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Editorial

									Por una paz más activa que todas las guerras


Pleno de méritos, mas poéticamente habita el hombre sobre la tierra, nos dijo Hölderlin.

Y también nos dejó dicha una de esas cosas que sólo la poesía ha sabido y sabrá decirnos: “el sueño de la razón engendra monstruos”.

No contaremos entonces entre los méritos del hombre su aparentemente incansable voluntad de destrucción, ni su histórico desprecio por los débiles -a los cuales ha engendrado-, ni la inhumana y extorsiva expansión de los mercados en condiciones de extrema desigualdad -en la extensión hacia la esfera económica del brutal concepto de “guerra preventiva”-, ni su ubicua voracidad. Ya ni el color de una flor exótica de nuestras selvas será nuestro, ni el aire que esa misma razón ha vuelto irrespirable. Querrán confiscarnos los abrazos, hipotecar los nacimientos de agua, patentar los amaneceres.

Pero indeleble sobre el corazón del hombre y de su dura historia, la poesía ha mantenido y mantiene vivos y activos los sueños que anuncian las primaveras posibles del mundo, y aquellos méritos a los que se refería Hölderlin: el amor, claro; una indeclinable vocación por la libertad y la dignidad de la vida, la voluntad de retornar al olvidado respeto por las leyes puras de la naturaleza, el amor por una belleza que disfrutaremos todos, la inevitable necesidad de justicia.

Mucha oscuridad, sí, en medio de la cual resuenan las terribles estridencias de la muerte, pero también la larga y cada vez menos silenciosa aspiración a una paz justa y a una vida y un mundo en el que la injusticia y el crimen hayan retrocedido.

Pues poéticamente habita y habitará el hombre sobre la tierra.

Última actualización: 28/06/2018