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Kevin Bowen (Estados Unidos)

Por: Kevin Bowen
Traductor: G. Leogena, Tallulah Flores

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 101-102. Julio de 2015.


La esperanza es un campo sin cosechar. Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellín

 

La primera baja  

 

Lo bajaron lentamente
Colina abajo
Una mano colgaba
Gris y pecosa.
Nadie hablaba
Sino que miraban
Fijamente hacia arriba.
Su cuerpo, pesado,
Se mecía
Sobre la litera.
En LZ Sharon los cocineros servían
La última comida caliente.
Uno por uno el escuadrón
Regresaba cuesta arriba.
“No significa nada”, dijo alguien.
Pero todo ese invierno
Y hasta entrar la primavera
Juro que nos seguía,
Su alma, una túnica
Arrastrándose por el suelo de la selva.

 

Traducción de G. Leogena

 

En el restaurante Indochina

 

 

Hoy recuerdo al muchacho
en su cicla por el Lago Hoan Kiem,
llevando los cadáveres de dos cerdos
hacia el mercado.
Sus carnes tan rosadas y blancas
sobre el asiento trasero,
y esa  forma suya y tan sutil de pedalear
como para no molestarlas.
En el Restaurante Indochina esta noche,
el psiquiatra australiano
de la mesa contigua
se apoya sobre accesorios cromados.
“Es agradable ver regresar
a tu gente; necesitaremos su ayuda”,
dice.  En el Restaurante Indochina
los meseros usan esmoquin.
Sirven alcohol adulterado.
Una joven mujer hunde mi brazo
con sus dedos, y me desea buena suerte,
enviando saludos a toda mi familia.
Afuera, bajo la lluvia,
su sombra cava un túnel.

 

 

 

Navegando hacia Thai Binh

 

¿Quién hubiera pensado tanto frío
y tan al sur?  Muy temprano en la mañana tomamos
la Ruta Cinco, la gran boca ancha
del Río Rojo abriéndose ante nosotros.
Millares de campos húmedos explayándose hacia el punto de fuga.
Los campesinos que los mantienen se han encorvado   
hacia la tierra ya por horas. 
Lucen pañoletas rojas atadas a sus cuellos
Se apiñan para recibir calor en el ritmo de inundación,
Y pantano y lluvia, plantando el último arroz del invierno.
Tres siglos han pasado desde que los hombres y las mujeres abrieron
este camino para arrastrar una nueva campana a la pagoda de Keo*
El último día tallaron sus nombres
en el bronce, regresaron, y paso a paso,
plantaron el sendero de nuevo.
Treinta y nueve piedras fueron arrojadas al pozo del templo;
cada una, sonaba en el vacío moliendo grano
para alimentar a los trabajadores.  Desde aquí
donde los franceses colgaron tantos cuerpos como advertencias
a la orilla de la carretera. Desde aquí
desplazaron aldeas enteras a las montañas.
Desde aquí, Bui Vien recogió su pequeño costal
y tomó el camino largo hacia el sur navegó un año alrededor del globo, 
entró a la oficina del presidente Grant y exigió 
la retirada de los franceses.
Desde aquí, un niño cruzó a lomo de búfalo,
observando sus campos desde la luna.

 

 

 

En el centro para veteranos discapacitados, Tay Ninh

 

 

Suben las escaleras
como un solo cuerpo retorcido.
Hombres cargan a sus hermanos sobre
sus espaldas, y guían a sus tíos, hermanas,
hermanos, de la mano.
Sin suficientes brazos ojos piernas
para lograr un número entero.
En el patio los niños
se reúnen, mirando. Nosotros subimos
las escaleras para estar ante ellos.
Hay más de cien:
hombres y mujeres sin brazos
y sin piernas, los sordos y los ciegos
sentados sobre el piso de concreto.
Un hombre del ministerio
nos presenta.  Los hombres
y las mujeres en el salón
desconfían de él, nos damos cuenta.  
¿A cuántos han traído, antes de nosotros,
nuevos especímenes para exhibir?
El grupo escucha mientras hace un inventario de heridas, los ítems
que faltan: audífonos, vendas, camas,
prótesis, sillas de ruedas, ungüentos.
En mitad de la lista 
un hombre levanta la mano.
El del ministerio lo ignora,
pero el hombre levanta su voz.
Nosotros le preguntamos a la traductora ¿qué dice?
Ella finge no oír la advertencia  
del hombre del ministerio y nos cuenta
que el hombre dice que durante la guerra
asesinó al menos a un pelotón
de americanos y que está orgulloso
de lo que hizo aunque algunas
noches su corazón está lleno de tristeza.
Aun así es feliz porque vive con otros
veteranos que entienden.
La mujer sin piernas, sentada a su lado,
levanta la mano y pregunta a mi esposa si
me extrañó durante la guerra.
Mi esposa baja la cabeza, le dice
que cuando eso no me conocía,
-todavía era una niña durante la guerra-
pero su hermano estuvo allí.
Mi esposa le pregunta por su familia.
La mujer se voltea y presenta
al hombre ciego, detrás de ella, su esposo,
nos dice. A pesar de las normas, han tenido
siete niños desde la guerra.
El hombre del ministerio está nervioso,
muchos más levantan sus manos
y sus voces para hablar.
Él dice que nos tenemos que ir
y hace una seña a la traductora.
Nos llevan de nuevo al sol
nos dirigen hacia las escaleras.
Algunos hombres y mujeres nos siguen
a pesar de las advertencias.
Abajo, en el patio, nos alcanzan
para rodearnos en un mar de abrazos.
Sus hijos jalan nuestras camisas,
preguntan si ahora sí se pueden encender los fuegos artificiales.

Traducción de G. Leogena

 

 

 

Domingo en el Minaun*

 

Una foto de Bobby Sands sobre la barra.
El pañuelo verde con blanco bordea un rostro demasiado joven.

En Kinshsa anoche, doscientos muertos.
En el periódico matutino una foto de un rebelde en un callejón

Disparándole a uno de los soldados de Mobuto, de rostro triste.
¿Cuántos saben por qué luchan?

En el Norte hay rumores de conversaciones de paz,
Los partidos se reunirán en un lugar no revelado.

Pero no tendrán que hablar.
Minaum cabizbajo.  Significa “la cabra” en irlandés.

Yo también recé por un milagro alguna vez y todo lo que logré
Fue una silla roja cruzando una habitación.

Un periódico que se abre a todas las páginas equivocadas,
A todas las noticias equivocadas.

Mañana los chinos tomarán de nuevo a Hong Kong.
Pero los Tutsis seguirán sin un lugar adónde ir.
 
Sus rostros agonizantes y hambrientos permanecen bajo la tenue luz del bar,
Mientras la lluvia del domingo lleva a las familias a resguardarse.

Los padres y los hijos buscan refugio
Después de misa.

Tan poca luz.  Ayer las ovejas me miraron
Como si yo tuviera que saber algo.

Los corderos cruzan de lado a lado la carretera.
Todo sucede como visto por una cámara lenta.

Como si todo el amor se hubiera ido del mundo.

 Traducción de G. Leogena

 

 

 

Inchemekinna

 

Yo nunca pregunté cómo fue cuando llegó el Hambre
Todos se fueron a la Isla.
O cómo pudieron sobrevivir sobre esa pequeña astilla
De roca rota y verde.
Sólo un cuarto de milla de ancho. Media milla de largo.
Sin un buen lugar para desembarcar.
Ni planicie. 
Hacia el suroeste, frente a los Arans, el único punto alto.
A no más de veinte pies encima de la marea.
Unos cuantos árboles inclinados y bajos.
Pero alrededor de la cintura de la isla,
Las algas, su cosecha rocosa, los cuellos de cuchillas,
Conchas levantándose como manos salpicadas de blanco
Para atraer gaviotas y aves,
Cuyos desperdicios formaron lechos profundos y seguros,
Enviaron flores que trepan en terrazas
Por todo el costado oriental de la isla.
Las casas, abandonadas ya.
Las chimeneas derruidas.
Cinco, contando en la que estoy.
La sombra de sus fuegos, todavía negra
Contra la pared del cuarto de atrás
La habitación donde Brid, el último en morir aquí,
Fue despertado, largas filas de hombres y mujeres
Navegando desde  Gormuna, Lettermore y Spiddal.
Las bufandas húmedas gotean por el camino toda la tarde.


Kevin Bowen vive con su familia en las afueras de Boston, Massachusetts. Por más de veinticinco años se desempeñó como director del Centro William Joiner para el Estudio de las consecuencias sociales de la guerra en la Universidad de Massachusetts. Su trabajo incluía dirigir la investigación y la traducción, los intercambios culturales y la exploración de los esfuerzos de reconciliación a través de las artes y la literatura en países como Irlanda del Norte, la República de Irlanda, Bosnia, Serbia , Ruanda, Nigeria, Israel, Líbano, El Salvador y Nicaragua.

A lo largo del embargo estadounidense organizó programas de intercambio humanitarios, educativos y culturales entre EE.UU. y Vietnam. Por este trabajo recibió el Premio de la Amistad de Vietnam y el Premio Phan Chu Trinh por sus contribuciones a la cultura vietnamita. Sus colecciones de poesía incluyen Jugando baloncesto con el Viet Cong; Formas de oración en el Hotel Edison; Ocho mapas verdaderos de Occidente; y Thai Binh / Gran Paz. Trabajó como co-editor de las antologías Escribir entre líneas: Escritos sobre la guerra y sus consecuencias sociales; Montaña Río: Poesía vietnamita de la Guerra de 1945; y Seis poetas vietnamitas. Ha traducido al inglés algunas obras de literatura vietnamita.

Recibió también el Premio Pushcart y el Premio de la Fundación para las Artes de Massachusetts. Sus pinturas al óleo de los escritores vietnamitas fueron expuestas recientemente en Hanoi.

US vet bridges culture gap with Vietnam http://tuoitrenews.vn/
William Joiner Center Director Receives Award in Vietnam umb.edu

 

 

 

 

Publicado el 22 de agosto de 2015

 

 

Última actualización: 17/11/2021