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Celebración poética global de la paz

Por: Janette Ayachi
Traductor: Nelson Ríos

Paz mundial y paz con la naturaleza

          

                         Antes del comienzo de una gran brillantez, debe haber caos
                                                                                                      I Ching

Cuando en primer lugar está la idea de la paz mundial, ¿por dónde debemos iniciar? especialmente cuando el concepto nunca se ha logrado del todo, no es que dude de su inminente llegada, porque como poeta, más que la mayoría tengo esperanza y fe, esta es la razón por la que escribe un poeta; por la esperanza, la fe y la sanación para un futuro mejor. Algunos dicen que para definir nuestro futuro debemos recobrar el pasado, y siento profundamente dentro de mí el llamado de mis ancestros, de la tierra y la interconexión de todas las cosas en la gloriosa naturaleza cíclica de la vida. Pero el tiempo no es lineal, y en algunas culturas mágicas como la andina, pasado, presente y futuro pueden suceder al mismo tiempo, por lo que el pasado sigue vivo y puede ser afectado por lo que sucede en el presente, puede ser transformado. En algunos artefactos antiguos peruanos, vemos muertos resucitados, vendados como momias y traídos a ceremonias para celebrarlo. He escuchado de personas que cierran sus oídos a la poesía, que apartan su cabeza de la belleza de los ciclos de la integridad, que no configuran pensamientos felices ni vibraciones positivas, por lo que en respuesta sus células estallan infelices en el cuerpo. Se entrometen con el concepto de que nosotros, como condición humana, no somos constitucionalmente capaces de salvar el planeta, que no hemos podido lidiar con la pandemia, entonces, ¿qué esperanza tenemos de salvar el mundo? Pero el caos primero, luego la brillantez.

Soy una defensora del creer que vivir de la forma antigua es la clave para sanar las comunidades. Lo que quiero decir con eso, es aprender a vivir en un estado de presencia. Al observar las prácticas de la cultura, podría ser arte, bailar o caminar por el campo, “mi mente camina con mis piernas”, dijo el famoso Rousseau, y la mente es algo notable, ninguna ingeniería terrestre podría reconstruir una réplica de sus complejas conexiones y contexto. Somos capaces de grandes manifestaciones con oración, propósito y pulso. Todas esas acciones requieren una sensación de estar presente. Cuando vivimos en el presente, nos volvemos más conscientes de nuestros patrones de pensamiento y del parloteo interior que nos habla. Es en este lugar de atención plena, que podemos comenzar lentamente a implementar el cambio. La muerte es una celebración de nueva vida y estamos bendecidos con un entorno de ricos océanos, desiertos áridos y valles fértiles para albergar el proceso de vivir y morir, desde el aliento hasta los huesos y viceversa. Hay magia en esto, un hechizo que todos aprendemos desde el nacimiento, hay armonía en esto; hay paz.

La naturaleza es algo que siempre ha estado presente, ha estado aquí antes que nosotros, y estará aquí mucho después de nosotros, con desplazamientos que hemos visto marcados y medidos tectónicamente en la roca: estamos nadando en la borrasca del Antropoceno. La belleza de la naturaleza, al igual que las partes del cuerpo humano y animal, radica en su capacidad para regenerarse, y podemos ayudar en ese proceso de renovación y reciclaje si nos tomamos el tiempo suficiente para preocuparnos lo suficiente por nuestros niveles de consumo de la mayor donación de recursos de la Tierra. Estamos aprendiendo que esta cuenca planetaria no es ilimitada. Primero, para cualquier paz mundial y pacto con la naturaleza, debemos volvernos hacia adentro y dirigirnos al yo para navegar un viaje en cierto modo espiritual, de mejora y desarrollo individual, para que podamos unir fuerzas en el poder global del colectivo humano. La paz interior crea la paz mundial.

Bombas de paz sobre zonas de guerra
                  En medio del caos, ¿por qué no elegiríamos la paz?

Soy universalista, el mundo es mi país. Pero la Tierra no es nuestro dominio, es nuestra responsabilidad. ¿Adónde pertenecemos de todos modos en una escala cuántica nebulosa de cosas, sino al cruzar en este viaje por una flota momentánea de memoria? Cuando incursioné en la hechicería de la ciencia probando mi genealogía, descubrí que, como la mayoría de nosotros, mi sangre y mis células de ADN eran una polinización cruzada proveniente de grandes tierras. De ibéricos a norafricanos, de escoceses a bálticos, de italianos a gente del Medio Oriente, conté ocho nacionalidades diferentes de las que fui sembrada y encontré esto absolutamente extraordinario. Somos narradores telúricos de muchas épocas y lugares muy extendidos por todo el mundo. Todos estamos conectados. Hay una sinfonía en esto, hay una serenidad; hay paz.

El futuro de la medicina es la naturaleza. El futuro de la vivienda es la naturaleza. El futuro de la Tierra es la naturaleza.

Formando lazos con los espíritus de la tierra;
      los océanos pueden ayudarnos a sanar nuestras relaciones.
         las montañas pueden llevarnos a una integridad y un propósito más profundos.

El poder de las historias nos ayuda a transformarnos, a trabajar con la presencia del ser, del estar presentes y navegar la paz a través de los poderes del yo que luego se expele hacia el otro y hacia la unión comunal divina. Si imaginas a cada trabajador de la luz encendiendo la antorcha dentro de sí, uno a uno a través del mapa, todo un torrente de iluminación vibrará a través del paisaje. Uno ni siquiera puede comenzar a imaginar la fuerza tranquilizadora sobre muchos creada a partir de un ser humano iluminado que ha hecho el pacto de estrechar su mano con la naturaleza, hasta el impacto sobre el futuro, de la naturaleza tanto en el mundo natural como en la naturaleza del yo, y combinar estos es más beneficioso que cualquier gobierno para radicalizar el cambio en nuestro clima. Los líderes negocian el cambio, pero la gente promueve aquella navegación hacia él, la gente tiene el poder de colaborar con la madre tierra, Gaia, Madre selva y espíritu para hacer los sacrificios correctos que mantengan nuestro planeta girando no sólo en salud sino en prosperidad total.

Las cualidades reparadoras y paliativas de escuchar a alguien contar su historia nos permiten, como seres humanos, forjar amistades y colectivos; este es el epicentro de todos los movimientos en todos los países a lo largo de todo el tiempo. Hablando, el yo invita al otro a hablar, así un diálogo es entretenido. La letra de una canción, un cuento; si puedes decir algo de una manera hermosa, la gente no olvidará las palabras.

Creo que el cambio más grande hacia finales del siglo XXI será nuestra necesidad humana de escuchar una voz que esté conectada directamente a lo interno, no sólo informativa, sino vigorizante, sanadora e inspiradora.

Nada cura más que sentir una emoción y estar en contacto con uno mismo, luego escuchar a otra persona que experimenta la misma emoción acercándose a tocarnos; porque podemos perder el contacto tan fácilmente. La genealogía es un seguimiento de lo que ya hemos tocado, da continuidad a la narración, pero agrega un elemento de curiosidad personal al pasado histórico.

El mejor narrador es el que más ha visto; viajeros, bardos, exploradores y poetas. Desde el boca a boca hasta la palabra hablada, las palabras se han transmitido durante generaciones manteniendo viva nuestra noción del yo, visitando y reinventando el lenguaje de los muertos: estamos implementando la supervivencia y respetando la naturaleza cíclica de todas las cosas. De manera similar a cómo las ballenas portan melodías en sus canciones para mostrarnos dónde han estado, encarnamos estos mensajes como humanos que también se mueven por el mundo.

El cuerpo es sensible a la naturaleza, flujo sanguíneo, hueso y músculo cambian y se adaptan en relación con nuestro entorno, todos reaccionan al contacto del mundo inmediato que nos rodea. Háblame en cera de velas y polvo de estrellas, reúne huesos y canta encantamientos. La percepción es una hipótesis que es siempre una expectativa que construye recepción; cerrar nuestra sensibilidad al mundo natural o ser ajenos a la extinción es negarle al Espíritu su fuerza vital y el cuerpo se imprime de lentas malformaciones; escuchar al planeta es sanación por contacto para el universo. Estamos consumiendo extinción por la energía y la tecnología a través de extracciones invisibles. Un cambio de estilo de vida ayudará, el dióxido de carbono permanece en la atmósfera por cientos de años, es una ayuda lenta, pero de todos modos ayuda. Si nos equilibramos dentro de la escala de frecuencia y asumimos un papel consciente, podemos elevar las vibraciones del colectivo para activar la paz, en primer lugar cuidando y compartiendo el amor.

Podemos hacer al lenguaje armonioso o conflictivo, esculpiendo en hielo los sonidos fonéticamente y transformando el significado con trucos de artesanía y técnica, ritmo, métrica o rima. La poesía es una forma de arte global y cada idioma usa su propio conjunto de especias; imagina cada cultura creando un mismo plato, todos con diferentes ingredientes dependiendo de lo que la naturaleza les dé en su rincón del mundo, para que cada plato tenga su estilo y sabor únicos. A través de la comida de la traducción, podemos ver que todos somos humanos, todos tenemos sentimientos, todos queremos paz. Compartiendo compasión, compartiendo recursos, podemos corregir el rumbo en esta vía, porque en el fondo todos deseamos paz y sanación para la humanidad y nuestro planeta.

Estamos ahora en una carrera entre la iluminación y la extinción, debemos co-crear con la divinidad en esta densa dimensión de la realidad en la Tierra. La reparación del clima sólo puede suceder con un cambio en el comportamiento humano, sí, la tecnología es la barra de sonido de la técnica clave, pero el yo es el ingeniero de nuestra colección de hábitos. Todos los grandes poemas saben más que los poetas, todas las ganancias provienen de la tierra, todo cambio comienza primero adentro. La paz y la dicha se encuentran en los espacios entre la respiración.

Despertemos a los poderes primordiales del universo.
                                                       Estamos unidos en verso.


Janette Ayachi nació en Londres en 1982. Tiene raíces argelinas y vive en Edimburgo. Fragmentos de su obra han sido publicada en más de sesenta revistas literarias y antologías. Colabora con artistas, y ha presentado su trabajo en BBC radio, así como en eventos en todo el Reino Unido. Es autora de los poemarios Pausas en los pasos de cebra y Un coro de fantasmas, así como de un libro para niños La sirena, la niña y la góndola. Su libro Hand Over Mouth Music (Pavilion) ganó el premio literario Saltire al Libro de Poesía del Año 2019.

Publicado el 31.01.2022

 

Última actualización: 04/05/2022