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Ibrahim Waheed “Ogaru”, Maldivas

Por: Ibrahim Waheed “Ogaru”
Traductor: Ricardo Gómez para Prometeo

Shikwah


Hubo un tiempo en el que amábamos la media noche
La soledad, el silencio, la oscuridad.

Y luego una fuerza invisible nos arrastró hacia la luz
Y nos mostró dónde estaba la felicidad.

Luego, una fuerza maligna apagó la maldita luz
Y nos dejó titubeando a tientas en la nada más profunda.

 

 

A menos qué…

No puedo leer un par de ojos adorables
A menos que miren a los míos….

No puedo leer un corazón enamorado y vivo
A menos que lata junto al mío…

No puedo leer un par de labios temblorosos
A menos que… las palabras sean tuyas y mías…

 


Raros tiempos 

A veces un suspiro casi silencioso
es todo lo que se necesita.
Siempre se escucha un suspiro sediento.
Y corren tibios ríos 
de leche.
Desde abruptas cimas,
que hacia los cielos
se encumbran. 
Un dedo en el pulso de la naturaleza
la hace estremecerse de alegría.
La alegría de abrirse a una vida nueva.
¡Oh, esos raros tiempos!


Cuando la vida te derriba

Cuando la vida te derriba
sólo levántate y camina de nuevo
sólo canta una canción de esperanza
una canción de sabiduría y felicidad

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

No te sientes a deprimirte
Llena tu vida de Su Grandeza
y sólo atiende a ese Gran Llamado
sé tú mismo: levántate orgulloso.

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

Cuando el día se vaya a descansar
no lo dejes ir flotando así no más
diciendo, “es para bien:
nunca regresará”.

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

Cuando el sol se pone en el oeste
(y sea como sea, así será)
sólo descansa un poco
y se levantará de nuevo

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

Cuando los pájaros anidan
mientras el día se marcha
sus estómagos debidamente bendecidos
con algún grano que Dios les dio.

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

No te sientes a deprimirte
Llena tu vida de Su Grandeza
y sólo atiende a ese Gran Llamado
sé tú mismo: levántate orgulloso.

    Sólo repite para ti
    “¡Cuando la vida te derriba…
    sólo levántate y camina de nuevo!”

 

Poema para una hija

Hija, toma algo de luz del alba
y algo de belleza y de bondad.
Querida mía, parpadea con cada susto,
y vuela vivaz como una cometa.

Preciosa, camina con tu cabeza en alto.
¡Cuando fracases, inténtalo de nuevo!
No hagas trampa ni vivas una mentira.
¡Y no llores nunca, mi niña!



Aroma de cedros

(Dedicado a la memoria de Líbano, mi segundo hogar)

Carreteras sinuosas, allí me llevaron,
con pinos y cipreses por todos lados. 
Un caserío montañoso, una cascada,
y las aves con una y todas sus tonadas.

Allí te vi, estabas riendo.
Te hablé, me sonreíste todo el tiempo.
Durante toda esa noche perfecta, bailamos
y el alba, en la mañana, saludamos.

    Uno junto al otro, cerca de los naranjos,
    compartiendo susurros y sueños,
    arroyos espumosos y aire nublado 
    y en la brisa, el aroma de los cedros …

Y dije, en tus oídos, “¡te amo!”

Éramos jóvenes, y nada importaba;
Sin excepción, todo riesgo asumimos.
contemplamos los paisajes, los caminos recorrimos, 
autopistas cabalgadas, y noches incendiadas.  

Pero la vida es extraña, y hace todo a su antojo.
Algunas cosas, te da, y luego te las quita.
No sabíamos, que el tiempo que teníamos era poco.
Nunca debimos compartir toda la vida.

    Uno junto al otro, cerca de los naranjos,
    compartiendo susurros y sueños,
    arroyos espumosos y aire nublado 
    y en la brisa, el aroma de los cedros …

Y dije, en tus oídos, “¡te amo!”

Supongo que de allí no se ha movido nada
Pinos y cipreses por doquier
El caserío en la montaña, nuestra cascada…
Oculto mis lágrimas, al caer.

Escucho la canción que te encantaba
sobre aquella chica, su amor y su nostalgia
en una acera inundada, en el invierno frío…
para mis ojos ya no hay más estío. 

    Sin estar uno junto al otro, cerca de los naranjos,
    Ni compartir susurros y sueños,
    Sin arroyos espumosos, ni el aire nublado 
    ni la brisa en el aroma de los cedros …

Pero sigo diciendo, “Algún día vendré. ¡Te amo!”


Ibrahim Waheed “Ogaru” se educó primero en las Maldivas y luego completó su educación superior y especializada en la Universidad Americana del Líbano, la Universidad de Cambridge, y en varias otras instituciones especializadas. Ha trabajado con el Gobierno de Maldivas, como funcionario y estadista durante 35 años. Algunos cargos que ha ocupado incluyen el de subdirector en el Ministerio de Educación, jefe del Departamento de Exámenes Públicos y director general del Ministerio de Información, Artes y Cultura. También ha sido Miembro del Consejo Consultivo del presidente de la República, Vocero Oficial del Gobierno, viceministro de Hacienda y Tesoro y Comisionado de Elecciones. Se ha desempeñado como candidato/representante de su país en varias conferencias, reuniones y talleres internacionales y regionales en todo el mundo. Ahora es miembro del Comité de Lingüística de la Academia de Idiomas Dhivehi.

Ha ganado premios maldivos e internacionales, incluido el premio Munshi Premchand, de la Academia Sahitya, 2008, el premio literario SAARC (FOSWAL, India, 2011) y el prestigioso premio Honor de estrella de diamante de la Sociedad Maldiva para las Artes Escénicas (premio a la trayectoria, 2015). En 2020, recibió el Premio Nacional de Honor de Maldivas por su servicio distinguido a la lengua y cultura dhivehi.

Además de ser académico, escritor y poeta, Ibrahim Waheed “Ogaru” es un consumado músico y letrista, ha compuesto para varios eventos nacionales y es un ecologista apasionado y una personalidad de la televisión.

Última actualización: 20/05/2022