English

Isabel Cristina Bustamante (Colombia)

Por: Isabel Cristina Bustamante

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 90. Febrero de 2012.

 

 

ASOMO

 

Te he dicho que la sombra
es un pájaro que viene
a comerse la luz
y sorprende al día

Pequeños rayos
espabilando
ante las ventanas
migajas rutilantes
ocultas en el temblor
de un espejo vacío

Miedo a tener una ventana
en los ojos

 

 

SIRENAS

Canto salvaje
devuélveme
la piel tornasol
colas batientes
enamoradas
del movimiento
Sus cuerpos menudos
nadan en silencio
y son más terribles
sin voz
Pobrecitas niñas de fiebre
han olvidado a los caídos
bajo la somnolencia

El mito despedazado

 

Sólo queda la torpeza
los pequeños dedos niños
y ciegos
anhelando un dios
sin silueta
para la caricia fabulosa
Sueño
¿Acaso tú podrías inventarme
uno?

 

Intenciones


Una gota de agua se derrama, de manera acelerada, busca el piso, una superficie dura que la contenga, para estrellarse y perder la forma.

El viento corre, recorre, pugna por ser huracán y chocarse contra edificios,árboles, ventanas, nubes, golpear y golpearse, para dejar atrás el deseo
de arrasar con todo, desaparecer como viento débil y dejarse envolver por corrientes más fuertes.

La hierba crece, no quiere dejar de crecer, va hacia arriba intentando alcanzar el cielo, quiere quebrarse en dos, dejar una parte de su cuerpo
libre, sin raíz, sin nada que la ate a la tierra.

El sol desea al ocaso, deslizarse entre las estrías de las nubes hacia un lugar más confinado, la espalda de una montaña vieja, el fondo de un mar
misterioso, caer, ahogarse, y desaparecer al final con un beso de luna fría.

La luna quiere mutilarse lentamente hasta ser invisible, la naturaleza sin saberlo busca desesperadamente a la muerte.

 

 

Transición


Parece que un perro te hubiera mordido, y entre dientes de un lado para otro, como presa sin saber el fin, con la piel rasgada y la sangre contenida
por la piel, te vas en su mordida.

Su saliva, casi blanca, espumosa te llena los ojos como lágrimas viscosas que no pueden entrar o salir, cubriéndote la cara ya no puedes ver, ni siquiera el temblor de tus manos o tus dedos morados, sólo sientes cómo la sangre frena, acelera, recorre lento, frena; él inhala y exhala sobre tu frente, aliento que hiede como único olor que puedes percibir.

Tus huesos, tu cabello, tus párpados, cuelgan como restos en su mandíbula, sientes por los lados del pecho un colmillo aprisionando las costillas contra tu corazón, terminas escuchando las lágrimas que van quedando atrapadas en la babaza, sangre, tierra.

Vas en la boca del perro, esperando la muerte, la muerte no llega y por costumbre terminas olvidando, aliento, colmillos, dolor, el perro se vuelve inofensivo, casi sombra. Sombra de perro negro que sólo aparece en las noches, justo antes de dormir.

 

Resistencia


El pájaro se esconde detrás de una hoja, arriba en la copa del árbol, no quiere llamarse pájaro, sin jaulas ni contemplaciones, sólo quiere volar en libertad.

La piedra es ruda, cae en cualquier acantilado, se golpea, se oculta en una alcantarilla, bajo una montaña, en un arenero, no quiere ser recogida,
no quiere ser pulida, sólo quiere existir sin formas moldeadas.

La lluvia moja, no quiere ser contenida por un techo, un embalse, un envase, sólo quiere fluir, vivir desbordada, con multiplicidad de siluetas y estados.

La flor no quiere pertenecer a un jardín, ni ser florero, quiere una vida silvestre llena de moscas, abejas y hormigas, no quiere ser cortada, ni
pintada, sólo quiere tener una vida corta.

 

Abandono

 

Ver un árbol desnudo; unas hojas aprovechan el otoño y en silencio se lanzan contra el suelo, la naturaleza también se equivoca y pasan nubes oscuras, viejas, despojándose de la lluvia, disimulando caridad, gota a gota caen sin saber que abajo nadie quiere ser tocado; el movimiento y el ruido del viento pasan como si su belleza fuera poca, y para no ser ignorado, el viento inventa una canción pero olvida la letra, se pierde nuevamente como ritmo decadente en lugares de muros caídos, el eco es un fantasma y la diferencia se vuelve vergonzosa, a un pájaro se le caen las plumas, las plumas camufladas en el barro, debajo de un papel parecen nunca haber existido, sin embargo el recuerdo, el maldito recuerdo delata la mentira, un perro se queda sin ladrido, cachorro perdido, una mosca vuela sin patas, sin patas no aterriza, no descansa y va cayendo, deslizándose por el derrier de una cortina; todo pasa como si fuera habitual ver pedazos de materia mutilados, dejados con el letrero de NN (Nomen Nescio), abandonados en la parte oculta de la vida, el olvido.

 


Isabel Cristina Bustamante nació en Medellín en 1980. Ingeniera, especialista en literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana, Magister en Literatura de la Universidad Pontifica Bolivariana. Cofundadora del colectivo “Buerta de Poetas”, colectivo de poetas en la ciudad de Medellín, el cual realiza desde hace cuatro años tertulias literarias y lecturas poéticas en diferentes espacios de la ciudad como bibliotecas, cafés, museos, casas de cultura, entre otros. Cofundadora e integrante de la Corporación Cultural la Bisagra orientada a la divulgación, promoción y reconocimiento de la poesía como piedra angular de la cultura; la Bisagra realiza clubes de lectura sobre diferentes obras y poetas, talleres de escritura creativa; presta servicios editoriales, apoyando la presentación de nuevos autores. La corporación la Bisagra también es artífice de una revista de creación poética con su mismo nombre, de la cual se han publicado cinco números. Algunos de los poemas han sido incluidos, en la revista “Prometeo” en la selección de poesía joven en el año 2012, en la antología anual de la Buerta de Poetas “Lunario”, que lleva tres números publicados; en la revista punto seguido de poesía y en diversos blogs de la ciudad.

Desde niña tuvo una relación cercana con la lectura y la escritura. Su padre le leía cuentos que incrementaron su gusto por la literatura. A los 13 años comenzó a experimentar la necesidad de escribir libremente, al principio sobre el amor, luego en la adolescencia su necesidad de expresarse a través de las palabras era cada vez más fuerte e ingresó a varios talleres literarios de la ciudad, donde fue encontrando su estilo y su ritmo, y descubrió a Charles Baudelaire, Fernando Pessoa, Gabriela Mistral, Porfirio Barba Jacob, Luis Rogelio Nogueras, Raúl Gómez Jattin, entre otros autores.

Actualizado el 30.05.2018
Publicado en noviembre de 2012

Última actualización: 23/11/2021