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Carolina Ilica, Rumania

Gonzalo Rojas, Enrique Buenaventura, Carolina Ilica, Kofi Awoonor, Dana Gilkes
10º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Carolina Ilica

(Inéditos)

A toda prisa

Te entrego el lecho de mi cabeza sobre una almohada;
huella de mi frente cuando pensaba en ti.
Presurosa viniendo,
presurosa caminando,
Te dejo y me dejas:
Tú, lleno de mi ausencia,
Yo, húmeda de poesía
Como una vega -
Por la lluvia que la acaricia de arriba a abajo,
por doquier, femenil,
Y por el río que la penetra varonil.
Presurosa viniendo,
Presurosa caminando,
A toda prisa partiré, incluso, de ese mundo.
Cuán tarde será entonces para mí,
Voy a pensar como hoy
Y como a los 23:
Ay, Vida,
En ti no quise nada más
¡Que amar
y cantar!

 

Pastel

I. Nevada

La nevada tiembla como el tamiz
de las manos trenzadas de una mujer
en el cielo. Sólo se ve
Su puro temblor.
Y la crema, blanca se derrama,
Creo acordarme
De cementerios cada vez más antiguos
Con tumbas cada vez más recientes

 

II. La Mesa del Silencio*

Doce sillas de piedra,
Con almohadas cubiertas de nieve,
Esperan, en círculo,
a sus doce apóstoles.
Sobre la mesa del centro, blanca y redonda,
Con el mantel de nieve,
La cena está servida:
¡Una única
y palpitante
paloma!

 

Entrelazadas

Mi soledad
unida
a tu soledad.
Hubiese sido posible nunca conocerse
Y aún encontrarse.
Han recorrido juntas
un solitario bosque
de ofrendas
con incontables brazos
alzados al cielo.
Ronda de árboles milenarios
nuestras soledades
tiernas y frescas
como los hongos.
Juntas han visto el mar
el voluptuoso mar,
meciéndose en el columpio
de sus propias caderas,
eternamente,
penetrando y saliendo de sí mismo
sensual como los caracoles.
Mientras más colmado de ríos,
más sediento,
más solitario.
Ociosas se han encontrado nuestras soledades,
ociosas se han besado con los ojos.
Porque el tiempo no ha sido capaz de separarlas
en “antes” y “después”.
Aun así, cada una
Permaneció, luego,
¡más sola que antes!

 

En el paraíso

¿Recuerdas todavía cómo estuve temblando entre tus manos
como el agua en la copa llevada a la boca?
y tú temblabas
igualmente como el agua
dentro de una copa mucho más grande –
el Lago
extendido como una bandeja
en medio del paraíso –:
Alejado, profundo y oculto,
como un azul, líquido ser.
¿Recuerdas aún el lago
y el paraíso alrededor del lago?
¿y el aire fresco como el hálito de la sangre?
y el barro fresco, con nudos y yemas,
del árbol ensangrentado?
estuve untándote de Él, riendo, fustigándote
como a un niño a quien se ama demasiado
por el deseo de confirmarte
que lo posees.

 

Drácula 

Vampiros succionan el rojo, el poder 
las sangres de los colores del verano, 
las amapolas, duermen afuera, en el campo. 
Sacrificio renovado. Invisible. 
Otras flores, al rayar el sol 
se abren aún, una a una, en su lugar. 
Y la Estación Madre de las flores, cómplice, 
Por amor a Drácula, sólo hijas da a Luz. 

 

En el paraíso 

¿Recuerdas todavía cómo estuve temblando entre tus manos 
 como el agua en la copa llevada a la boca? 
Y tú temblabas 
igualmente como el agua 
dentro de una copa mucho más grande – 
El Lago 
extendido como una bandeja 
En medio del paraíso –: 
Alejado, profundo y oculto, 
como un azul, líquido ser. 
¿Recuerdas aún el lago 
y el paraíso alrededor del lago? 
¿Y el aire fresco como el hálito de la sangre? 
Y el barro fresco, con nudos y yemas, 
Del árbol ensangrentado? 
Estuve untándote de Él, riendo, fustigándote 
como a un niño a quien se ama demasiado
por el deseo de confirmarte 
Que lo posees. 

 

Entrelazadas

Mi soledad 
unida
a tu soledad. 
Hubiese sido posible nunca conocerse 
Y aún encontrarse. 
Han recorrido juntas 
un solitario bosque 
de ofrendas 
Con incontables brazos 
Alzados al cielo. 
Ronda de árboles milenarios 
Nuestras soledades 
tiernas y frescas
como los hongos. 
Juntas han visto el mar 
el voluptuoso mar, 
meciéndose en el columpio 
De sus propias caderas, 
eternamente, 
Penetrando y saliendo de sí mismo 
Sensual como los caracoles. 
Mientras más colmado de ríos, 
más sediento, 
más solitario. 
Ociosas se han encontrado nuestras soledades, 
ociosas se han besado con los ojos. 
Porque el tiempo no ha sido capaz de separarlas 
En "antes" y "después". 
Aún así, cada una 
Permaneció, luego, 
¡más sola que antes!

 

Poemas dobles de amor

1.
a)    Serrana

¡Cuánto quise ser como mi madre!
Serrana del bosque,
Con su cachorro. Centauros –
Varones a caballo - al acecho para raptarla.

¡Cazadores cazando con sus ojos!
Mas transpirando como una flor,
Ella pretendía no verlos.
Ella me apretaba más la mano.

b)    Serrana

¡Padre, no fustigues a los caballos, no fustigues los caballos, padre!
Su relinchar me hiere, relampagueante como un cuchillo
Sólo sobres sus largas crines como hierba libidinosa
Me atreví a llorar, como una niña, la muerte de los novios de nieve.

¡Mis caballos locos como yo, mis caballos huyen como mis ojos!
¡La lava de sangre me quema, cúbreme de nieve los oídos!
¡Que estremezcan las fosas el aire con pliegues de faldas,
¡Qué los dientes en mi pelo muerdan las barbas del maíz!
..........................................................................................................................................
¡Destruye la telaraña de demonios bajo los  cascos
Y ráptame sobre las crines con sombras de paraíso!
¿Qué le obsesiona aún a mi padre? Lo sé: quisiera desposarme
Con un joven alto como un abeto, diestro en fustigar caballos. 


 
2) 
a)    Serrana

Mi cabello es un potro sin riendas
En el prado de la noche, con luna nueva.

Mi cuerpo huele a trigal,
Y el aliento, intacto, a rocío.

Con sus deseos imperiosos
Mi sangre incendia el interior de la doncella.

¿Oh, entre cuáles brazos de varón
alumbraré por vez primera? 

b)    Un vestido 

Un vestido inquieto
Cual dátil de primavera:
Violentamente violeta
Por dentro y por fuera.

Su seda fría,
Serpentina y pura,
Como camisa de fuerza
Retiene y hostiga 

Mi piel ardiente
Y pecadora.
La una y la otra
Huelen a mí;

Es decir: a muerte
Que lleva en sí la vida.
Alma, pájaro vivo
¿Las puedes desgarrar? 


 
3.
a)    Una tarde 

Jugueteaba el sueño conmigo:
Me ponía monedas en los párpados,
               Me ponía calderilla en los párpados
Una tarde. Y afuera,

De pétalos, como de faldas,
El viento desvestía la huerta,
          El viento cortejaba la huerta
Besándola en la axila. 


b) Vergonzosa 

La atrapé una tarde: avergonzada,
Con una manzana, a escondidas se besaba.
             Ay, mi boca 
             a escondidas se besaba
             
Con una manzana en lo alto (pues me alzaba de puntillas)
Y tan fría, que me recordaba
             Tu boca,
             ¡tu boca ardiente! 

Traducción de Dinu Adam
Versión de Raúl Jaime


Carolina Ilica nació el 19 de marzo de 1951, en Vidra, Rumania. Es poeta, traductora, periodista y ensayista. Es Vicepresidente de la Fundación Academia Internacional Oriente-Occidente y Directora Artística del Festival Internacional de Poesía Noches de Curtea de Arges en su país. Fue galardonada con el premio “Opera Omnia” en el Festival Internacional de Poesía organizado por la revista “Antares”, Galați, 14ª edición, 2012. Ha publicado más de 20 libros, entre ellos: Cărțile de la Vidra II, 2007; Cărțile de la Vidra III • El Libro de madera, 2008; Discurs despre Prlicev, ensayo + poemas, edición rumano-macedonia, 2008; Puțin mai mult (55 poemas + 2), 2008; Cărțile de la Vidra IV, 2010; Cărțile de la Vidra V, 2010; Cărțile de la Vidra • VI, 2011; Puțin mai mult, 2011; Poemul scurt al lungii mele vieți - 13 poemas, 2011.  Ha ganado premios nacionales e internacionales como poeta y traductora. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, turco, macedonio, albanés y español. Es una de las más importantes poetas rumanas contemporáneas.

Última actualización: 24/01/2022