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Hacia lo abierto de la ciudad

Por: Christian Ide Hintze

a partir de Safo "del trono multicolor eterna afrodita"

entre extraños - voz del centro. inspiradora de la lírica. tú, a la que yo entrego mis dolores de parto.
ten piedad del mundo sin lírica. dame la fuerza de la creación. déjame desear sin mesura sólo lo cercano. dame la pasión de los grandes. quita el dolor de la parte trasera de mi cabeza. haz precipitarse firmamentos en la nuca, girar estrellas en el pecho.

iluminada por la pena. testigo de mi aflicción. tejedora de la ingenuidad consoladora.
enséñame el manejo de los poemas. trae a mí la escritura que fructifique el mundo. déjame, para aprender, elegir maestros de escritura, los que precisa mi tiempo. déjame ser el buen alumno entre los mejores. enseña: la amada sensación del beso de la lengua paterna. hágase la figura del altar en mis esfuerzos. déjame hablarte en la lengua de los alumnos. transfiéreme la generosidad de tu palabra.

vidente gracias a la pena. sabia orgullosa sin pudor. tú con el caracol pensante.
déjame inventar la nueva misión del corazón. haz que se ilumine en mí el hilo del justo medio. haz crecer en mí la miel caliente. dame la fuerza altiva de una leona. enduréceme el miembro, dame virilidad. déjame ser la cuna para la cercanía. hazle compañía a todo aquello que, gracias a mí, se convirtió en mundo. déjame aprender a escribir: el poema, el único, el que esconde los misterios.

creadora de la estrofa de infinita juventud. aduladora de la noche. inconsolable ante el resplandor el mundo.
sométeme a tus pruebas. déjame ser aquél con el que sueña la muchedumbre. confiéreme el destino difícil. déjame penetrar en los misterios. déjame mirar el oro. deja ver: el trazo de tu pelo. deja ver: las playas de tu isla. deja oír el tañir del luto, el todopoderoso. retira la pinza de las ideas de la cabeza. dóblame la espalda, cuando yo exprese falsa humildad. no permitas que llegue a la vejez sin haber conocido la juventud. no permitas el que yo conozca, sólo gracias a los impulsos espirituales, aquello que se puede conocer.

tú, la que sobresalta de noche y cree que el amor ya ha brotado. tú reina de la isla del amor y de los poemas. tutelar de los sentidos libres de toda fatalidad.
dame la serenidad de la pasión. déjame, desde viena, continuar algo de lo que tú, desde lesbos, iniciaste. déjame, a mí, después de haber cumplido con tus enseñanzas, ser maestro. déjame inundarme del pavor de mi era. déjame asumirlo. déjame vivirlo como mi propia enfermedad. déjame experimentarlo para que, aquellos que son presa del horror, confíen en mí. déjame siempre malentender a todos los que sean presa del espanto. concédeme la gracia de esclarecer siempre los malentendidos. déjame ver algún día tu isla. déjame, entonces, poner los pies en ella. no renuncies nunca al mandato de que yo no pueda poner los pies en ella sin la invitación de una mujer, de un poeta.
  
tú, la que mira al cielo y ve cernirse allí dulces reflejos de luto. tú ramillete de lágrimas de nieve. consoladora de los sabios enormemente ricos en alma.
junta mis fuerzas y siémbralas en tu corazón. deja brotar mis deseos de tu corazón. deja deslizar las palabras hasta los miembros. vierte allí los poemas. déjame aprender sólo gracias a tus mandatos. deja reposar la cola del cometa en mis ojos. déjame ser la amiga varonil. déjame ser la más inteligente de tus alumnas, la más cercana de todas. déjame ser la que posee tu gracia, déjame estremecerme ante lo omnipotente. déjame ser el que posea tu gracia, tu habilidad, tu arte. entre los humillados, elévame hasta el más humillado. entre los hermosos, el más hermoso. haz que las mujeres lloren al verme y los hombres también. déjame darme cuenta, cuando mis deseos ya no sean también los tuyos.

tú con la varita mágica de los dolores. profeta, asimismo, del rosal, del sabuco, del romero. defensora de los derechos de aquellos que rejuvenecen. deja que mi alma murmure en tus manos. ofrece la intuición cierta del visionario. atiza las brasas de lobo en mi estómago. no me dejes jamás hacer las cosas sin la imagen esencial de estas cosas. déjame actuar por mí mismo. líbrame de las decisiones puramente terrenales. mira: un niño vienés con el ombligo de fuego. y mira: en sus testículos tintinean diamantes. dame el rayo del universo para medir mi poder.

dueña del beso. tú, querida, la que transforma el tiempo del espíritu estático. tú, la que adormece al mundo.
ayúdame por medio de mi propia palabra. ayúdame con tu atractivo, tu gracia, tu encanto. ayúdame como lo hiciste cierta vez. recuerda la noche, el día, el café en las afueras de la ciudad. recuerda la graduación en la escuela y, entonces, tu huella. recuerda tu regalo para las emergencias, el que me debía enseñar a identificar los presagios. recuerda cómo tú me reprochaste mi ignorancia del mundo, mi ignorancia del corazón, mi ignorancia de mí mismo, y como yo, ignorante, lo justificaba con la escuela, los padres, la televisión. recuerda como tú, de noche, y también en retretes, debajo de puentes, en parques, me enseñaste a rezar y cómo yo no sabía a quién rogar. recuerda como yo, en tu nombre, quise conocer a fondo el mundo, el corazón y a mí mismo, y por ello abandoné por completo aquello que me había sido impuesto. recuerda cómo me despojaste de el miedo todo, cómo me diste ánimos. recuerda cómo me encomendaste no mencionar tu nombre, mientras yo fuera diferente a tí.

gran mujer de lesbos. acunadora, tú, de la soledad. regente del amor humano.
recuerda cómo tú, a pesar de todas mis dudas, me mantuviste sobre tus huellas, cómo me hiciste rebelarme contra lo establecido de antemano y me arrebataste el suelo bajo mis pies, para que yo me cayera. recuerda cómo, al caerme, yo oí tu nombre cual una combinación de sonidos seductores. recuerda cómo entonces me sobrevino el deseo de destacarme, de vivir licenciosamente. recuerda cómo todos, menos tú, se asombraron de que alguien hasta entonces tan amparado fuera por tanto tiempo a la calle para allí exponerse como nadie se había expuesto con anterioridad. recuerda cómo tú me ayudaste en cierta ocasión.

yo en tú con el tú. eterno fardo de hechos. tú, la que se regocija ante el temor a la muerte.
ayúdame pormedio de mi propia palabra y recuerda cómo me ayudaste cierta vez. recuerda qué fácil fue entonces, en tu nombre, deshacerme de conocidos, parientes, compañeros de aula, a pesar de mi pertenencia a la misma clase, y convertirme en el otro que tú decidiste. recuerda cómo yo, poco a poco, pero después por tí y con toda claridad, conocí mi destino, tal y como yo, en la realidad, lo había experimentado. recuerda cómo tú, antes de todo, quisiste anunciarte sólo como un murmullo, como yo, entonces, busqué puntos de referencias en el mundo, en vez de hacerlo dentro de mí, y cómo tú, entonces, quisiste poner el indicio decisivo en uno de mis volantes. recuerda cómo yo, al principio sólo gracias a tu apoyo, pude resistir esa vida extraña para mí; aunque, luego: el saber que, uno mientras más se expone, más poderoso vuelve su propio destino.

tú con la nariz recta, los grandes ojos hermosos con los bordes de los párpados abiertos. tú con las cejas bajas, la expresión tensa alrededor de la boca. tú, con el perfil de ave rapaz.
mira, cuán necesitado yo estoy aún de un celador de palabras. proporcióname buenas palabras y déjame después, más que todo, ser un mito imposible de abarcar con palabras. dame la suficiente fuerza para yo aprender el que, más tarde, tal vez al cabo de los años, pueda tensar, ampliar, mejorar este poema. no me dejes nunca olvidar el hablarte a tí, safo.

tú con el conocimiento de todas las penas de un adolescente. alma máter en las alturas de luz. la que fructifica la alegría.
compadécete una que otra vez del mundo sin poemas. dame el valor de fundar lo sáfico en este mundo. dame el valor de aprender los poemas. libera del viento frontal al mundo. deja que el cielo penetre en la tierra. muestra: el haz de palabras del que crecen ramas de paz. deja que mi corazón sea el buen ojo. deja que me gane: la virilidad del instante. deja que trepe la luz de la luna y rodee las ideas. deja que serpentee luz del corazón alrededor de mis acciones. mira, en mi corazón retoza la pena. y mira, yo estoy tendido ante tí en mi esqueleto nocturno. envía palabras, cuando tú puedas. envía buenas palabras a los miembros. hazme crear imágenes que puedan ser utilizadas como modelos de mi lugar.

tú, que reconoces mi miembro como ninguna otra. creadora del instante. inseminadora del placer.
modélame según tus sueños. y, déjame modelarme yo, según el retrato de un poema. déjame permanecer parado con los dos pies, en la forma que tú, te lo pido, me concedas para siempre. dame la razón de emergencia, el destino del tiempo, también la confianza en mi sexo.

tú con el don de la fluidez. amada, quimera de los deseos. la más hermosa de todas las guías del mundo.
mira, yo soy demasiado poco para mí. acompáñame en mi ausencia de dolor. quítame la timidez propia. otorga la fuerza pulsante de una profeta errante. muestra la jungla lírica. muestra al lírico autóctono. muestra su opresión, su condición de engañados y traicionados. déjame siempre identificar a mis enemigos. muestra a los seres antilíricos que cargan con el mundo sobre su conciencia. mortifícalos con fantasmas nocturnos retorcidos por los dolores. bájales los pantalones. muéstrales a la dueña. ofrece la señal de que ha llegado el tiempo. déjame siempre conocer: la verdadera correlación de fuerzas. recuérdame siempre que yo empecé junto con los aislados, los sin-poemas, los que buscaban. recuérdame siempre el que yo provengo de la calle y no de los ministerios. dueña de la casa lírico-conspirativa.
guardiana de la ira. defensora del juicio. déjame algún día conocer por dentro la maquinara cultural para saber mejor sus métodos y poder denunciarlos después. recuérdame siempre cuantos años me mantuvieron aquellos que no sacan provecho alguno de ella, sin embargo, tienen que financiarla. déjame algún día manejar la palabra de tal modo que la pueda volver representable y finita. déjame idear los medios y las vías con las que otros puedan exterminarla más tarde. ponme el método en la mano para preparar una rebelión en su contra. déjame decir un día qué es lo que le traerá la muerte, la asfixia, le restará importancia. haz que la palabra que la designa no ensucie más mi poema. déjame, en las grandes ciudades, organizar la guerrilla lírica.

tú con el corazón de soberana. entre amigas, tutelar de la cólera. tú con tus dedos delgados y fuertes.
cúbreme con alas de milenios tu figura terrenal. sé la dulce canción que murmura en los oidos. deja siempre fluir savia de suspiros en las venas. déjame leerle la mano a la tierra. déjame convertirme en el poeta de nuestra cercanía. déjame penetrar en el discurso humano: como aquél que construye puentes de palabras entre las manos. coróname el tiempo, el que me queda. ponle frente a mi corazón y corazón a mi frente. y déjame entrar en la memoria de las generaciones. déjame ser horno de un mar, raíz de un roble. que seas tú la luz salvaje que me mueve. déjame siempre creer en tí. déjame dudar de tí. dame la sabiduría de tus sueños.

tú, la que atraviesa mitos como otros las puertas. tutelar de los abandonados nostálgicos. solitaria abandonada y quejosa en la playa. mira, cómo me vuelves tan vivo como tú. mira, cómo tú me haces vivir. mira, cómo ya soy capaz de agradecerte. mira: mi talento de luz, ¡mi talento de luz! déjame decir lo que te digo en forma de ruego, aunque yo no esté rogando; en rezos, llamados, juramentos, aunque yo no esté rezando, llamando, jurando.

escucha, safo, mi poema. mensajera de un tiempo de lágrimas. yo voy a mostrarme agradecido. yo seré fiel a lo rogado. yo voy a multiplicar tus dones. yo me voy a preocupar por tus espíritus. yo voy a hacer que los que me aman crean en tí. yo les voy a abrir tu sexo. yo les voy a mostrar tu fuerza como guía. yo te pronosticaré el futuro sólo a tí y desde ahora. a los que me extrañan, me odian, me silencian, yo les doy la esperanza que desde que tú existes, existe contigo, desde hace mucho tiempo, lo profundamente añorado. yo les voy a mostrar que la corona de nuestra esperanza son los poetas y que tú, hace mucho tiempo ya, empezaste a construir esa corona. yo los voy a convencer para que se acuerden de tu isla. yo los voy a llevar a lesbos, al sitio de tu nacimiento, de tu escuela, de la iniciación en el amor hacia tí. yo los voy a dejar recitar tus poemas. yo voy a lograr que saquen más y más fragmentos a la luz. yo les voy a enseñar a dirigir a tí en la desgracia y, más aún, en la dicha. yo les voy a dar la esperanza de que tú quitas la migraña, los dolores de cabeza, males de sueño, la inhibición de la entrega, los dolores que causa la revelación, las heridas producidas por los conocimientos. yo no voy a impedir ni la más ridícula de las esperanzas. yo voy a llevar hacia tí a los que me aman. yo les voy a mostrar que tus muslos llevan miel. que tu piel está tensa por las penas de amor. que tu pelo es la bandera que todos los sin-bandera. que tu pudor espléndidamente impúdico. que tus pies contienen ya la figura de la nueva estructura humana. que tu garganta acuna pequeñas lunas. que tus hombros llevan tan sólo a los brazos que de ellos cuelgan.

tú, con anillo de octava. querida figura femenina, que se adorna con mujeres. tú, con la eterna creciente avidez.
dame lo que tengo, lo que soy y lo que seré. déjame saber hacer lo que sé hacer. déjame escuchar lo que escucho. déjame decir lo que digo. dame la capacidad que poseo. déjame hacer lo que haría yo también sin tí. dame lo que de todas formas me está dado. retira de mí lo que ya me quitaron. perdona lo que me es perdonado. sé lo que sólo tú eres.

tú, la que pasa por alto el que alguien querido piense en ella. compañera de los instantes doblemente sencillos. tú, en la que brillan las melodías.
mira, yo me mezo en la dulzura mortal de tu voz, me marea el sueño de tu cercanía. conviérteme en sueños en el jinete de la delfina. dame en otro sólo la medida de las cosas. mira, yo no exijo demasiado: únicamente lo que me pueda aprender de tí. mira, yo quiero aprenderte. mira, yo me preparo: para el patronato de la gran alma. que tú seas la que quita la pena, la que trae las escrituras. mira que en tiempos, cuando otros logran su posición en la vida, yo sólo deseaba una cosa y ahora estoy en el mundo sin nada. mira que yo en cambio ahora tengo la posibilidad de ser una leyenda. mira el equipaje de canciones en mi mano. no me dejes soportar dolores insoportables. no me dejes explorar lo inexplorable. no me dejes conocer lo incognoscible.

la que desnudas la noche. adalid del léxico de la guerrilla lírica. la que meces y alejas el miedo a la vida.
dame la habilidad de un pez que respire, el valor de un caracol maléfico, la espina dorsal de una amarillis. y, cuando arda el cerebro dentro de la cubierta del cráneo, muestra el punto de dolor en mi piel. déjame revolotear, hundido en el aroma de las mariposas. explícame el lila. cuéntame la luz. reina en las palabras. dales de beber del material de palabras a los más pobres. dales a ellos lo que tampoco yo tengo. dales el ánimo del adiós, el canto consolador. permíteme danzar dondequiera que crezcan pies en las piernas. déjame descender la fiebre al ombligo. mira, tú haces que logres un tú.

la que hiere la culpa de la ira. la que recurre con fervor a la ley de las estrellas. emisaria del poder de la vibración.
mira, tú eres para mí, safo, nada más que el modo de hacerme concebir lo inconcebible. así yo te ayudo a mi desgracia. así yo te saco de mi oscuridad. así yo te colmo con todo lo que tengo a mi disposición. así yo te salvo de mis insuficiencias. así yo te escucho mi silencio. así yo te doy la protección para mi desnudez. así yo te hago hablar con mis últimas palabras.

Última actualización: 04/01/2022