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El tiempo y la memoria

Fotografía tomada de Och Tamale magazine

Por: Ivón Gordon Vailakis

El tiempo se resbala por entre las manos, y nos hace recapacitar frente al espejo, como si éste fuera el río de Heráclito. Nos vemos frente al espejo de un poema para rescatar lo perdido. El tiempo nunca será el mismo, hoy existe, pero mañana es la eternidad más uno.

El tiempo tiene una novia que a veces le acompaña y otras le abandona caprichosamente, para poder olvidar. El tiempo es el humo del puro que se esfuma con las cenizas para poder rescatar lo que se pierde.

Sin embargo se puede vivir como antes, aunque esto en sí es imposible: la realidad nos nubla y nos hace creer que es posible seguir como antes. Como si nada hubiera pasado. Si ocurre un terremoto, la ciudad va a cambiar, pero la ciudad de al lado sigue igual, hay luz, teléfono, y las personas siguen yendo a los  restaurantes. Sin embargo para la otra ciudad en ruinas, nada volverá a ser igual, y lo que sobrevive es la memoria. El recuerdo de lo cotidiano, de los lugares que ya no existen.

El tiempo es nuestro tiempo, el hoy es el único tiempo que existe. La percepción de la realidad se desplaza, se pierde, y por eso se escribe poesía, para salvar el hoy, para rescatar la memoria y no caer en el olvido. La poesía nos salva del tiempo que cae como cenizas, nos salva del vacío, nos salva de no caer en el mañana eterno más un día.

 

Última actualización: 13/07/2018