Miguel Donoso Pareja (Ecuador, 1931)
(Inéditos))
Traducción : Jorge Heredia y Heleen Sittig
XXII
Oye la voz, recuerda
Lleno de G,
Todo perecerá,
Se duerme entonces
el eco,
reconoce
aquella G inventada,
sabe
que nunca llegará,
que es torpe
su andar
en el desierto.
debilitado y solo,
abierto en dos sobre la arena,
oye Gudrum,
Gudrum,
busca los restos,
el olor amarillo de su templo,
sus desgarbadas piernas
la cintura celeste,
el ojo pálido de dios
burlándose,
el cielorraso azul
de sus caderas,
su mirada burlona,
la impudicia
de su errar,
la huella ahí,
el testimonio
de su paso.
después de todo,
siente
la desgarradura,
jura,
se promete que nunca
pronunciará
esa letra desolada.
con suavidad y sueña
en G,
ve que regresa,
habla
sin rodeos,
le dice
que despierte,
que no cuente con ella,
que es inútil,
que ponga los pies sobre la tierra.
Gudrum, Gudrum
dice la sal
en la Chocolatera,
en los revolcaderos de Mar Bravo,
en el celeste intenso
que lo ahoga.
Calla por eso el hombre y sigue atento
a cada señal de su esplendor,
las huellas lejanas de su olvido,
la conciencia atroz de que la inventa.
XXII
Oye la voz, recuerda
Lleno de G,
Todo perecerá,
Se duerme entonces
el eco,
reconoce
aquella G inventada,
sabe
que nunca llegará,
que es torpe
su andar
en el desierto.
debilitado y solo,
abierto en dos sobre la arena,
oye Gudrum,
Gudrum,
busca los restos,
el olor amarillo de su templo,
sus desgarbadas piernas
la cintura celeste,
el ojo pálido de dios
burlándose,
el cielorraso azul
de sus caderas,
su mirada burlona,
la impudicia
de su errar,
la huella ahí,
el testimonio
de su paso.
después de todo,
siente
la desgarradura,
jura,
se promete que nunca
pronunciará
esa letra desolada.
con suavidad y sueña
en G,
ve que regresa,
habla
sin rodeos,
le dice
que despierte,
que no cuente con ella,
que es inútil,
que ponga los pies sobre la tierra.
Gudrum, Gudrum
dice la sal
en la Chocolatera,
en los revolcaderos de Mar Bravo,
en el celeste intenso
que lo ahoga.
Calla por eso el hombre y sigue atento
a cada señal de su esplendor,
las huellas lejanas de su olvido,
la conciencia atroz de que la inventa.
XXII
Oye la voz, recuerda
Lleno de G,
Todo perecerá,
Se duerme entonces
el eco,
reconoce
aquella G inventada,
sabe
que nunca llegará,
que es torpe
su andar
en el desierto.
debilitado y solo,
abierto en dos sobre la arena,
oye Gudrum,
Gudrum,
busca los restos,
el olor amarillo de su templo,
sus desgarbadas piernas
la cintura celeste,
el ojo pálido de dios
burlándose,
el cielorraso azul
de sus caderas,
su mirada burlona,
la impudicia
de su errar,
la huella ahí,
el testimonio
de su paso.
después de todo,
siente
la desgarradura,
jura,
se promete que nunca
pronunciará
esa letra desolada.
con suavidad y sueña
en G,
ve que regresa,
habla
sin rodeos,
le dice
que despierte,
que no cuente con ella,
que es inútil,
que ponga los pies sobre la tierra.
Gudrum, Gudrum
dice la sal
en la Chocolatera,
en los revolcaderos de Mar Bravo,
en el celeste intenso
que lo ahoga.
Calla por eso el hombre y sigue atento
a cada señal de su esplendor,
las huellas lejanas de su olvido,
la conciencia atroz de que la inventa.