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Una entrevista con Amin Khan

Por: Ahmed Djebbar

 

                             

 


París, 31 de julio de 2011

AD: ¿A qué edad empezaste a escribir poesía y en qué circunstancias?

 

AK: Empecé a escribir cuando tenía 10 años, una tarde en el otoño de 1966. Escribí un poema de principio a fin, sin dudarlo, el único poema que aún recuerdo y puedo, a la fecha, recitar de memoria. Se titulaba El Desierto. En aquel momento, me sentía atraído por los grandes espacios. Esa atracción se ha mantenido, como dimensión esencial de mi imaginación. Siempre he estado fascinado por el desierto y por el mar, los que casualmente, son los principales paisajes de mi país.

AD: ¿Cuál es tu primer libro publicado?

AK: Mi primer libro se llamó Colporteur. Fue publicada en Argel en 1980. Reúne poemas escritos en la década de los 70’s, los poemas de un joven...

AD: ¿Cuál era el lugar de la poesía en Argel?

AK: Una mezcla de cosas diversas. El fin de una era, de un sistema, que controlaba estrictamente la expresión ciudadana, incluida la literatura y la poesía. En ese momento, la mayoría de los escritores argelinos publicaban en París o en Beirut. El Sned, que era una empresa pública, jugó su parte en la censura ejercida por el Estado. Sin embargo, gracias a la competencia de las personas que la manejaron, y de sus capacidades en los ámbitos literarios y editoriales, los libros publicados por el Sned eran de calidad. Había una demanda por calidad y rigor profesional real. Recuerdo cuando Colporteur salió, yo había tenido con el director de la editorial una discusión real acerca de mi manuscrito, que ya había sido leído por personas como el poeta Djamal Amrani. La discusión fue acerca de la oportunidad y el "derecho" a un neologismo en mi primera colección. Insisto en este punto en particular, porque por desgracia, esta calidad de personas ha desaparecido... Estábamos en el cruce de un momento de libertad controlada, pero también de competencia y  respeto por la palabra escrita. Fue también una época marcada por el poder brutal del dinero, de la alienación y el declive de la ética de los dirigentes, y todo ello, dentro de un mismo sistema político y cultural.

AD: Aparentemente, tu poesía no era lo suficientemente subversiva para ser censurada.

AK: Esto puede ser cierto. De un lado, la escena cultural nacional dio un lugar muy modesto a la literatura en general y a la poesía en particular. En ese momento, importantes escritores argelinos fueron totalmente excluidos de aquella escena. Mohamed Dib vivió y publicó en Francia. Kateb Yacine no escribía más poesía o prosa y había empezado a escribir para el teatro en árabe "popular". La nueva generación de poetas, en la estela de Jean Sénac, publicaba aunque fuera de manera marginal. Y esto incluye la generación de Tahar Djaout, que también es la mía. La literatura y la poesía fueron marginadas. Es en esto que el enfoque de Kateb Yacine fue revolucionario. Rápidamente comprendió que las personas que leerían su poesía o la prosa escrita en francés no serían muchas, pero que por el contrario, el pueblo sería alcanzado a través del uso del árabe "popular" y por medio del teatro. El régimen percibió un peligro mayor viniendo de él que de cualesquiera otros poetas aunque también pudieran tener un discurso crítico o rebelde, que se limitaba a los márgenes de una escena cultural ya marginal y controlada. Creo que la decisión de no censurarme se debió principalmente a la situación marginal de la poesía.

AD: Mencionaste a Djamal Amrani. ¿Cuál fue tu relación con él?

AK: Mi relación con él fue episódica. Él estaba en la prisión de Barberousse durante la guerra de Independencia, al mismo tiempo que mi madre era arrestada en febrero de 1957 (cuatro meses después de que yo naciera), durante la Batalla de Argel. Ellos no se conocieron entre sí. Lo conocí cuando estaba en la Universidad de Argel, en la década de 1970. Yo entonces no sabía mucho sobre su pasado militante. Fue uno de los lectores de mi primer manuscrito.

AD: ¿Cuál es tu concepción de la poesía?

AK: La poesía a la que aspiro es límpida, comprensible para la mayoría, y una poesía que traduce una experiencia humana, bien sea histórica, personal y/o colectiva. Los poetas que más admiro, como Nazim Hikmet, hablan de una total, completa y concreta realidad con un claro punto de vista y una sensibilidad poderosa. Para mí, la verdadera poesía es capaz de producir y proyectar el pensamiento, tiene una calidad intelectual en sí misma, y es llevada por una emoción sin adornos, y amaneramientos, floreciente. No me gusta "la poesía por el bien de la poesía". No me gustan los formalismos o la poesía como un discurso político e ideológico. La poesía es un vínculo que se establece entre el yo y los demás por un mismo movimiento de emoción y pensamiento.

AD: ¿Alguna vez has pensado en situar tu discurso poético en una escuela existente? ¿Y te has dicho a ti mismo: Soy parte de una escuela "íntima" o "nacionalista" del pensamiento?

AK: Empecé a escribir cuando era niño, por razones personales y misteriosas, pero sin una cultura poética o conocimiento de la existencia de estilos, escuelas y demás. Continué escribiendo de esa manera. Más tarde, influencias y admiraciones se produjeron. Considero que mi poesía no es intimista, ni nacionalista, o cualquier otro "ista" para el caso. Hay este enfoque personal, que es en su mayor parte inspirado por mi país, su historia, sus paisajes, por mi historia personal, que está muy estrechamente ligada a la historia de mi país, tanto del lado de mi madre como el de mi padre, vengo de una tradición de gente que luchó por la libertad de nuestro pueblo. Nací y crecí en Argelia. Mis imágenes poéticas se formaron allí. Mis viajes me han permitido desarrollar una visión más amplia, pero aquella también fue a través del prisma de mi primera experiencia poética, de ahí mi afinidad, mi pasión, mis sueños, del lado de los débiles, los oprimidos, los que luchan por la justicia y la libertad en todo el mundo; por África, mi parentesco con el blues.

AD: Ahora una pregunta sobre la alquimia del discurso poético. Mi pregunta surgió después de haber visto imágenes tuyas en China. Yo estaba interesado en un comentario que alguien hizo con motivo de tu visita: "De vez en cuando, Amina Khan se detenía a contemplar con atención los jardines, las flores de loto, y los nísperos de Japón... Antes de irse elogió los jardines exquisitos de Suzhou..." ¿Cómo funciona la alquimia de tus poemas cuando ocurren?

AK: Creo que cuando eres un poeta, tienes una determinada forma de ver las cosas. Un punto de vista personal, que nunca pierdes, que siempre está presente y puede manifestarse de muchas formas. Hoy día, puedo decir que la poesía es mi identidad real, porque es a través de ella que veo las cosas y las personas... lo cual me ha llevado en realidad a cometer algunos errores... Y por supuesto, esto no siempre se traduce en un poema. Así, a veces, tienes por ejemplo a un servidor público chino, que probablemente es poeta él mismo, quien percibe eso. Nunca pensé sin embargo, que mi emoción ante los lotos era tan visible...

AD: Usaste la palabra libertad...

AK: Amo la libertad. Sin embargo, más que la libertad, amo la justicia. Y así, no estoy en un dilema insoluble sobre cómo vivo mi poesía, mi vida diaria y mis convicciones. Hay una armonía interior, tal vez un equilibrio precario, lo que me permite vivir estas diferentes dimensiones -no sin tensiones, pero sin contradicciones.

AD: ¿Cuál es el papel de la deliberada falta de puntuación?

AK: No puntuar es una disciplina. Esta disciplina es un reflejo de mi concepción de un texto poético, el cual debería, de una manera espontánea y natural, tener ritmo y musicalidad sin necesidad de puntuación.

AD: Tu país está presente a través de lo que constituye una geografía, pero no una topografía.

AK: Sí, esto responde a una necesidad del poema. La mayoría de mis poemas parecen no necesitar la mención de un lugar en particular.

AD: ¿Pero necesitan referencias a impresiones y al paisaje en general?

AK: Sí, porque un contexto histórico y geográfico está presente, aunque filtrado por la unión de pensamiento y emoción, lo que se traduce en un nivel de abstracción, más o menos definida en el poema.

AD: De acuerdo. ¿Cuál es tu "camino" poético?

AK: Publiqué Colporteur en 1980, poemas de los 70’s. Les Mains de Fatma en 1982, poemas de comienzos de los 80’s. Vision du retour de Khadija à l' Opio en 1989, poemas escritos entre 1980 y 1985, años en Argelia, como yo los percibía de alguna forma, los cuales fueron el preludio de una catástrofe. La repentina irrupción del dinero como valor universal fue en adelante una dominante y estaba destruyendo rápidamente lo que había sido construido desde la Liberación. Detrás del así llamado discurso liberal, había una voluntad de mantener lo peor del régimen, a saber, la represión, el autoritarismo, la burocracia. Y, la combinación de los dos se materializó con la corrupción. Esto estaba en mi mente cuando escribí estos poemas. Fue también una época en que yo era joven, lleno de optimismo, energía, amor, y yo había creído que Argelia iba a reaccionar y que mis compatriotas no serían llevados de esa manera, a la matanza. Escribí dentro de esa contradicción: en un momento en el que estaba en la curva ascendente de mi vida, mientras que frente a mis ojos, el futuro estaba colapsando.

AD: Aquí hay algunas estadísticas que hice. Tomé las palabras que usas. Las palabras que más aparecen, se refieren al cosmos y lo sideral. Cuando tienes más referencias humanas, son íntimas y no sociales. ¿Confirmas esta tendencia?

AK: No es consciente, pero al mismo tiempo me tomo la responsabilidad por ello, ya que, a pesar de no tener una verdadera cultura en el dominio, soy místico. Creo que aquello se muestra en algunos de mis poemas.

AD: No querías hablar de eso antes.

AK: Porque no es fácil hablar de ello. En mi poesía, estoy adentro, y quiero una armonía, que es el reino, con elementos del cosmos, de la tierra y el cielo, y de los seres humanos, los cuales son más o menos abstractos...

AD: Esto se confirma en la segunda categoría de estadísticas, donde lo que está vinculado a lo humano es trágico.

AK: Es en ese sentido que la experiencia histórica se filtra a través de la expresión personal. Cuando pienso en la sangre, no es necesariamente la mía. Tal vez estoy pensando en la sangre de algunos mártires. O cuando pienso en el dolor, no es necesariamente mío, o sólo mío...

AD: La última pregunta. ¿Por qué esta personalización con un nombre, Khadija, el cual está tan marcado históricamente?

AK: Elegí el nombre Khadija, porque en el momento en que escribí el poema, fue para mí el rostro de Argelia. Lo escribí en 1985, con la intuición de que Argelia iba a volver a un pasado muy lamentable y muy triste. Es la visión del regreso de Argelia a una época de estancamiento, de  desesperación, una regresión trágica en la historia. Este poema es un cara a cara entre dos amantes. Es también una decepción terrible, un momento de luto, una promesa, un país...

Tomada de The Post Apollo Press.com

*Amin Khan nació en Argel durante la Guerra de Independencia de Argelia en 1956. Creció en una familia revolucionaria, escribiendo poesía, y nutriendo el interés en la filosofía y la política. Estudió en la Universidad de Argel, la Universidad de Oxford y el Instituto de Estudios Políticos de París. Como diplomático y funcionario internacional, ocupó cargos en las Naciones Unidas (Nueva York), el Banco Mundial (Washington, D.C.) y la UNESCO en París, donde vive ahora con su familia. Sus libros incluyen Les Mains de Fatma (Sned 1982) y Archipel Cobalto (MLD 2010), así como Arabian blues (MLD 2012).

* Ahmed Djebbar es actualmente profesor emérito en la Universidad de Ciencias y Tecnología de Lille (Francia). Es un reconocido historiador de las matemáticas, un ex ministro argelino de Educación, y un ávido lector de poesía. Amin y Ahmed se conocen hace unos 20 años.

Publicado en marzo 5 de 2014.

Última actualización: 25/01/2022