English

Yevtushenko, la poesía y los ogros ideológicos

Fotografía del archivo del 20º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Manlio Argueta

 

El destacado poeta ruso Eugenio Evtushenko fue uno de los poetas invitados al 20º Festival Internacional de Poesía de Medellín, entre el 8 y el 17 de julio de 2010. Incluimos en esta edición un texto de Manlio Argueta que da cuenta de la visita del poeta ruso a El Salvador, el video de la lectura de poemas de Evtushenko en la universidad norteamericana George Washington en octubre del 2009 y cinco de sus poemas, traducidos por Javier Campos, que se incluyeron en la antología Manzanas robadas, que publicó Prometeo en julio de 2010.

 

Para Yevgueny Yevtushenko era el 96º país que visitaba en sus 73 años de vida. El evento al que asistí fue el 29 mayo del 2007. Ya en 1987 había ido a una de las presentaciones de Eugenio Yevtushenko, en un gimnasio para ocho mil personas, en Berkeley, California, donde pude detectar el poder de la poesía ante un público heterogéneo frente a un poeta de una potencia polar de los Estados Unidos: la Unión Soviética. Algo inaudito, fuimos a escuchar a un poeta “adversario”, un espectáculo mientras dice los poemas en su propio idioma.

Ahora se presenta en parque y Centros Escolares de El Salvador invitado por un grupo de poetas jóvenes de la Fundación Metáfora, dirigida por Otoniel Guevara.

Cuando digo adversario me refiero a adverso, pero aun así hay que explicarse, ¿hay poetas adversarios? ¿Contra quién y a favor de quién? Me refiero en esta época, de palabra de de diálogo y búsqueda de legitimidad.

Este pensamiento se me ocurre luego de escuchar al poeta originario de una aldea siberiana, el poeta más connotado de la ex Unión Soviética de las últimas cuatro décadas, Eugenio Yevtushenko (1933).

Un clásico en el idioma ruso; por consiguiente no es fácil referirse a sus poemas. Porque si cualquier traducción es inexacta. Traducir el sonido, la música, es el dilema, pues todo poeta tiene los ritmos de su propio idioma. La poesía refugia sus ideas en la música. Por eso es difícil captar un poema si no hay costumbre de oír poesía. Si nunca se escucha nunca se “entiende” Igual pasa con genios de la humanidad como Mozart. La poesía parecerá un enigma del lenguaje.

Por eso quiero referirme más que a sus poemas, a la trascendencia de su visita a América Central, ¡¡y a El Salvador!! Un poeta que ha sido traducido a más de 70 idiomas, ha visitado 96 países, y que en la era soviética lo consideraron poeta oficial. Concepto que surgió porque Yevtushenko, en plena guerra fría, fue embajador de buena voluntad en iniciativas de paz –con su poesía, no con discursos, esto es importante- viajando por casi todo los Estados Unidos, quizás por esa vocación multicultural que tiene se origina desde sus raíces, con reencuentros de culturas distintas, colonos y emigrantes que llegaron de otros continentes, perseguidos y desplazados… y los esclavos de África que nos dan el jazz y toda esa gama de ritmos actuales.

 

La trascendencia universal de un poeta de aldea

Además de sus traducciones, Yevtushenko ha publicado en periódicos de su país, por supuesto; pero también en el New York Times, Le Monde Diplomatique, La Stampa, Excelsior de México; ha leído en la Catedral de Nueva York, acompañado de Robert de Niro; en la Ópera de Roma, junto a Vitorio Gassman, en el Estadio Caupolicán junto a Pablo Neruda; en el estadio Lenin, de Moscú, con capacidad para cien mil personas, explicable en una cultura de inmensos poetas (Mayakowski, Esenin, Ajmatova y muchos más).

Yevgueni Yevtushenko rompió muros, no con un martillo sino la palabra mágica de la poesía maga. Años antes el poeta de la era soviética visitó España de Franco y Portugal de Salazar, dos personalidades fascistas que no requieren presentación para quienes conocen el marco político mundial. ¡Y lo dejaron entrar! También en el Salvador se atrevieron a darle visa.

Llamarlo poeta oficial del Estado soviético solo es de esos amaneramientos políticos, pues su película “El funeral de Stalin”, con Vanesa Redgrave, fue recibida con pedreas, por fanáticos estalinistas, en los cines de su país. Protestó contra la invasión de Afganistán; por el trato que se dio a una República Autónoma de Chechenia; protestó por la invasión de los tanques soviéticos en Checoeslovaquia y pidió la liberación de Vlaclav Havel, Premio Nobel y posteriormente presidente de Checoeslovaquia. Quizás ese título peyorativo de poeta oficial se le endilga porque no murió. Vivo se vuelve problemático.

Así como para Salarrué la patria es el paisaje ofendido, para Yevtushenko, “la patria es mi poesía”. Esta idea la amplió en su conversación con jóvenes en San Salvador: “la patria es la viejecita que me regaló la mitad de su pan cuando de niño me moría de hambre en las tundras de Siberia, y que al verme que aun tenía hambre, me regaló la otra mitad de su mitad”. Esa es mi patria, afirmó, ante la admiración de unas doscientas adolescentes que le escuchaban, “la viejecita anónima y analfabeta, pero alfabeta de corazón” (evento en Centro Educativo Francisco Morazán, el jueves 17 de mayo/07).

Fue una bella culminación a los 73 años presentarse en el Centro Educativo mencionado, y despertar admiración a quienes nunca habían oído hablara de él, y les resultaba difícil decir su nombre por impronunciable. Aunque ningún funcionario oficial se dio cuenta de su presencia, sabíamos que en los años aciagos de la “guerra fría” fue un embajador cultural en diferentes escenarios, no solo de los Estados Unidos; también estuvo ante más de 20 mil personas en México, acompañado de David Alfaro Sequeiros y el presidente de México, o en el estadio Caupolicán de Santiago de Chile, junto a Pablo Neruda.

Cuando la Fundación Metáfora anunció que traía a Eugenio Yevtushenko, los apoye para que encontrase un espacio para presentarse, no fueron las universidades, ni los centros culturales, quedaban entonces los parques y los Centros Escolares. En el caso que me hice presente lo hizo en la cancha de basquetbol. En principio me parecía increíble. Un poeta de dimensiones mundiales presentado con humildad digna y honrosa en un espacio de educación básica, con un personal docente que nunca lo había oído mencionar, y menos a un poeta ruso. Pero oírlo leer en su idioma, en sus ritmos y sonidos, todo cambio para el público joven y los pocos adultos. Las grandezas humanas surge de apuestas sencillas.

Cerró la primera etapa de su conversación con un mensaje: “Un poeta puede odiar a los políticos, puede burlarse de ellos, pero nunca debe ser indiferente a los problemas políticos”. Palabras, dirigidas más que a las adolescentes que lo escuchaban.

Y agrego: “el poeta debe ser irreverente e irónico, rebelde, inclusive en contra de poder y oponerse al formalismo político, a las cuadraturas burocráticas o ideológicas”.

 

Sensibilidad, poesía y antipoetas

Uno de los poemarios más conocidos de Eugenio Evtushenko es Babi Yar, que se refiere a un rincón rural con ese nombre en Ucrania, en 1941, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, el nazismo masacró EN MENOS DE 72 horas cerca de 34 000 civiles (mujeres, niños, ancianos, fueron obligados a meterse en un foso donde les disparaban por grupos), asesinados por ser judíos o comunistas. El poema inspiró la famosa Sinfonía número 13 del gran compositor ruso Dimitri Shostakovich. No me resto a citar algunos versos de este poemario:

Sobre Babi Yar, habla la hierba silvestre. / Severo, con ojos de juez, /te contempla el árbol./ El silencio en torno grita. / Me quito la gorra, siento / que envejezco. / Y soy, yo mismo soy/ un solo grito sin voz / sobre miles y miles / de enterrados./ Todo anciano fusilado aquí: yo. / Todo niño fusilado aquí: yo./ Nada, ni una sola de mis fibras /lo olvidarán jamás/. La sencillez, sensibilidad, tolerancia y ternura del poeta Yevtushenko no surgen de la nada.

Para quienes caminan por la politología, deben saber que en la segunda Guerra Mundial, murieron 20 millones de soviéticos, además de 6 millones de judíos en toda Europa, más otros millones de europeos; e incluyendo alemanes y americanos cayeron otros diez millones. Con esa historia es explicable que la humildad haga morada en el corazón del poeta Yevstuchenko.

Sean estas palabras un homenaje a la poesía, con mayúscula, a su contribución universal, no sólo por el rescate de valores nacionales e idiomáticos, también por su poder enigmático e inentendible que previene violencia y corrupción y otros vicios de este mundo. Horada murallas ideológicas y produce admiración en un grupo de jovencitas que escucharon al poeta con sana alegría y admiración y una realidad cultural nunca experimentada: tener a un poeta ruso en su cancha de futbol y luego en sus aulas. Para las adolescentes del Centro Escolar Morazán fue un espectáculo de palabras mágicas de un poeta que por cierto lee y habla muy bien el español. Aunque lo hiciera mejor cuando leyó en ruso.

Yevtushenko quiso hacernos reír con la dramatización de sus poemas, sabía que no entendíamos el idioma propio, pero si entenderíamos sus gestos. Con lo difícil que es reír, en un periodo que no es para risas sino para atragantarnos con realidades trágicas. O sea que el poema no solo conmueve, también produce alegría. Y el poeta supo hacerlo ante un grupo de doscientas chiquillas y los doce adultos, incluyendo docentes que estuvimos en su presentación.

Para cerrar el evento el poeta compartió con el grupo de docentes a quienes se los había ganado con sus poemas. Claro, estaba en un Centro Escolar sencillo, muy vulnerable a los problemas sociales. En esa concreciones nos damos cuenta que la grandeza es invisible si no tratamos de verla con el sentimiento y la emoción, algo que no es fácil lograr con valores subjetivos del poema.

En verdad, toda poesía es filosofía de vida, y quizás por eso no siempre la comprendemos, puede ser enigmática e indescifrable, y hasta parecer un misterio. Pero el gran poeta de la era soviética Yevtushenko trajo su experiencia de mundo a la sencilla humanidad de unas jóvenes escolares. O sea que la materia prima humana existe. Ha hecho falta las políticas de Estado.

Última actualización: 31/08/2021