol, sombra de lluvia, en cualquier calle del mundo.

Perseguirte, condenado girasol, como una piedra, encadenada al aire, arrastrando la tierra, cauda que enciende universos, que se desvanece en una plaza.

La mirada que soy entorna la puerta, atisba el vacío.

otea el cielo en ruinas.

En la rama vencida estalla una breva furiosa, la pupila en llamas, buscándote, exigiendo su razón de luz.

 

ÚLTIMO POEMA DE JUNIO

 

Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne
                             y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
                             Preciosismobienvestido,
                             muertodehambre, vaderretro.

Se trata simplemente de heridas congénitas y
                             felizmente mortales.


Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas manos y estos dientes, para mostrar-
los estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.

Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un sombrero
de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo
invisible.

Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmines,
cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de
fuego irreconciliable.

¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una falsa noticia.

Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.

El dolor es una maravillosa cerradura.

Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira
mirar.

Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.

Ver: cerrar los ojos.

Abrir los ojos: dormir.

Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.

Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.

Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te con-
viertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo.

Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.

Blanca Varela en el 5º Festival Internacional de Poesía de Medellín: Canto villano


Blanca Varela llamada Blanca Leonor Varela Gonzales (Lima, 10 de agosto de 1926 - Ib. 12 de marzo de 2009), fue una poeta, considerada como una de las voces de la posía más importantes en América Latina. Algunos de sus libros son: Ese puerto no existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Camino a Babel (1986), Poesía escogida (1993), Del orden de las cosas (1993), Ejercicios materiales (1993) y El libro de barro (1993); Poesía escogida 1949-1991. Prólogo de Jonio González. Barcelona, Icaria Editorial, 1993; Canto villano (Poesía reunida, 1949-1994). Prólogos de Octavio Paz, Roberto Paoli y Adolfo Castañón. Nueva edición, aumentada. México, Fondo de Cultura Económica, 1996; Como Dios en la nada (Antología 1949-1998), selección y prólogo de José Méndez. Madrid, Visor Libros, 1999; Concierto animal. Valencia-Lima, Pre-Textos/PEISA, 1999; Donde todo termina abre las alas (Poesía reunida, 1949-2000),​ Prólogo de Adolfo Castañón y Epílogo de Antonio Gamoneda. Barcelona, Galaxia Gutemberrg /Círculo de Lectores, 2001, incluye su último poemario, El falso teclado (2000), que se publicó en 2016; ​Poesía reunida, 1949-2000, Epílogos de Ana María Gazzolo y Giovanna Pollarolo. Lima, 2016. Recibió los premios: Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001; En octubre de 2006 se convirtió en la primera mujer que gana el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca; XVI edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

Última actualización: 20/11/2021