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Poesía y actualidad

Por: José Luís Reina Palazón

Especial para Prometeo

La poesía salva la vida (Un poeta de Auschwitz) – La poesía es un arma cargada de futuro (G. Celaya) – Poesía eres tú (G. A. Bécquer) – Tampoco con poesía puede uno comunicarse (Trakl) – No lo entiendo, pero sé que es genial (Wittgenstein sobre Trakl) – Poesía, cosa cordial (A. Machado) – Cómo puedo vivir con este peso (Anna Ajmátova) –La poesía es un fuego entre mis manos que no comprendo (F. G. Lorca) – Dios quiere hacer de mí un dios o un poeta y yo a veces quiero ser humana y me niego (Marina Tsvietáieva) – La poesía ya no se impone, se expone (Paul Celan) – Los poemas permanecen para el momento en que son escritos y no hacen promesas sobre el futuro… una sigue adelante y no mira atrás buscando una respuesta en un poema viejo (Anne Sexton). 

Estas diez frases de poetas preferidos y/o traducidos por mí, todos destacados y permanentes en la consideración de la actualidad de la poesía, expresan al menos la diferencia de percepción del fenómeno por parte de sus creadores: de la euforia celayana a la duda sobre el futuro de Anne Sexton hay todo un recorrido a través del tiempo que podíamos llamar moderno, donde tal vez el valor más actual e innegable es, curiosamente, el de “la voz más pura de nuestro lirismo romántico” (como decía mi primer libro de literatura del bachiller) el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer: Poesía eres tú. De hecho no expresa otra cosa que lo que afirma nada menos que Paul Celan, un poeta para el siglo veintiuno, como le llamo.

Ambos no dicen más que lo mínimo y lo máximo que puede afirmarse (y creo que hoy y siempre) de la utilización del lenguaje caracterizado por el predominio de su función expresiva, la poesía: Sólo la consideración del otro, del interlocutor inventado, nos salva de la locura de crear un lenguaje que realmente no lo considera. Ese tú que soy yo, – con el tú de mi canción / no te aludo compañero / ese tú soy yo – como decía A. Machado, es abordado por el poeta con un lenguaje artístico, si no de artificio, del que lo menos que puede decirse es que pasa de largo por la claridad y la pertinencia de un lenguaje práctico, que es sin duda el que cambia el mundo hacia, digamos, mayor claridad y bienestar: el de las leyes, el de la ciencia, el de los estudios y ensayos filosóficos, políticos, sociológicos, económicos, filológicos etc. lenguajes que se inmiscuyen directamente en la acción social, participan de ella y la construyen, no así el lenguaje poético. 

¿A qué alude entonces ese lenguaje? Qué pretende con su extemporaneidad y extravagancia. Y por qué hay toda una multitud incesante de individuos embelesados en su fantasía, cuando lo más que parece alcanzar el poema es un consuelo ante el desencanto del mundo, o sea ante la dificultad de los otros lenguajes a comprenderlo y cambiarlo definitivamente hacia la felicidad. Los poetas son tal vez fanáticos creyentes. Los poetas son tal vez ilusos de su causa. Los poetas son tal vez cínicos comentadores de su propio subjetivismo. Los poetas son tal vez narcisos sentimentales de una cháchara inútil. Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo dirían todos los poetas, incluso los que son todo eso. 

Pues bien, los poetas son sin duda todo eso. Sólo que depende del grado de conciencia que posea ese fanatismo, esa ilusión, ese cínico subjetivismo, ese narcisismo sentimental, pues es la conciencia de su subjetividad y de su lenguaje lo que los diferencia de lo que podría ser una morralla social – eso puede decirse de los falsos poetas – frente a la quizás última tabla de salvación del sujeto sensible, es decir el sujeto fatalmente interesado en trascender esa realidad práctica de lo cotidiano hacia un lenguaje marcadamente expresivo, donde al negarse y alterarse lo objetivo real pueda aparecer lo irreal o ideal trascendente. Ese lenguaje aparece en el poema como desviado. ¿A quién se dirige realmente? A nadie en concreto, (a todos o a todo el que lo quiera oír), a ese sujeto ideal que parece construir expresándose, que no es el poeta mismo, o que el lector construye y concreta, a veces muy diferente de como lo hace el poeta. Pues éste, obligado por la ambigüedad, singularidad y sesgo expresivo de su lenguaje, no puede dirigirse más que a un lector ideal – que también él construye – y que en el mejor de los casos podría entender e interesarse por todo ese mundo personal, altamente subjetivo, y nunca claramente asimilable. La posibilidad de entendimiento está en la misma conciencia de la desilusión, que lleva a la fe en la necesidad del artificio. Sólo la creencia que el lenguaje poético puede llevar consigo aunque sea un ápice de lo que el lenguaje objetivo y práctico de la ciencia y la sociedad elimina: la espontaneidad y la singularidad del sujeto lírico y su experiencia expresiva, - aunque esta no coincida con la del sujeto real, - justifica la atención a la poesía. La poesía verdadera mantiene el contenido imaginativo del lenguaje frente a los cambios prácticos del uso que debilitan su fuerza asociativa. De ahí que su labor necesite dos líneas imprescindibles de acción: la singularidad de su expresión y la originalidad de su referencia. Pues bien, es precisamente en esta sesgada referencia al mundo, en el sesgo de esa referencia, donde está el busilis, la madre del cordero, el valor de su ilusión. Ése que se atreve a crear ese mundo donde puede decirse a alguien “Poesía eres tú” sin que asome en el otro una sonrisa escéptica, es la “cosa cordial” de Machado, donde la comunicación con el otro va siempre envuelta en la confabulación sentimental, (Con el tú de mi canción / no te aludo, compañero, / ese tú soy yo.) El poeta es pues el hacedor de un mundo donde la comunicación con el otro funciona de una manera ideal, simplemente porque él crea a ese otro. A eso es lo que se opone irónicamente Tsvietáieva al decir: Dios quiere hacer de mí un dios o un poeta y yo a veces quiero ser humana y me niego. Y a esa situación ideal de creador divino es a la que se refiere Celan al decir que la poesía más actual - y así debe ser la venidera – ya no se impone – con la afirmación romántica o la fe sentimental en un mundo mejor – sino que ella se expone a denunciar esa ligera fe al mostrar sus dificultades y exponer nuevos lenguajes de reflexión, incluso que se expone a fracasar en su odisea. Trakl no decía otra cosa cincuenta años antes: “Tampoco con poesía puede uno comunicarse.” La ilusión de crear un sujeto distinto ideal, libre, consciente y singular que tenga eco en otros semejantes, es ilusión en un mundo donde el valor subjetivo queda desplazado por la eficiencia de un lenguaje social de valores prácticos, económicos, comerciales y publicitarios. El sujeto como individualidad diferenciada ha perdido su valor en la sociedad mercantil que lo redujo a mercancía, el intento de recuperarlo en poesía no puede mostrar sino su fracaso. “Cómo puedo vivir con este peso” clamaba Ajmátova. Sólo en esa conciencia de su precariedad, pueden atisbarse chispazos de su futuro. AnneSexton lo expresa a la perfección: “Los poemas permanecen para el momento en que son escritos y no hacen promesas para el futuro. Una sigue adelante y no mira atrás buscando una respuesta en un poema viejo.” En esa situación de negación e insistencia subjetiva puede aceptarse la atrevida afirmación de Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro. El acento habría que ponerlo en el adjetivo “cargada”: sólo en ella misma está su futuro, sólo en el permanente y violento – dinamitero, habría que exigir – estallar los lenguajes conocidos, los extraños y el propio, sólo en el disparo incesante hacia un distinto yo y un distinto otro, hacia un individuo que aunara libertad con singularidad y facilitara así la del otro en un diálogo ideal que descubriera al mundo una actualidad renovadora que borrara la alienante actualidad a la que la sociedad nos somete (haciéndonos creer que podemos liberarnos en su lenguaje ilusorio de promesas inconsistentes), “cuidamos el olvido”, decía Gottfried Benn, y fuera así esa vida que nos falta, conscientemente humana, poética, es decir: creación siempre. Poesía “en la cavidad auditiva aplicada al martirio del mundo” (Nelly Sachs). Ésa es la única poesía que salva la vida. 

Sevilla, 2012
Publicado en abril 17 de 2012. 

Última actualización: 26/04/2020