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Escuela Internacional de Poesía de Medellín

II Escuela de Poesía en Medellín, 1997

 

En el umbral del enigma que es la realidad, gravitan los signos que han construído las diversas nociones del hombre; los signos con los que la poesía deja huellas de su paso, a cada instante.

La aventura del ser está impulsada por la fuerza motora de sus operaciones simbólicas, con las que logra construir las escenografías donde la voz alcanza a hacer representable lo que subyace en el río de lo real . En ese devenir de memoria y súbita brotación de la imagen, la poesía es fundación de la permanencia y lo que perdura en la historia es por su influjo y no por la fuerza bruta de un emperador. Diríase que ese campo de inmanencia, que es la poesía, genera lo viviente y es una semilla que difumina lo universal. Desde este punto de aproximación, la creación poética se manifiesta de diversas formas y su acción crea en el ser un campo nutricio donde nacen sus aventuras, sus sueños de infinito y una soberana aspiración a la luz, en la noche de la historia. Movilizándose en esta percepción se observa que el hombre es poesía condensada: su palabra, su mano prensil, su cuerpo erecto, su mirada hacia el horizonte, sus cantos, sus ritos, su consciencia de la muerte, su risa, su danza al caminar, nos informan acerca de las perpetuas metamorfosis de la poesía en lo viviente. Pudiera decirse que la poesía es la gracia germinativa de la luz y consiste en apretar el sol hasta transformarlo en una magnolia.

La poesía es el pálpito de las cosmogénesis, del mito. Es una vía de conocimiento. Es el habla de la tribu. No la rige el tiempo en línea recta de la historia ni los artificios de la lógica, la ley o la academia.

Su presencia se hace visible en la objetualidad del mundo, a través de la tekhné, los oficios y las acciones del cuerpo que tiene ojos y aspira a ver. Poetizar el mundo es la intención de verlo y en esa tentativa surgen en la orbita de lo humano diversos instrumentos de expresión como la escritura y el canto. La voz misma es el mensajero primordial que habla en nuestro cuerpo y por sus modulaciones y sonidos hay el trasvase de la palabra, los alcances del sentido y de la imaginación.

La palabra es acto, poiesis desencadenada a la intemperie por las potencias del deseo, por el eros que es respiración de la vida en la permanencia.

Conocer, siguiendo los caminos de la poesía, es estar atento a los dictámenes del rayo, es poderse situar desde un lugar sin nombre, donde sea posible la videncia o lograr la visión comunicable.

Publicado el 16 de junio de 2015

Última actualización: 07/07/2018