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Zabier Hernández (Colombia)

Por: Zabier Hernández

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 88-89. Julio de 2011.

 

BUSQUEDA

Pregúntale a ella
Sobre esa nube pesada
Prendida a su cabello

La respuesta
No saldrá de su voz
Son los recuerdos
Quienes taladran el sentido de un llanto
Que habla por ella

Ya sabes
No preguntes nunca más
Su hijo no aparece
Y un tiempo fértil de olvido
Amenaza
La larga travesía de la memoria

 

DESPUÉS DE LA POESÍA

En una esquina habitada por el silencio
La palabra prepara una celada a la tristeza

El eco intranquilo
Del espacio fantasmagórico
Retumba en cada acera

Los poemas ya sin los poetas
Se pronuncian
Se nombran
Y todos creen que la fiesta continúa

 

DIEZ PREGUNTAS PARA UN PAÍS EN GUERRA

¿Quién puede calmar a la madre?
¿Cuantas lágrimas correrán hacia la calle hasta que llegue la paz?
¿Cuántos hijos se necesitaran para el hambre de esta guerra?
¿Cuándo podremos dar sepultura a los que se fueron por el río?

¿Y los fantasmas debajo de mi cama?
¿Y la sangre borrada por la hierba?
¿Y que será de los amigos de infancia que marcaron las piedras antes de partir?

¿Dónde se hallará mi amor cuando sea el momento?
¿Será igual después de todo?
¿Permanecerá su sonrisa,
Cuando vuelva del frente de combate, cuando vuelva la paz?

 

DUENDES URBANOS

¿Quién ordena el caos de la ciudad?

Un hombre con actitud sospechosa socorre al anciano
Él
Quiere atravesar entre las marcas que se deslizan sobre el sagrado asfalto
Va a visitar a sus nietos 
Guarda  un secreto
No quiere llevarlo a la tumba

Sabe que muy pronto su rostro será cubierto por un jardín
Sus nietos
Serán  los nuevos inquilinos de la ciudad
Los que harán de ésta una sonrisa colectiva
Los que enfrentaran desde el salón de la justicia imaginada
El delito de ser ciudadanos comunes
Los superman, los hombres arañas, las mujeres maravillas y los batman
Ellos Salvaran la ciudad del mal

No sabremos sus nombres
El anonimato es parte esencial de la moral ciudadana
La ciudad es de todos y de nadie

Sin embargo
Alguien pone orden
Alguien escribe un poema en una pared abandonada
Alguien prende hogueras en la calle del peligro
Allí
Es posible que cada uno de nosotros
Seamos dueño de un kilo de asfalto
Es posible, muy posible
Que el secreto de no estrellarnos unos con otros
Este en ese anciano despavorido

 

EL PICADRERO

El Picapedrero
Está loco
Habla con las piedras

Al momento que alza su vertiginosa mano
Maldice sin descanso

Las piedras
Sabias ellas
Se quiebran
                        Se abren
                                   Saltan 
Muestran su corazón

El picapedrero esta loco
Por que a pesar que tiene su pica
Es vencido
Por la paciencia milenaria
Y el silencio noble de las piedras

 

EL SUEÑO DE LAS PIEDRAS

Antes
Cuando no se había descubierto
El corazón de la montaña
Cuando no se sabía que la piedra
Tenía valor
Cuando el sueño piedril
Perduraba por los siglos de los siglos
Los árboles,
Hermanos mayores de las piedras
Las cubrían y cuidaban

Hoy, sin árboles ni sueños
Todas las mañanas
A las seis exactamente
Las piedras comienzan a morir

 

LA LIBERTAD DE ADYA YALA

Un viento noble
Sobre el mapa de una piedra
Indica los caminos
Al andariego de la montaña

En la neblina
De una selva tejida
Los sueños, los duendes y los pájaros
No duermen
Vigilan el cosmos
Protegen la palabra origen
 
Adya Yala remueve las tumbas de sus guerreros
El viento, la piedra
Y ahora el fuego

Dan vida a las fantásticas visiones
De una sangre poblada de Yagé
Donde un tigre
De colmillos brillantes
Indica sobre el mapa de la piedra

La libertad.

 

LAS PIEDRAS QUIEREN SER

Las agujas de la noche
Cosen pacientes y alegres
El sueño de las piedras

Gusanos prehistóricos buscan refugio
En el lado oscuro de la luna
Condenados a soñar sin descanso

Bajo la presión del tiempo
Millones de piedrecillas 
Crecen para si

Anhelan ser
Diamante, rubí, gema o cristal 
Antes que aburrirse
En el fondo de un celoso río

 

MIS VESTIGIOS

Intento
Ordenar mis recuerdos
Y un miedo de corazón
Sobrevuela mis vestigios
De  alma insensata

Al extremo sur
De mí agitada respiración
Se dirigen tus  pasos
Medidos por la ansiedad del tiempo

He sido
Un animal de monte
Escapado del amor
Una leña del azar
Una hojarasca
Que va
Hacia el destino del viento.

 

UNA MUJER TRISTE

Intento descifrar la tristeza
Escondida en las pestañas de esta mujer

Detrás de una tela de mil grises
Un sabor a lágrima
Aromatiza el viento

Ella viene
Arrastrando una muerte
El amor se extinguió en un segundo de disparo
Una guerra entro a su cuarto
Y allí vive
Cómoda
Sin  intensión de partir

Después de una explosión
Su mundo
Tuvo tanta luz que encegueció
Una orquesta de estruendos
Llenó todo y no la deja escuchar

Por fin,
Creo descifrar el poder de su tristeza
Pero su historia es tan trágica
Que las palabras no alcanzan
Y el silencio
Es el cómplice solidario entre los dos.

 

SUEÑO DESPUÉS DE LA GUERRA

Una noche
Atrincherado en las ansias
Adormilado por la respiración del otro
He soñado con el rostro de una niña
De pelos rizados color negro como sus ojos
Mirada triste que busca.

La vi jugando a las escondidas
Con un padre imaginario
La vi correr detrás de una flor que volaba
                  Y también la vi llorar.
Tapando sus lágrimas con sus manitas sucias
De tierra inocente y fértil

Después de la guerra
Al alba del desahogo
En la intranquilidad fantasmal de los recuerdos
He despertado cazando mariposas
En un jardín destrozado.

Al otro lado de una muralla de orquídeas fosforescentes
Ella
La niña de mis sueños
Desde el lado de los vencidos
                   Me dice papá.

 

LUNA DE SEPTIEMBRE

Baile para ahuyentar la tragedia

Un día de carnaval
las tristezas se arremolinaban
en la desembocadura
de un río apasionado

las laderas oscuras
los recuerdos flotan
la neblina danza

la luz de un día incierto, coquetea
negras, mulatas, sambos y blancos

bailan

cantan su dolor
ahuyentan la tragedia

las calles inocentes toman la forma de la vida
los tambores anuncian esperanzas

Pasto, enero 4 de 2004.


Zabier Hernández  nació en Montería, en 1966. Publicó en el 2006 el poemario: Baile para ahuyentar la tragedia. Cofundador y coordinador del Colectivo poético y cultural  Sombrilla que organiza en Pasto y Nariño el Recital Internacional de Poesía Desde el Sur. Miembro del Grupo de poetas y escritores que editan la Revista Nacional de literatura Suenan Timbres. Incluido en la compilación antológica de poetas colombianos y mexicanos, en el libro Sueños al viento, editado por la editorial popular Cofradía de Coyotes de México en diciembre de 2010. En su escrito, Mi experiencia con la poesía, nos dice: “Cuando me estrellé contra la fuerza restaurativa de la poesía, fui arrojado sin más al sentido de la vida sin pedir ni dar explicaciones. Un reconocimiento esencial de si mismo y del otro sin mediaciones de poder, tal fue el estado en que entré y en el que, por mi propia condición de libertad, no deseo salir. Creo que la poesía ha logrado llegar al centro del misterio cósmico. Ella es energía infinita de la humanidad, testigo del agotamiento del petróleo y del sistema, poseedora de la sustancia que molesta la soberbia del depredador: Su humildad y su incapacidad de ser comercio. Al final cuando se consuman todas las fuentes, la poesía seguirá irradiando un líquido fértil sobre la tierra, imposible de ser atrapado por el monopolio, ya que será de todos y todas las luces del amanecer”.

Última actualización: 24/11/2021