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Fátima Vélez Giraldo (Colombia)

Por: Fátima Vélez Giraldo

primera orilla

alejamos al cuerpo
del desprendimiento de sus partes
y no pudimos evitar que la marea descendiera
allí
un hombre tendido
abierto
fragmentado
como todo lo que intentábamos salvar
acercamos la mirada
la limpiamos para confirmar
que no fuera otra de sus manchas
cuerpo de hombre
confirmamos

y si la tierra tembló
mientras él me miraba
fue porque en su cuerpo resucitaron mis raíces
de nuevo los cielos eran fértiles
y sembramos jardines
que ondularon en la nada

dimos vida a los mares
que crecieron entre peces
el cuerpo se mantuvo firme
y fue evidencia
de que entonces
no era la tierra la que temblaba
sino el silencio
 
           De Orillas (2003)

 

tercera orilla

 

Si hemos de callar todo este tiempo
que sea para siempre.
Tú dirás que no es posible hablarme con el cielo mojado
y que ahora que empieza a inundarse
no puedes distinguir si son tuyos
o míos
los cielos que se abren,
los mares que se aproximan a la catástrofe.
Si es por eso que se te enmudecen los ojos y las manos
y andas ciego de voz
y las palabras se vuelven mariposas
que te enredan la garganta,
si es por eso,
que sea para siempre.
Yo por mi parte
puse las manos sobre una piedra oscura
sin saber que iba a morir,
que iba a ser un acto milagroso despertar
para suplicarte que no estallaras,
que no estallaras
mientras estuviera envuelta
en esa niebla que escogiste respirar

                 De Orillas (2003)

 

vista

 

quién iba a pensar que escribiría hasta crear noche
que mis ideas regadas como polvo
serían el camino para indagar el rostro
para empezar a declarar
lo que es tejer un cuerpo
cuando se me revela
que el que tengo se va
que mi cama
mi boca
por alguna razón no logran retenerlo
busco el cuerpo que aúlle cuando despierte
que logre despertarme a la vida
al sueño
a la iluminación
que cuando toque agua
sea agua
cuando toque sol
sea sol
cuando toque ventana
sea mirar al interior
donde descubriré
el durazno más allá del gusano
el cuerpo va cayendo
el cuerpo cayó
el cuerpo se abre
y la vista no es más que una minúscula vista al tedio

                 De Orillas (2003)

 

falso regreso

 

te despierta una palabra en la mirada
en el lugar justo donde se presagian los estallidos
y no puedes hablar
soñaste con la piedra
que tiene la forma exacta de la muerte
puede no ser la tuya
no la ves cerca
finges quietud
serenidad
pero el temblor está dicho:
un aliento traspasa
la profundidad del cuerpo
y no va más allá de cualquier otro lado
sin desbordar límites
los umbrales han perdido la conciencia de ti
la turbulencia no está en tus movimientos
sólo en tu espera
no pasa nada
eres tú
círculo trazado por el agua
en que tratas de ahogar
su cuerpo en la distancia
de quemar el reflejo de inmortalidad
hasta la extinción de su especie dentro de ti
con un parpadeo
invocas la fuerza
que logre transparentarte
como algo más sólido que el disparo
pero no son cielos de ti los que se abren
ni siquiera la nada
ni siquiera la encarnación de la nada
sólo es tu lengua sed
sin desiertos sin mística
el crujido de su falso regreso
estás ahí
sábanas rodeadas por ventanas
más allá la puerta más allá la calle
su puerta su calle
inevitables indestructibles
por más enmudecimiento en los sentidos
por más oscuridad de los ojos cerrados

                 De Orillas (2003)

 

 

promesa del día muerto

el día congela mis párpados ante la espera
y la mañana no nos besa las manos
ni traza con firmeza sus líneas
y una luz no se instala con voz propia
mostrándonos el camino
y un grito no traspasa el instante del abandono
de todo lo que habita y nació muerto entre nosotros
pues donde había corazón
hay una piel que se resiste a tomar forma
y la complicidad del silencio que extiende sus dominios
con raíces oscuras
y nosotros
contemplamos la lluvia
cuando ciegamente creíamos en el cielo azul de esta
mañana

                 De Orillas (2003)

 

 

 

calle 17

 

La calle 17 desde el quinto piso
se debate entre serpiente
río de aguas turbias
y un movimiento destemplado
de dientes limándose en una acera

Desde acá
seis de la tarde
una vista panorámica del ring:
en sus respectivas esquinas
los dos guardianes

El uno, el pirata, que a veces se llama Carlos y a veces Pedro
tiene una infección tan viva en el ojo izquierdo que está a
punto de perderlo

Siempre que llego quiere ayudarme a cargar las bolsas del
mercado
a abrir la puerta del edificio
quiere ayudarme hasta con mis hijos
yo no lo dejo

cuando se acerca inclino la cabeza
y el suelo me habla del contagio, de la impureza, de los
agujeros negros, del aullido de los
perros, de la compasión

busco entre mis bolsillos
encuentro una moneda y se la entrego
sin mirarlo
con mucho cuidado de no tocarlo
de que él no vaya a tocarme

El otro guardián no evoca descripciones
envuelto en una bandera de Colombia satinada
aúlla un partido entre Santa Fe y Millonarios
que se extiende por la calle 17
y asciende hasta el quinto piso
donde
a las seis de la tarde la pastelería despliega su olor
y uno no tiene más remedio que respirar
la frescura condensada de la harina
entonces se suspira
se piensa en lo que no se hizo
ahora que la tarde va cayendo sobre los antojos
sobre lo que produce el olor a pan sin el pan
y de pronto
se estrella contra el vidrio
o contra el corazón
nunca se sabe
la sensación de ser un pájaro estrujado por un gigante
el gigante no quiere hacerle daño pero el pájaro no lo sabe

Cuando parece que el cambio de luz está emitiendo señales
una palabra intenta cruzar el umbral
y aparece de nuevo la calle 17
que hace de la poesía prosa
que no permite imágenes de cuando los paisajes
transmitían belleza
por muy feos que fueran

Desde esta vista la realidad es sólida
y la guardo en bolsas zip loc
Las bolsas cambian de color y de estado de ánimo
abro la ventana
algunas se escapan
el aire las hace alborotar el cielo
hasta que caen
en la calle 17
los transeúntes no las recogen
los guardianes se acercan
y al abrirlas
una esperanza en la garganta
una pluma entre las manos

 

 

ojos abiertos

sin poder distinguir si soy yo
o es la distancia apresurando el cuerpo
enmudeciendo los pasos que se acercan
vigilando los rincones que no están
pero que a ti se dirigen
con esa voz de donde huyen las cosas
en el fondo algo amanece
sin poder asegurar que sea el sol
o el deseo de verter mi corazón sobre todo lo que veo

                 De Orillas (2003)


 

Fátima Vélez Giraldo nació en Manizales, Colombia, en 1985. Estudió literatura en la Universidad de los Andes, maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia y maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Ha sido como profesora de escritura creativa y gestora cultural. Fundó Residencia en la Tierra, residencia para artistas. En el 2012, hizo parte del equipo de curaduría del Salón Regional de artistas de la zona Centro Occidente. Sus cuentos, poemas y ensayos han sido publicados en diferentes blogs literarios y antologías. Ha participado en los festivales de poesía de Cali, Bogotá, Manizales y Zamora (México). Su libro de poesía “Diseño de Interiores” ganó el concurso Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2015, premio no otorgado, por faltar la firma en el formulario. Su primer libro Casa Paterna (Universidad Externado de Colombia, 2015) es una antología de cuatro libros inéditos: Orillas (2003); Diario del refugio (200); Diseño de Interiores (2014-2015); y Del porno y las babosas (2015), este último en colaboración con la artista Power paola, verá la luz próximamente en la editorial brasileña independiente DEEP. Está haciendo un doctorado en estudios culturales hispanoamericanos en la universidad pública de Nueva York.

Poemas Círculo de Poesía
Conversación con Santiago Reyes
Poemas Los Poetas del 5
Poemas Diseño de Interiores. Blog de Eugenia Sánchez
Del Porno y las babosas, 3 poemas

Publicado el 13 de junio de 2016

Última actualización: 22/06/2021