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Ferlinghetti: ¿Para qué sirven los poetas?

Por: Amy Goodman/Lawrence Ferlinghetti
Traductor: Germán Leyens

Democracy Now!

Este año hace cincuenta años desde que Viking Press publicara la novela “On the Road” [En el camino] de Jack Kerouac. Hoy hablaremos con Lawrence Ferlinghetti, poeta y editor de City Lights Books. En 1953, Ferlinghetti cofundó City Lights Bookstore en San Francisco, la primera librería con sólo libros en rústica en EE.UU. Dos años después lanzó la editorial City Lights. Ambas instituciones siguen funcionando medio siglo después.

“En el camino” fue un éxito inmediato y sigue siendo una de las obras clave de la Generación Beat. Se trata de un relato novelado de los viajes de Kerouac por el país a fines de los años cuarenta. Originalmente escribió el libro en tres semanas a comienzos de los años cincuenta. Kerouac lo mecanografíó sobre un rollo de teletipo a un solo espacio sin márgenes o divisiones en párrafos.

Mientras el mundo literario marca el 50 aniversario de la publicación de “En el camino” pasamos hoy la hora [de Democracy now!] con Lawrence Ferlinghetti, destacada figura literaria de la Generación Beat. Es al mismo tiempo poeta, librero, editor y activista.

Puede que City Lights sea mejor conocida como editora del hito poético “Aullido” de Allen Ginsberg. Revolucionó la poesía estadounidense y la consciencia estadounidense. Pero también llevó a que Ferlinghetti y su socio editor fueran arrestados y procesados por obscenidad.

Lawrence Ferlinghetti también es poeta. Su colección de 1958 “A Coney Island of the Mind” [Un Coney Island de la mente] ha vendido más de un millón de copias y es un antiguo poeta laureado de San Francisco.

TRANSCRIPCIÓN NO EDITADA

JACK KEROUAC: Así que Dean y yo fuimos a toda velocidad a la Costa Este. En un momento conducimos una limusina Cadillac 1947 por el Estado de Nebraska a 177 kilómetros por hora, dejando atrás tremendos trenes de pasajeros y transportes de flete sobre ruedas de acero en un nervioso, estremecedor arranque de gasolina. Contamos historias y partimos como bólidos hacia el este. Había vagabundos junto a los rieles, botellas de borrachos, la luna brillando sobre fogatas. Había vacas cariblancas en las llanuras, oscuras como monjas. Era el alba, Iowa, el río Mississippi en Davenport, Chicago al caer la noche. “¡Ho! hombre” me dijo Dean mientras estábamos frente a un bar en North Clark Street en una cálida noche de verano: “¿Qué te parecen esos viejos chinos que andan por Chicago? ¡Vaya ciudad tan rara! ¡Y fíjate en esa mujer de la ventana!, fíjate, fíjate cómo se le ven los pechos saliéndose por el escote del camisón, y vaya ojos tan grandes. Sal, tenemos que ir y nunca dejar de seguir yendo hasta que lleguemos,” dije. “¿Adónde vamos, Dean?”

AMY GOODMAN: Jack Kerouac. A los 88 años, Lawrence Ferlinghetti sigue en plena forma. Continúa escribiendo poesía y dirigiendo City Lights. Lo vi recientemente en San Francisco. Me mostró brevemente la librería City Lights.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Esta es una sección llamada “Continentes robados.” En otras palabras, libros como “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano – es un gran libro – y generalmente los resultados del colonialismo y del imperialismo. Puede verse como una inmensa sección de revelación de escándalos, anarquismo, lucha de clases, ciencias políticas, sociología: historia de los pueblos.

AMY GOODMAN: Antes de que me llevara a esa visita, me senté con Lawrence Ferlinghetti para una prolongada conversación. Comencé por pedirle que leyera un pasaje de su nuevo libro: “Poesía como arte insurgente.”

LAWRENCE FERLINGHETTI: Y el libro comienza – es un libro en prosa: “Poesía como arte insurgente:

Te hago señas a través de las llamas. El Polo Norte ya no está donde solía estar. El Destino Manifiesto ya no es manifiesto. La civilización se autodestruye. La diosa Némesis golpea a la puerta...

¿Para qué sirven los poetas en una era semejante? ¿Cuál es el uso de la poesía? Si quieres ser poeta, crea obras capaces de responder al desafío de tiempos apocalípticos, incluso si ello significa que suenes dantesco. Tienes que decidir si los gritos de los pájaros son gritos de éxtasis o gritos de desesperación, y al hacerlo sabrás si eres un poeta trágico o lírico. Concibe el amor más allá del sexo. Sé subversivo, cuestionando constantemente la realidad y el status quo. Esfuérzate por cambiar el mundo de tal manera que no haya más necesidad de ser disidente. Lee entre las vidas y escribe entre las líneas. Comprométete con algo que esté más allá de ti mismo. Sé apasionado al hacerlo. Pero no destruyas el mundo, a menos que tengas algo mejor para poner en su lugar.

Si quieres extraer la fama de las llamas, ¿dónde está tu arco ardiente?, ¿dónde están tus flechas de deseo?, ¿dónde está tu chispa ardiente?

La clase de los amos inicia las guerras. Las clases bajas las libran. Los gobiernos mienten. A menudo, la voz del gobierno no es aquella del pueblo.

¡Pronúnciate! ¡Actúa! El silencio es complicidad. Sé el tábano del Estado y también su luciérnaga. Y si tienes dos barras de pan, haz como hacían los griegos: vende una con la moneda del reino, y con la moneda del reino compra girasoles.

¡Despierta! ¡El mundo está en llamas!

¡Que lo pases bien!

Va a aparecer en un formato un poco más pequeño. Ésta es una prueba. En realidad va a tener más bien el tamaño del Pequeño Libro Rojo del Presidente Mao.

AMY GOODMAN: Poesía como arte insurgente.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí.

AMY GOODMAN: Lawrence Ferlinghetti, a los 88 años, sigue publicando, sigue yendo cada día al trabajo en la Librería City Lights que cofundó en 1953.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Fue una librería muy pequeña durante muchos años, una librería de una sola pieza con nuestra editorial en una habitación en el sótano. En realidad era una imprenta underground.

AMY GOODMAN: Este libro y la poesía, “Poesía como arte insurgente,” ¿dónde lo escribió?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, es un proyecto permanente. Un libro llamado “¿Qué es poesía?” apareció hace unos pocos años – hace unos diez años, y le agrego cosas permanentemente. Y en cuanto a definiciones de poesía, es un tema inagotable. Y –

AMY GOODMAN: ¿Dónde escribe?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, en cualquier parte. En cualquier parte, donde se me venga algo a la mente. No soy muy sistemático en eso.

AMY GOODMAN: Volvamos en el tiempo a cuando nació. Cuéntenos algo sobre dónde nació, quienes fueron sus padres.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, nací en South Yonkers, y –

AMY GOODMAN: En Nueva York.

LAWRENCE FERLINGHETTI: en la ciudad de Nueva York, al norte del parque Van Cortlandt. Pero mi madre tenía – mi padre había muerto justo antes de mi nacimiento, y mi madre ya tenía cuatro hijos. Y mi llegada superó sus posibilidades, se trastornó y tuvo que ser hospitalizada. Y una pariente francesa – en realidad, la mujer del tío de mi madre, me llevó a Francia en pañales, y viví en Estrasburgo durante – no estoy seguro – tres o cuatro años y hablé francés antes de inglés, antes de que volviéramos a EE.UU. Y luego crecí como un muchacho típicamente estadounidense.

AMY GOODMAN: Bueno, no fue realmente una infancia demasiado típica, porque entonces esa madre, también, ¿la persona que pensaba entonces que era su madre?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí. Ella consiguió un trabajo como profesora de francés en una inmensa mansión que pertenecía a la hija del fundador del Sarah Lawrence College, cuyo nombre era William Van Duzer Lawrence, en Bronxville. Y la casa en la que mi madre consiguió un trabajo como profesora estaba a apenas media milla de ahí. Era una mansión grande. Sigue estando allí. Y ella desapareció después – en uno de sus días libres, nunca llegó, evidentemente por una amnesia bastante grave. Y entonces, nunca volví a oír de ella hasta que estaba en la Armada y me llamó un trabajador social de la Armada diciendo que había muerto en un psiquiátrico en Central Islip y que me identificó como su único superviviente.

AMY GOODMAN: Así que lo crió la familia que estableció el Sarah Lawrence College.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí, era la familia Bisland, Anna Lawrence Bisland.

AMY GOODMAN: Como Howard Zinn, combatió en la Segunda Guerra Mundial.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí. Fui –

AMY GOODMAN: Como muchos otros.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Fui capitán de un cazasubmarinos estadounidense en la invasión de Normandía, la primera mañana, a las 6, una pantalla antisubmarina alrededor de las playas de Normandía. Y luego fui al Pacífico el último año. Fui navegador en un transporte de tropas, e íbamos hacia Japón. Y en las fuerzas armadas, no te dicen nada excepto lo que necesitas saber para realizar tu parte del plan general. Así que apenas sabíamos para qué íbamos a Japón, excepto que con todos los otros barcos que iban en la misma dirección, cargados de tropas, era obvio que formábamos una fuerza de ocupación. No, se suponía que fuera primero una fuerza de ataque, y luego cuando fueron lanzadas las bombas atómicas, la fuerza de ocupación se transformó en – Quiero decir, la fuerza de invasión se convirtió en una operación de ocupación. Y llegamos a Sasebo en el sur de Japón. Y se trataba de – llegamos utilizando fotografías aéreas capturadas del puerto. No teníamos ningún mapa del puerto.

Y después de un día en tierra, tomamos un tren a Nagasaki. Estábamos a sólo unas pocas horas. Y pienso que debe haber sido unas siete semanas después del lanzamiento de la bomba en Nagasaki. Y había habido tiempo para “limpiar,” durante un cierto tiempo, pero todavía era una escena devastadora. Me convirtió instantáneamente en pacifista. Había unos 8 kilómetros cuadrados de mantillo del que sobresalían cabellos y huesos humanos, y en el horizonte una especie de – un paisaje que se veía en el cuadro de Anselm Kiefer de esos días: formas ennegrecidas irreconocibles que se alzaban en el horizonte y tazas repletas de carne – tazas –

AMY GOODMAN: ¿Comprendió usted lo que había sucedido?

LAWRENCE FERLINGHETTI: - con carne fundida en la taza. Oh, no teníamos la menor idea de lo que – nadie sabía lo que era la radiación. Íbamos por ahí. Nunca tuvo ningún efecto dañino, pero tal vez sucedió con algunos de los otros con los que iba. Fue sólo –

AMY GOODMAN: ¿Vio a algún japonés vivo?

LAWRENCE FERLINGHETTI: No. En el puerto de Sasebo, pensamos que habría muchos japoneses, pero se habían ido todos. Toda la ciudad era como una ciudad fantasma. Estaba todo entablado, y todos los japoneses habían huido a los montes. Ni un japonés en parte alguna.

AMY GOODMAN: Así que cuando volvió a EE.UU., ¿cómo comenzó a asimilarlo y también a ganar conciencia de la política?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Creo que lo hizo Nagasaki. Quiero decir, había crecido como un chico típicamente estadounidense. Había sido Boy Scout en los suburbios, un Eagle Scout, sólo que me degradaron por robar lápices en el baratillo en la misma semana en que llegué a Eagle Scout. Pero aparte de pequeños incidentes semejantes, yo era un auténtico muchacho estadounidense, y yo –

AMY GOODMAN: Así que lo mandaron a –

 

LAWRENCE FERLINGHETTI: Yo no tenía la menor idea – no recuerdo ni siquiera que haya oído hablar de un objetor de conciencia en la Costa Este durante la Segunda Guerra Mundial. Fue solo cuando llegué a San Francisco y comencé a escuchar KPFA, que había sido fundada por objetores de conciencia, y –

AMY GOODMAN: ¿Conoció a Lou Hill?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí, encontré a Lou Hill. Creo que estaba en el aire, cuando él todavía estaba presente. Y conocí a Kenneth Rexroth aunque – se podría decir que yo era totalmente analfabeto desde el punto de vista político hasta que encontré a esa gente. Quiero decir, que mi educación política la conseguí de KPFA y de escuchar a Kenneth Rexroth y sus veladas del viernes por la noche. Y él se consideraba anarquista filosófico. Quiero decir –

AMY GOODMAN: Explique cómo era Kenneth Rexroth, especialmente para los jóvenes.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, Rexroth, era el principal poeta mayor en San Francisco en los años cincuenta cuando yo llegué, y tenía un programa en KPFA. Y no reseñaba sólo literatura. Reseñaba cualquier tema: geología, antropología, astronomía, filosofía – y parecía tener un conocimiento enciclopédico. Y yo solía ir a su casa a las veladas del viernes por la noche. Simplemente me sentaba en – los primeros seis meses ni siquiera me atrevía a abrir la boca. Estaba totalmente perdido. No sabía de lo que él hablaba la mayor parte del tiempo.

Y entonces, cuando iniciamos la Librería City Lights en 1953, - mi socio original fue Peter Dean Martin, cuya idea era tener una librería con sólo libros en rústica, porque en esos días los libros en rústica ni siquiera eran considerados libros de verdad por el comercio librero, pero los editores en Nueva York estaban comenzando a publicar libros en rústica de calidad, y no había ningún sitio donde comprarlos, porque los antiguos libros en rústica eran policiales y baratos libros de bolsillo pegados. Y, por lo tanto, fue una idea brillante abrir un negocio en el que se conseguían esos nuevos libros en rústica de calidad, en 1953. Y Peter Martin era hijo de Carlo Tresca, el anarquista italiano que fue asesinado en las calles de Nueva York, probablemente por fascistas. Y así tuvimos esa orientación anarquista-pacifista desde el comienzo en City Lights. Yo obtuve la mía de Kenneth Rexroth y KPFA.

AMY GOODMAN: ¿Por qué le pusieron City Lights a la librería?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Por la película de Chaplin

AMY GOODMAN: Charlie Chaplin.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Y en realidad obtuvimos un telegrama de la sucesión de Chaplin autorizándonos para utilizar el título. Y así comenzó la librería.

AMY GOODMAN: Hablamos con el editor y poeta, Lawrence Ferlinghetti. Cuando estuvimos en San Francisco, pregunté por la Generación Beat y por qué es una expresión que no siempre ha compartido.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, no utilizamos la palabra “beat” en el dorso de ninguna publicación de City Lights, incluyendo los libros de Allen Ginsberg. Yo no fui miembro de la Generación Beat original. Me encontraba – cuando ellos estaban en Columbia College, estaba haciendo un curso de postgrado en Columbia. No conocí a ninguno de ellos. Y sólo después de llegar a San Francisco comencé a encontrar a los poetas, porque una librería es un punto de encuentro natural para poetas. Y desde los inicios tratamos de convertir a City Lights en un centro comunitario, lo que pronto sucedió. Y así, llegó Ginsberg. Me asocié con los beat publicándolos. Y eso es –

AMY GOODMAN: ¿Qué significa “los beat”? ¿Qué significa para usted?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, nunca me gustó el término, y especialmente la palabra “beatnik” nunca fue utilizada por alguno de los poetas, porque era un término evidentemente inventado por Herb Caen, el cronista de chismes de San Francisco. Era la época del Sputnik, así que era un manera cómoda para que siúticos fatuos rebajaran a esos bohemios sucios sin lavar, llamarlos “beatniks.”

AMY GOODMAN: ¿Kerouac acuñó la expresión?

LAWRENCE FERLINGHETTI: No la acuñó – la convirtió.

AMY GOODMAN: No “beatnik,” sino la Generación Beat.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí. Estaba más bien pensando – siendo católico, pensaba más en una beatitud. Pero entonces, también hablaba de lo mismo en jazz. Pero existe toda esta idealización de la cultura negra y de la música que provenía de la cultura negra. Y en nuestra generación, también hubo simplemente una parte de la glorificación general del hombre natural, porque todos habíamos estado leyendo a D.H. Lawrence, y el hombre nativo impoluto y el jardinero en Lady Chatterley y la gente en el libro mexicano de D.H. Lawrence, “La serpiente emplumada.” Y es lo que se encontraba en la consciencia de mi generación, incluyendo la de Kerouac.

AMY GOODMAN: Lawrence Ferlinghetti, usted comienza la librería en 1953. En 1957, usted y Allen Ginsberg, ya están involucrados en un juicio por obscenidad. Cuéntenos.

LAWRENCE FERLINGHETTI: La primera impresión fue hecha en Inglaterra, porque las prensas – imprimían mucho mejor y la encuadernación era mucho mejor y era mucho más barato imprimir en Inglaterra. Y no éramos más que una pequeña imprenta de una pieza. Y así, era impresión tipográfica. Las primeras copias de “Aullido” fueron retenidas por la aduana – “Aullido” de Allen Ginsberg y Otros Poemas. Y entonces, la aduana en San Francisco retuvo los libros, y finalmente los devolvieron después de que el fiscal de EE.UU. se negó a procesar. Y entonces –

AMY GOODMAN: Explique la importancia de “Aullido” y por qué publicó el poema de Allen Ginsberg.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, fue esa reacción cuando lo leí por primera vez y cuando lo oí por primera vez: nunca antes había visto el mundo de esa manera. Es una nueva realidad que veo y escucho. Y pienso que así es con las grandes obras. Cuando se leen por primera vez, se dice: “Nunca he sabido que así sean las cosas. Nunca me di cuenta de que así es realmente el mundo.”

AMY GOODMAN: ¿Cuándo encontró por primera vez a Allen Ginsberg?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, fue a la librería y me dio el manuscrito. Y entonces presentó un recital unos pocos días después – llegó a ser bastante famoso – en la parte delantera de un garaje en el Distrito Mission. Era llamado la Six Gallery. Y me fui a casa. No conocía suficientemente bien a ninguno de los beat para salir de parranda con algunos después, y yo llevaba una vida matrimonial respetable viviendo en Potrero Hill. Así que fui a casa después del recital, y envié un telegrama a Allen – eso fue antes de que hubiera algún otro medio de comunicarse rápidamente, no había correos electrónicos o facsímiles o algo parecido – así que un telegrama de Western Union a Allen Ginsberg, copiando lo que había oído: Emerson había escrito a Whitman después de recibir una primera copia de “Hojas de hierba” de Whitman, diciendo “Le saludo al inicio de una gran carrera,” a lo que agregué: “¿Cuándo recibo el manuscrito?” Así nací como editor.

AMY GOODMAN: ¿Cómo describiría a Allen Ginsberg?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, pienso que Allen – la cualidad primordial que la gente recuerda sobre Allen es su compasión, su extraordinaria compasión por todos. Y pienso que una buena parte provino de su conversión al budismo. Y era una persona muy noble. También era un poeta genial y un publicista genial. Siento que sin Allen Ginsberg no habría habido alguna Generación Beat reconocida como tal. Sólo habrían sido grandes escritores separados en el paisaje. Pero Allen es – él creó por sí solo todo el asunto.

AMY GOODMAN: Así que explique lo que sucedió, lo que fue el juicio por obscenidad.

 

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, tuvimos un juicio en un tribunal municipal en San Francisco, y todo sucedió en un solo verano. Y tuvimos a Al Bendich de la Unión [US] Americana por las Libertades Civiles [ACLU, por sus siglas en inglés] en su primer caso, defendiéndonos. Si – quiero decir, gracias a Dios por la Unión Americana por las Libertades Civiles. Hubiésemos tenido que cerrar en seguida. No teníamos dinero para defensas legales. Y entonces Jake Ehrlich, un famoso abogado penalista, se asoció al caso y ocupó la mayor parte del programa, citando antiguos clásicos como Moll Flanders y dejando sólo los últimos cinco minutos del último día al abogado de la ACLU, Al Bendich, para que presentara el caso constitucional por el cual – las partes constitucionales con las que se ganó el caso.

Y el juez dictaminó que si existía la menor importancia social compensatoria, el libro no podía ser censurado. Y ese precedente, aunque fue sólo en un tribunal municipal, ha resistido todos estos años, así que lo que pasó es que – bueno, se abrieron las esclusas. Permitió, por ejemplo que Grove Press, publicara sólo unos pocos años después, “El amante de Lady Chatterley” y a Jean Genet y los Trópicos de Henry Miller, etc. Y ese desafío sigue firme en la actualidad – quiero decir, ese precedente.

AMY GOODMAN: Estuve leyendo una biografía suya, una maravillosa biografía con fotos del juicio: “Ferlinghetti: A Biography” de Neeli Cherkovski, y describe dos años después del juicio, el 27 de mayo de 1959, su carta al San Francisco Chronicle – usted es un feroz crítico de los medios – dándoles una paliza por no informar sobre la lectura por Allen Ginsberg de su siguiente obra importante después de “Aullido” llamada “Kaddish.” ¿Recuerda la carta?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Pienso que es probablemente bastante –

AMY GOODMAN: ¿Quiere leerla?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Seguro. ¿Dónde comienza? Aquí mismo.

AMY GOODMAN: Ahí mismo.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, sí. Yo era bastante impetuoso en aquel entonces.

“Estimado editor: Es una verdadera lástima que un importante poeta estadounidense tenga que escribirle para destacar la importancia de su propia poesía, como lo hizo ayer Allen Ginsberg en una carta al Chronicle. Dijo: ‘Tal vez el Chronicle haya pasado por alto el más importante ítem noticioso en su informe sobre el recital benéfico de poesía del sábado pasado en North Beach, San Francisco.’” Ese ítem, tenía que ver con su propia persona, dijo: “Presenté una lectura muy extraordinaria del primer poema importante que he escrito desde ‘Aullido.’ Es un evento de considerable importancia para San Francisco,” fin de cita. Bueno, a Allen no le faltaba ego.

AMY GOODMAN: Y luego usted no los deja, diciendo:

“El informe socarrón del Chronicle sólo subrayó la ignorancia de numerosos san franciscanos cultos en cuanto al desarrollo actual más importante en la poesía moderna, tanto aquí como en todo el país.” Usted escribe: “Si las palabras de un pequeño editor, como yo, no tienen efecto, tal vez varios editores neoyorquinos, New Directions, Grove Press, podrían ayudar a explicárselo. A cualquiera de sus editores le complacería informar a los san franciscanos sobre lo que sucede en su ciudad.”

LAWRENCE FERLINGHETTI: Está muy bien. No podría haberlo dicho mejor hoy en día. Quiero decir, San Francisco era un sitio muy provincial, ¿sabe? Cuando llegué por tierra en tren y luego en ferry al edificio del ferry y hablé con los primeros que encontré aquí, tuve la idea de que pensaban en sí mismos como una – en San Francisco como esta república de ultramar, que no pertenecía realmente a EE.UU. y que eran en primer lugar san franciscanos y después estadounidenses, algo como los napolitanos que se consideran primero napolitanos y luego italianos. Es una especie de mentalidad isleña. Hablo de 1951. Y pienso que esa mentalidad isleña era una especie de mentalidad de la frontera, y que de cierto modo ha desaparecido ahora, con Internet y todos los otros medios electrónicos de comunicación.

AMY GOODMAN: ¿Por qué eligió San Francisco?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, traté de llegar a alguna parte en Nueva York. Tenía un título en periodismo. Directamente después de la Segunda Guerra Mundial, traté de entrar en los periódicos de Nueva York, pero había dos personas para cada puesto de trabajo en un periódico neoyorquino: la que lo tenía antes de la guerra y la que lo había reemplazado. Y así, cuando fui a Francia con la Ley GI [Ley del soldado] y obtuve un doctorado en la Sorbona, ya era 1951, y me imaginé, bueno, que probaría en alguna otra ciudad. Nueva York era imposible. Todo parecía estar cerrado. Y el Oeste seguía siendo la última frontera.

AMY GOODMAN: Es el 50 aniversario de “En el camino.” Hable de Jack Kerouac.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, Kerouac era – no podía manejar la fama en absoluto. En cuanto “En el camino” lo hizo famoso, se detuvo muy pronto y no fue – no volvió a salir por los caminos con otros poetas Beat. Se quedó – fue a casa a cuidar a su madre, y vivió con su madre el resto de su vida en diversos sitios sobre todo de arriba abajo por la Costa Este, también con un par de intentos de ir a establecerse en San Francisco. Y no tuvo nada más que ver con la, cito, “Generación Beat.” Todavía escribió –

AMY GOODMAN: Usted lo encontró antes –

LAWRENCE FERLINGHETTI: – todavía escribió voluminosas cartas a Ginsberg.

AMY GOODMAN: ¿Usted lo encontró antes de la publicación de “En el camino”?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, no sé bien cuándo lo encontré. Mucho después pidió prestada mi cabaña en Big Sur para superar su alcoholismo – pensó en ir y hacer una cura de desintoxicación. Fue a fines de los años sesenta.

AMY GOODMAN: Y escribió un libro, “Big Sur”.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Sí, un libro muy deprimente, comparado con lo que había escrito antes, y “En el camino” tenía ese gusto por la vida, esa joie de vivre, que es lo que atrajo a Henry Miller en los escritos de Kerouac. Y Miller quiso encontrarlo. Pero eso son los pasajes descriptivos – “En el camino” es maravilloso, como si estuviera ávido de vida. Y en un libro, veinte años después, como “En el camino” – es una vieja prosa cansada en comparación con sus primeros escritos.

AMY GOODMAN: Pero usted prefirió no publicar “En el camino.”

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, no nos quedó otra. Ya estaba enganchado con editores de Nueva York. Quiero decir, el manuscrito de “En el camino” ya había andado por ahí - ¿quién fue? ¿Scribner’s? En Nueva York, – finalmente publicamos varios libros de su poesía, pero nunca tuvimos realmente una oportunidad de publicar alguna de sus novelas.

AMY GOODMAN: ¿Qué efecto diría que tuvo “En el camino” sobre usted, sobre su obra? ¿Lo tuvo?

LAWRENCE FERLINGHETTI: No, no tuvo mucho efecto en lo mío. Lo mío era más – mis escritos estaban más bien en la tradición europea, pero diría que algunos de los mismos autores que afectaron a Kerouac me afectaron fuertemente a mí, como Marcel Proust y James Joyce, y tuvimos la misma formación, y ambos hablábamos francés. Fue uno de los vínculos que teníamos. Y hablábamos en francés, porque los dos habíamos hablado en francés con nuestras madres. Pero él - ¿dónde estábamos?

AMY GOODMAN: Solo hablando del encuentro con Jack Kerouac y de la influencia – si tuvo alguna influencia sobre usted.

LAWRENCE FERLINGHETTI: En realidad no. Allen Ginsberg afirmó que la obra de Kerouac tuvo una inmensa influencia sobre la suya, pero en realidad no lo veo así. Pienso que Allen admiraba a Kerouac por su prosa muscular y sus poderes de descripción.

AMY GOODMAN: Existe una película de Allen Ginsberg y Neal Cassady en City Lights – en el sótano de City Lights, en 1965. Ante todo, háblenos también de Neal Cassady, y luego cuéntenos sobre ese sitio de reunión y esos momentos en City Lights.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, Neal era una especie de prototipo del héroe o antihéroe estadounidense. Uno podría colocarlo en la tradición de los héroes de las grandes películas de vaqueros, en las que en tantas de las cintas clásicas de vaqueros el héroe es también una persona de fuera, y él es un – por ejemplo, Sam Shepard dando vueltas por la base aérea en la que había sido un piloto de pruebas, dando vueltas alrededor de la base aérea en su caballo, no es totalmente – es un extraño a pesar de todo, a pesar de que había tenido éxito en el lugar. Y en las antiguas películas de vaqueros, el héroe llega a la ciudad como un espíritu libre independiente, y lo espera alguna terrible escena en esa pequeña ciudad en la que hay que librarse de algún mal, hay que silenciar a algún bellaco, y así lo delegan temporalmente en el vaquero, y él los libra del mal, y al final le ofrecen un puesto permanente como alguacil, y dice: “No, gracias,” y tira por el suelo la placa de policía y luego parte hacia el crepúsculo, dejando atrás la placa y a su amiga. Y así, es – en el caso de Kerouac, hace lo mismo, siempre afuera. En su caso, su caballo fue su coche arreglado. Y era el mismo tipo de personaje.

AMY GOODMAN: Usted publicó – City Lights publicó “El primer tercio”, el libro de Neal Cassady.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Así es.

AMY GOODMAN: Explique lo que significa “El primer tercio”.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, comenzó – prácticamente todo “El primer tercio” fueron charlas que hizo Neal Cassady y que fueron registradas en viejas grabadoras de cinta. Y comenzamos con sólo un par de manuscritos, transcripciones de charlas, y simplemente conversaciones espontáneas. Era un conversador indomable y fantástico. Podía hablar toda la noche sobre gente como Edgar Cayce, el místico. Era un conversador asociativo, así que podía pasar de una pirámide egipcia a un coche en el este de Denver, en la misma frase.

Y era un conversador tan fascinador que la gente siempre lo grababa. Así que comenzamos – la primera edición de “El primer tercio” fue bastante delgada, pero a medida que pasaban los años, más y más antiguos amigos suyos enviaron transcripciones o cintas que tenían, usualmente de alguna antigua amiga, de las que tuvo muchas, y felizmente todas eran cultas. Y así, el libro creció gradualmente, así que ahora tiene un grosor de un centímetro y medio o más. Probablemente vamos a recibir aún más material.

JACK KEROUAC: Así que en la última página de “En el camino” describo como el héroe Dean Moriarty se dio el viaje hasta aquí desde la Costa Oeste para verme sólo por un día o dos. Acabábamos de ir y venir por el país varias veces en coche, y ahora nuestras aventuras han pasado. Seguimos siendo grandes amigos, pero tenemos que pasar a fases ulteriores de nuestras vidas. Así que ahí va, Dean Moriarty, harapiento en un abrigo apolillado que trajo especialmente para las temperaturas gélidas del este, yéndose solo, y lo último que vi de él fue cuando daba vuelta a la esquina de la Séptima Avenida, con sus ojos fijos en la calle que le esperaba y resuelto a hacerlo de nuevo. Ido. Así que en EE.UU., cuando se pone el sol y me siento en el viejo muelle roto en el río contemplando los largos, largos cielos sobre Nueva Jersey y siento toda esa tierra tosca que se despliega en una protuberancia increíblemente inmensa hasta la Costa Oeste, y toda esa carretera que va, y toda la gente que sueña con su inmensidad, y en Iowa ya he llegado a saber que los niños deben estar llorando en el país en el que permiten que los niños lloren –

AMY GOODMAN: Jack Kerouac, acompañado en el piano por Steve Allen. Aquí habla Democracy Now!, democracynow.org, el informe de la Guerra y la Paz. Soy Amy Goodman.

Mientras el mundo celebra el 50 aniversario de “En el camino” de Jack Kerouac, pedí a Lawrence Ferlinghetti que hable de Kerouac, así como de Richard Brautigan y Lou Hill y Neal Cassady, que murieron a edades tan tempranas.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, Neal nunca dejó de correr, y no vivió lo suficiente para tener que hacerlo. Quiero decir, murió corriendo a lo largo de la vía de ferrocarril en San Miguel de Allende, probablemente bajo anfetas y sedantes al mismo tiempo.

AMY GOODMAN: En México, cuando tenía cuarenta y un años.

LAWRENCE FERLINGHETTI: En México, sí. Pero “¡arde, arde, arde!” fue uno de las lemas o gritos de combate de toda una generación. Es como ‘¡arde, arde, arde, como una vela romana!’ – pienso que es una paráfrasis de un pasaje en Kerouac. Y es lo que todos hacían, y yo me quedé en casa, cuidando el negocio, llevando una vida convencional.

AMY GOODMAN: ¿Qué les decía? Quiero decir, aquí está usted ahora con ochenta y ocho años, pero usted ha vivido todo ese tiempo, usted ve lo que están haciendo, usted los comprende, usted los conoce.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, bastante a menudo los escritores – al menos en el caso del poeta; la más estupenda poesía del poeta es producida cuanto es bastante joven. Así fue en el caso de Dylan Thomas y en el de –

AMY GOODMAN: Se mató bebiendo en Nueva York, delante de la White Horse Tavern.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, sí. Y muchos otros – como Rimbaud murió muy joven, pero no escribió – su gran poesía la escribió cuando tenía menos de veinte años. Y no pienso que Allen Ginsberg haya escrito alguna vez un poema más conmovedor o tan grandioso como “Aullido,” que escribió cuando tenía treinta y tantos años.

AMY GOODMAN: ¿Y las mujeres? ¿Y las mujeres en aquel entonces, las mujeres en la Generación Beat, las poetisas, las escritoras?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, es decir, por lo menos la mitad de la Generación Beat era gay. Y Allen realmente temía a las mujeres, pensaba yo, y tendía a mirarlas como si no estuvieran presentes. Tengo una amiga que fue a un viaje con él por el sudeste, y un año después la miró de esa manera en otra ocasión. Como si no estuviera presente.

Pero hubo unas pocas escritoras que lograron ser publicadas con los Beat, y fue Diane di Prima, por ejemplo, y un poco después, Anne Waldman, que ahora se impone como jefa del Instituto Naropa, la parte del Instituto Naropa que es el instituto de poesía. Pero generalmente se podría decir que tal vez –

AMY GOODMAN: Recuerdo haberla entrevistado justo después del fallecimiento de Allen Ginsberg en Nueva York.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, sí. Se podría decir que, en general, a pesar de que ignoraban a las mujeres, las mujeres con las que iban fueron ignoradas sobre todo por los Beat, pero, como en la tragedia griega, fueron a menudo las mujeres las que determinaron el destino de los hombres.

AMY GOODMAN: ¿Qué quiere decir?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, simplemente cómo se desarrollaron sus vidas.

AMY GOODMAN: Estoy sentada aquí, Lawrence Ferlinghetti, con muchos de sus libros – ni de cerca – ni de cerca todos ellos, pero, por ejemplo, “Un Coney Island de la mente,” ¿qué es? ¿El libro de poesía más vendido de todos los tiempos?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Así lo creo.

AMY GOODMAN: Hable de cuándo lo escribió.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, salió todo de una vez. Y otro caso, si yo hubiera muerto poco después – lo escribí cuando era treintañero. Probablemente sería considerado mi mejor libro, y como iba diciendo, la mejor poesía es escrita cuando uno es bastante joven. Para mí ahora, ser treintañero suena bastante joven. Pero –

AMY GOODMAN: ¿Por qué será, entonces? Quiero decir, ahora tiene la sabiduría de toda una vida.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, no he tenido el tiempo necesario para ser aclimatado, o aclimatarme de las peores maneras, por la monocultura industrial corporativa moderna, por ejemplo, una sociedad consumista estadounidense, que es en lo que se convirtió la sociedad consumista estadounidense, me parece que los suburbios de EE.UU. son la gran muerte estadounidense.

Sabe, me gustaría leer un poema que acabo de escribir. Realmente quiero decirlo de una vez.

AMY GOODMAN: Lea.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Especialmente ya que Khalil Gibran ha hecho noticias recientemente, incluso ayer o el día antes en su programa. “Pity the Nation,” a la manera de Khalil Gibran.

 

Compadeced a la nación poblada por carneros,
despistados por sus pastores.
Compadeced a la nación con dirigentes mentirosos, sus sabios, silenciados,
y sus intolerantes rondando por las ondas.
Compadeced a la nación que no alza su voz,
si no es para ensalzar a conquistadores y aclamar como héroe al matón
y que quiere regir el mundo por la fuerza y la tortura.
Compadeced a la nación que no conoce otro lenguaje que el suyo
y ninguna otra cultura que la propia.
Compadeced a la nación que respira dinero
y duerme el sueño del sobrealimentado.
Compadeced a la nación – oh, y al pueblo que deja que menoscaben sus derechos.
y que sus libertades sean arrasadas.
Mi país, tus lágrimas, dulce tierra de libertad.

AMY GOODMAN: Lawrence Ferlinghetti. ¿Y qué me dice de la condición del mundo de hoy y de nuestro papel?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Se cae por el precipicio. Pienso que prácticamente todo el Congreso ignora por completo la crisis ecológica que sobreviene. Quiero decir, y tanta gente incluso se ha negado a ver la película de Al Gore – y espero ver la nueva “La hora once” – porque la gente piensa que: “Oh, las calamidades no van a ocurrir ahora mismo en mi pequeño rincón. Podrá pasar dentro de cincuenta años o cien años. Quiero decir, mi casa no va a ser arrasada. O mi casa no está – o mi vida no va a cambiar. Siempre voy a poder conducir al trabajo.”

Pero podría cambiar de un día al otro. El ecosistema está tan delicadamente equilibrado que podría perder el equilibrio de un día al otro y venirse abajo como un ordenador mañana por la mañana. Y ni un solo candidato presidencial para la próxima elección parece tener un programa ecológico verdaderamente potente para salvar al mundo de este desastre ecológico.

AMY GOODMAN: ¿Piensa que la poesía es un instrumento para salvar el mundo?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, tiene que ver con – pienso que es bastante posible. Pero, como dije, la poesía tiene esforzarse por cambiar el mundo de tal manera que ya no tengamos que ser disidentes. Ahora, ¿puede imaginarse a Democracy Now! sin que tenga que seguir siendo disidente?

AMY GOODMAN: Hablando de disidencia, tengo que preguntarle por su visita a Pablo Neruda en Cuba.

LAWRENCE FERLINGHETTI: Oh, sí.

AMY GOODMAN: ¿Cuándo fue?

LAWRENCE FERLINGHETTI: Bueno, yo estaba allá – fui a las Islas Vírgenes a rastrear la familia judía portuguesa sefardí de mi madre. El nombre era Mendes Monsanto, y encontré muchas tumbas de sus antepasados Mendes Monsanto en St. Thomas.

Pero en el camino de regreso, me detuve en Cuba. Era perfectamente legal. Estoy hablando de 1959, a fines de 1959. Y era el primer o segundo aniversario de la Revolución Cubana y habían invitado a Pablo Neruda para que fuera a hablar a una convocatoria de fidelistas en la gran sala de reuniones, en el Congreso, donde los dictadores, senadores, habían estado sentados en poltronas de terciopelo. Y así, fuimos a la sala, y había sentados unos 10.000 fidelistas. Y había esa atmósfera, esa fantástica atmósfera palpitante en esa sala. Es lo que – era obvio – es una euforia revolucionaria, los primeros días de toda revolución. Y en ésta, fue fantástico. Todo el sitio palpitaba con esa vitalidad y, por cierto – quiero decir, los fidelistas estaban allí, todavía con sus botas de combate, sentados en esas poltronas de terciopelo con sus pies arriba, fumando puros. Y entonces, cuando Neruda subió al estrado, recibió una enorme ovación.

Y así, lo había encontrado antes en el hotel. Estaba en el piso superior del Habana Libre, que había sido el Havana Hilton, y tenía frente a sí inmensos cuadernos de notas – pienso que su vista ya debe haber sido mala entonces – quiero decir, grandes libros de tamaño oficio como si estuviera escribiendo en ellos con una letra muy grande. Y su esposa [Matilde], que hablaba francés, estaba presente. Y así, estuve unos veinte minutos con él antes de que tuviera que ir al recital.

Evidentemente estaba bien informado sobre los poetas Beat. Por eso sucedió que pude encontrarle, porque algunos de los jóvenes poetas cubanos trabajaban en el suplemento literario del lunes del periódico Revolución. Un montón de jóvenes poetas trabajaban para “Lunes de Revolución,” y había encontrado a un par de ellos en el lugar de mala muerte en el malecón en el que estaba, y nos llevaron – me llevaron a un restaurante, donde – una cafetería, donde dijeron que Fidel Castro iba a menudo a comer. Y, en efecto, hacia la mitad de la comida, sale de la cocina ese inmenso tipo en traje de combate y un sombrero. Y dije: “¿No es ése, Fidel?” Y dijeron: “Sí, es él.” “Bueno, ¿y si me presentaran?” Y dijeron: “Oh, no podríamos hacer algo semejante. No le conocemos.” Así, como poetas desconocidos ante cualquier celebridad. De modo que simplemente me acerqué, y podría haber sido – él estaba completamente desarmado y nadie lo acompañaba. Yo podría haber sido un asesino a sueldo. Todo se habría acabado. Y en esa época mi español era muy limitado, y todo lo que se me pudo ocurrir fue: “Soy un amigo de Allen Ginsberg,” porque él había encontrado a Ginsberg –

AMY GOODMAN: “Soy un amigo de Allen Ginsberg,”

vLAWRENCE FERLINGHETTI: Sí. Había encontrado a Ginsberg en el Hotel Lenox. Así que Castro dibuja una sonrisa muy ingenua en su cara y me estrecha la mano. Tenía un apretón de manos muy flácido, lo que me sorprendió. Pensaba que tendría ese enorme apretón militarista o algo así. Y eso me hizo comprender que él y su grupo original eran estudiantes cuando comenzaron la revolución. No eran necesariamente comunistas. Habían ido a Nueva York y Washington a conseguir dinero, ayuda financiera, y los rechazaron, y entonces necesitaba desesperadamente dinero, y se volvió a la Unión Soviética para conseguirlo.

Bob Scheer escribió su primer libro, “Cuba: An American Tragedy” [Cuba; una tragedia [US] americana], cuando trabajaba como empleado en City Lights en los años sesenta. Fue el primer libro publicado favorable a Fidel, y “Una tragedia [US] americana” fue la tragedia de nuestra estúpida política exterior. Y, por ejemplo, cuando estuve en Nicaragua años después, leí en un periódico en castellano en Nicaragua una entrevista con Fidel Castro, en la que dijo: “Yo no soy un seguidor de Moscú. Soy su víctima.” Esto fue cerca de 1979, cuando lo dijo. Así que es ahí donde estamos hoy con él, continuando nuestras políticas asesinas.

AMY GOODMAN: Bueno, Lawrence Ferlinghetti, al terminar esta hora, su consejo para los jóvenes, jóvenes poetas, a los ciudadanos del mundo.

LAWRENCE FERLINGHETTI: ¿Tienes que ser poeta? Si no tienes que ser poeta, sé escritor en prosa. Irás más rápido. La poesía – hay probablemente más poesía publicada en la actualidad que en cualquier otra época en la historia del mundo. Sin embargo, existe esto – la gente piensa que se vuelve ciega cuando ve una línea en la tipografía de la poesía, simplemente se bloquea. Así que si puedes decir lo mismo en prosa, probablemente te irá mejor. Por ejemplo, éste, mi librito: “Poesía como arte insurgente,” está escrito en prosa, tratando de romper la barrera.

http://www.democracynow.org/2007/12/24/legendary_beat_generation_bookseller_and_poet

Última actualización: 20/05/2021