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Paz mundial, paz con la naturaleza

Mount Taranki, Whanganui, Nueva Zelanda

Por: Kiri Piahana-Wong
Traductor: León Blanco para Prometeo

Especial para Prometeo

Cuando pienso en el tema “paz con la naturaleza”, lo primero que me viene a la mente es la declaración opuesta. Todas las formas en las que enfáticamente no estamos en paz con la naturaleza. La forma en que hemos llenado la tierra de hormigón para que nuestros pies rara vez toquen la tierra. El sol oscurecido por el humo y la contaminación de las fábricas. Los automóviles, aviones, camiones. Los animales cuyos hábitats hemos destruido, aquellos que hemos cazado hasta la extinción. Nuestros océanos sucios y degradados. Los casquetes polares derritiéndose. Nuestro desinterés y desconexión.

Le hemos hecho daño a la naturaleza, y ella no nos necesita, pero nosotros sí a ella. Nuestra conexión con la naturaleza es crucial para nuestra sensación de bienestar. Nutre nuestra salud mental, física y espiritual. Algunas respiraciones profundas de aire libre y fresco, un paseo por la playa, un tiempo pasado en un bosque: necesitamos esta conexión. La naturaleza, de otro lado, puede prescindir muy bien de nosotros. Nunca fue tan claro, como en los confinamientos que tuvieron lugar en todo el mundo en los primeros días del Covid. En pocas semanas, vimos aire limpio en lugares que por décadas habían estado infectados por el smog. Vimos imágenes de animales salvajes reclamando las calles vacías. Vimos la vida de las aves floreciendo. Si alguna vez logramos acabar con nosotros mismos, ahora es obvio que la naturaleza recuperará lo que es suyo en muy poco tiempo. Hay algo maravilloso y reconfortante en esto: que nuestro reinado en este planeta no es más que un parpadeo. Que no hemos hecho ningún daño permanente.

Por supuesto, no es sólo la naturaleza a la que le hacemos daño. Nos hacemos daño unos a otros. Nos involucramos en guerras, tomamos por la fuerza lo que pertenece a otro, a una persona, una aldea, un pueblo, una nación; matamos y lastimamos. Nos hemos hecho el daño más grave imaginable el uno al otro. A veces es difícil imaginar cómo se puede lograr la paz mundial, ya que parecemos empeñados en el belicismo y hemos sido así desde los albores de la historia humana.

He estado considerando cómo estar en paz con la naturaleza podría ayudarnos a lograr la paz entre nosotros, la paz con el mundo. Quizá la clave es que nos veamos a nosotros mismos como parte de la naturaleza. A menudo se nos describe como separados, como lo he hecho hasta ahora en este ensayo. Que le estamos “haciendo” esto y aquello al mundo natural. Que el mundo natural tiene este y aquel tipo de efecto “sobre” nosotros. Pero de hecho somos parte inextricable del mundo en que vivimos. Si podemos empezar a respetar los ecosistemas complejos a los que pertenecemos, dando y recibiendo, sosteniendo y nutriendo, quizá también podamos empezar a respetar las conexiones que nos mantienen unidos.

Wanganui, Nueva Zelanda, marzo de 2022


Kiri Piahana-Wong nació en 1977 y es una poeta y editora neozelandesa de ascendencia maorí, china y pākehā (inglesa). Es la editora de Anahera Press, desde 2011. Anahera publica colecciones de poesía de escritores nativos, centrándose principalmente en poetas maoríes y de las islas del pacífico con sede en Aotearoa, Nueva Zelanda. Como poeta, los escritos de Kiri han aparecido en más de cuarenta revistas y antologías, incluyendo: Poemas Esenciales de Nueva Zelanda, Poesía de Nueva Zelanda, Tātai Whetū: Siete mujeres poetas maoríes en traducción, Una antología de Poemas de Nueva Zelanda para niños, Querido Corazón, Vā: 150 Poemas de Amor de Nueva Zelanda; Historias de Mujeres de Moana, y más. Tiene una colección completa, Nado nocturno (2013), y una segunda, Líneas de marea, está próxima a publicarse. Kiri también trabaja con poesía y ficción como crítica de libros, evaluadora de manuscritos, editora de antologías, mentora y directora de proyectos. Vive en Wanganui, Nueva Zelanda, con su pareja y su hijo de 4 años.

Última actualización: 04/05/2022