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Chamanes y poetas

Inauguración del 28º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía de Natalia Rendón

Por: Jotamario Arbeláez

No hay como regresar a esos lugares donde el calor te saluda con sus amables palmadas por encima de la camisa, como también es cálida la sonrisa de las gentes que te reciben, en este caso más de un centenar de chamanes y poetas en el lobby del Gran Hotel, en la capital de la montaña, cuna hace 60 años del controvertido movimiento nadaísta de malas pulgas. Fernando Rendón, Gloria Chvatal y sus acuciosos coequiperos han decidido ampliar la cobertura del verbo lírico en la celebración del 28° Festival Internacional de Poesía de Medellín, con el chamanismo y los cantos originarios, en estos tiempos de la paz recuperada en Colombia y con riesgo de volver a perderse, como podemos darnos cuenta por los múltiples asesinatos de líderes populares por los enemigos de la paz, que los hay por millones, válgame Alá misericordioso.

Es un evento donde al unísono vibran los corazones del mundo en un culto a la vida, a la paz, a la libertad, al amor, a la luz, ante los ensalmos de los chamanes, entre ellos Víctor Jacanamijoy de la región Kamsa, Colombia, y en medio de ritmos originarios al son de instrumentos para la mayoría de nosotros desconocidos. Nos hemos abrazado invitados y público, y alborozados hemos bailado y saltado en los actos rituales contra los odios y los miedos, contra la amenaza y los atropellos.

Originaria de Tuva, encanta con su garganta Sainkho Namtchylak, en una fusión de la tradición vocal siberiana y los sonidos experimentales occidentales. Y de Siberia retorna el virtuoso colombiano Íkaro Valderrama, con sus instrumentos de asombro. En la ceremonia inaugural descollaba por su vestimenta y donaire la cantante de ritmos tradicionales vietnamitas Huynh Thi Quynh Hoa, acompañada por el poeta Han Thuy Giang. No he alcanzado a compartir muchas ceremonias, por cuanto se celebran simultáneas a todas horas, copando entera la ciudad. Y además porque el evento apenas está en el arranque. Es la fiesta de la hermandad y la solidaridad a la luz del sol.

Hay otro aspecto descollante, cual es el de integrar los conceptos de sanar y poetizar. Se sabe del poder curativo de la palabra, pero no de su modo de empleo, aparte de los milagros del verbo consignados en los libros sagrados. Está anunciado un seminario de medicina ancestral y alternativa “para intercambiar saberes ancestrales con medicina no ortodoxa, avanzando en el cuidado de la salud espiritual, mental y física en lo individual y social”. Lo que necesita este pueblo tradicionalmente plagado de tanta insania, no solo en lo físico, sino en lo espiritual y mental. Qué menos puede decirse de una comunidad empeñada en masacrar la paloma reconquistada.

Del conocimiento de los poetas de regiones tan apartadas surgen poderosas alianzas para crear frentes comunes, asociaciones, idear nuevos festivales, traducir y publicar libros, realizar nuevos viajes. Y no han de faltar los amores furtivos y hasta los grandes amores.

Medellín es una con sus poetas durante los días del festival. Es tema de conversación en las casas, en los centros de educación y cultura, en los bares y en los billares. El público, multitudinario y ya fogueado en los anteriores eventos, sabe valorar el mensaje de cada bardo. Cada uno va perfilando sus preferencias. Y los visitantes, cuando se van, se llevan la ciudad en el cofre de sus más preciados recuerdos.

La labor del poeta, si se puede llamar labor el asumir un destino, ha sido siempre cantar la vida, denunciar la injusticia, velar por que la esperanza se cumpla y por que el amor impere. Los organizadores del Festival Internacional de Poesía de Medellín, acreedores al Premio Nobel Alternativo de Paz, deben estar satisfechos porque han cumplido. Y seguirán cumpliendo mientras existan las necesarias condiciones de solidaridad y seguridad.

Última actualización: 30/08/2018