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Pedro Licona (Colombia)

Por: Pedro Licona

AFRICA

 

Si sientes el llamado del sol canicular,
Imagina que alguien, algo, avanza, feliz;
Para desafiar las voces, las leyes del destino.
Un concierto de tambores hace el reclamo,
Comunica las querellas del hombre,
Tendido sobre los altos y bajos del camino,
Escucha los ecos dormidos en la bóveda,
En la casa.
África avanza, llama, se endereza,
Levanta la cerviz y no calla,
Soberbia,
Imparable.
 África sabe que si se acaban los ardores de la partida,
Hay refugio seguro en los sonidos brasileros,
En los sentidos que buscan siempre un explicación,
Entre las luces de cada día.

 

RAIZALES


En estas montañas profundas,
En el apéndice del mundo,
Nacimos, crecimos, correteamos;
Hijos de negros, hijos de mestizos,
Y de cuanta criatura quiso dios tuviera existencia.

 

Sin creer en tantas historias escritas en las páginas olvidadas del mundo,
Nos dijeron estábamos abandonados a cualquier sueño,
Hasta la hora en que la mente pudiera medir los desastres.
Mentira, nadie nos habló del caos provocado por la necedad
Cuando insiste con sus tentáculos apoderarse de otros silencios.

Ahora que la oscuridad ha partido,
Sabemos que el universo es más sabio que el aire
De esta deliciosa humedad.

 

LA ILUSIÓN


Como la roca que emerge del océano
Limpia, sublime,
Imponente,
Mostré la cara al sol que estrellaba sus fauces en el acantilado.

 

Sólo un chapuzón de confianza
Y la tierra engulló la arena
Se llevó el agua
Silenció al viandante.

En vano quise ser halcón,
Girar desde lo alto,
Irrespetar al vacío.

 

LA  VIDA EN FÁBULA

 

Juega a la claridad.
El mar juega a que no importa el invierno y la sequía,
El mar se mueve en las lejanías, lo que parece imposible,
El mar sabe llegar a todas las orillas,
Pero el mar no puede esquivar a la luna y sus desaires.
El lomo del mar brilla bajo el imperio del sol,
Todo es verde,
A lo lejos azul,
Piensa quitarse uno a uno los leños donados por corpulentos ríos.
Antes solía guarecerse debajo de los armarios,
Lo asustaron la borrasca y el desierto,
Se movía creyendo que jugaba al fugitivo.
Ha jugado el mar a cambiar de colores en la tarde,
A que no importa la luna,
A que el sol  no duele;
Pero continua abrasado por la sal
Sin poder hacerse invisible porque siempre hay orillas
Y se acaba su sabio vaivén
Y se mecen los troncos en su lomo,
Y se hace más fuerte la ida y el regreso
Y cae atrapado en manos de dios.

 

 

LA CANCIÓN DE LAS LUCIÉRNAGAS

 

 

Olía a río malherido algarabía de visitantes entre el Samán.
Cantaban los muchachos historias difíciles de entender
Imposibles de olvidar
Mientras la ciudad prestaba los recuerdos entre la confusión de las calles solitarias.
El agua se sometía a la historia de los árboles, como los cerros
Huía a los embates de la soledad, a los golpes del silencio.
Todos lo sabían desde el nacimiento, como el breve paso de las luciérnagas
Que enredadas en alas de amor, cegaban su canto para siempre.
Los hombres decían escuchar el canto del amor entre las piedras,
Las luces reflejaban el juego de todos los días;
El tallo del árbol encerraba el secreto del misterio tejido en la noche,
Con largos hilos de savia, olorosos a rezagos de concupiscencia.

 

 

El espíritu de la poesía en la construcción de una nueva vida en el mundo

 

Por Pedro Licona
Especial para Prometeo

 

 

1.     El mundo necesita musas

Según la mitología griega, las musas eran hijas de Zeus y Mnemósine (diosa de la memoria).  Hesiodo  dice que ellas eran nueve y a partir de allí ellas han sido reconocidas en forma pública, al punto que se les endilga el poder de inspirar a los reyes para pronunciar las palabras exactas y encontrar las actitudes necesarias para gobernar. Esto quiere decir, que en cada acto del soberano está entronizada la justicia requerida para el acto de decidir.

El gobernante debe pronunciar  las palabras necesarias para llegar el encuentro con la paz, requisito innegable de la felicidad y la alegría que deben llevar implícitas las mejores realizaciones.

Y un mundo feliz,  alegre, pacífico se convierte en la mejor utopía de todos los hombres porque permite la salida a flote de los sueños. Ese mundo es el Territorio justo para la poesía, donde las palabras alientan el accionar de la humanidad sumergida en la batalla diaria; donde la  supervivencia abre los ojos, alucinada por los detalles mágicos suspendidos en los nubarrones de la vida.

Allí, en ese mundo,  el poeta es el dios de cada mañana, quien tensa los hilos de la alegría. Allí desfilan las nueve musas nominadas por Hesiodo alentando el corazón de sabios, hombres de bien y gobernantes que se alimentan con la música enquistada en el alma.

Allí los hombres trabajan para abrir las puertas donde todo sueño es posible, donde todo ser humano se puede incluir: El mundo necesita musas para llegar a las goteras de la felicidad.

 

2.     El mundo necesita constructores de paz

 

Paso a paso la humanidad debe  construir los sueños necesarios para soportar los avatares planteados al recorrer la diversidad de  caminos que conducen a la vida plácida y feliz.

Día tras día los seres se complacen en llevar a cuestas las herramientas indispensables para deletrear el misterio escondido en la sonrisa del destino.

Y nos mudamos de la infancia a la vejez soportando el discurso incrustado en nuestro interior, donde hay palabras sueltas para aguijonear la realidad,  perseguida por los gendarmes de la razón; quienes dicen poseer el ungüento preciso para sanar los golpes de justicia presentados por la coquetería de la conciencia.

En esa larga fila apenas dibujamos el tamaño de nuestros huesos en procura de un abrazo, una caricia que eleva el alma del mundo hasta llegar a las mejores realizaciones, donde la  coexistencia precisa debe anidar los guardianes de la paz,  que se vuelve cada vez más esquiva.

Pero aparecen las palabras, derrochando bondad y todos los remedios justos para el acto de sanación y transforman el odio, el recelo, la discordia en los acordes que vigorizan el acto de creer, sentir, abrazar, reconciliarse para exorcizar todas las miserias.

El mundo entonces necesita constructores, quienes animados por la música y la justicia de las palabras dan la mano al hombre extraviado en cualquier circunstancia, obligan a levantar el escenario donde el amor rebosa sus cántaros  y lava de una vez por todas  las heridas causadas por el desamor y la intolerancia.

 

3.     El espíritu de la poesía para llegar a  un mundo feliz

 

Animados por la música que a todo humano seduce y las palabras que conducen al renacimiento de un mundo donde los hombres sacuden la lava sumergida en los volcanes del odio y  transformen la realidad con ayuda de Mnemósine, la diosa de la memoria, saldaremos nuestras deudas con el hermano, el amigo de antaño, gracias a los oficios de la poesía; donación lúcida y consciente de las musas a los gobernantes que aún persisten en animar la vida hasta los horizontes promisorios requeridos por el aliento de las nuevas generaciones que añoran el uso de las palabras exactas para llegar a  la felicidad.

Si llegamos sanos y salvos al paraíso de la felicidad, es porque la poesía ha interpuesto sus buenos oficios para la construcción de una nueva vida, de  un nuevo mundo.

 Y ese es el principio para ayudar a la construcción de la nueva historia, porque el hombre quiere, desea hacer realidad su memoria histórica, hasta transformar el odio vivido durante años en un movimiento espiritual que ayude al renacimiento con nuevos gobernantes, poseedores de las palabras mágicas, exactas, impregnadas de poesía.

Entonces, el espíritu de la poesía, animado por el ejercicio que hala los hilos de la memoria, se vigoriza con la sonrisa enquistada en los buenos corazones, amantes de los acordes de la música, la perfección en el uso de la palabra que danza, se viste de colores y establece la ruta exacta, rumbo a la frontera donde reina la reconciliación y  se restablece la calma.

He allí pues, la ruta más adecuada para la construcción de la paz. Una paz duradera y cierta que permite la aparición de la nueva vida donde el espíritu de la poesía alienta a los gobernantes, conductores del mundo, animado por  las musas, portadores de las palabras exactas, aquellas que enternecen y convencen a todo aquel ciudadano que se deja tocar las fibras más escondidas de su alma.

 


Pedro Licona  nació en Quibdó, Chocó, Colombia, el 5 de enero de 1948. Es poeta, novelista, cuentista y editor. Estudió Filología e Idiomas y Topografía.  Libros de poemas publicados: Viaje a pie al Akasha, 1991; Pasos universales, 1992; Desfabulando un peregrino, 1993; El camino de Khem o la síntesis alquímica, 1995; Canción de los indigentes, 2003; Mensajeros del tiempo, 2005; Receta para llamar el amor, 2006; El toque del tiempo, 2009; Cuarto creciente, 2010; Danza del celo en París, 2012; Alma serrana, 2014; En otra calle, 2016. Novelas publicadas: 7 y 45, 2007; Samba palo, 2011; Tiempo de gracias, 2014. Libros de cuentos publicados: Lámparas de mi tierra, 1983 y Campeón de sueños, 1984.

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Publicado el 05.04.2018

Última actualización: 07/07/2021