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La oralidad y las escrituras quichua como forma de resistencia

Lectura durante el 29º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Lucila Lema

La tradición oral quichua tiene una serie de creaciones maravillosas que intentan explicar las grandes preguntas y acontecimientos de los seres humanos como la vida, la muerte, los fenómenos naturales, etc.  Este canto wawa wañuy de las mujeres Kichwa Otavalo de Carabuela, en el que podemos identificar elementos importantes de la oralidad aún se canta en los funerales; en el acto ritual confluyen elementos visuales, sonoros, de socialización y transmisión de saberes.

             Ñuka churikulla
             Ñuka urpikulla
             Ñuka kusakulla
             Ayyy Jichushpa riwankika
             Ñukaa angelitokulla
             Ñukaa urpikulla
             Ayyy Ñuka kusakulla
             Ñuka urpikulla
             Ñuka angelitokulla
             Ñuka kusakulla
             Ñukaa urpikulla
             Ñuka angelitokulla
             Kunanka imaurata kawsashayari

             Mi hijito tierno
             Mi palomito tierno
             Mi maridito tierno
             Que dolor que dejándome te vas
             Mi angelito tierno
             Mi palomito tierno
             Que dolor mi maridito tierno
             Mi palomito tierno
             Mi angelito tierno
             Mi maridito tierno
             Mi palomito tierno
             Mi angelito tierno
             Ahora cómo será que viviré

             Nota: La traducción al castellano es mía

             Tema Huahua Huañui, en Antología de la música indígena.
             Centro cultural Peguche-Otavalo. 1988.

Así como los cantos son cantados; los mayores aún cuentan mitos y leyendas a sus hijos; en los cementerios aún se escuchan las plegarias de los rezadores en  representación de los espíritus de los muertos, son rezos o pedidos que tienen formas comunicativas complejas con diversos significados culturales.

Actualmente, el uso del nivel de la escritura alfabética, se da paralelamente a la oralidad, sin embargo con el empleo cada vez más creciente de la escritura, y el nivel más bajo que se le ha otorgado,  la oralidad ha quedado mucho más en la memoria de los mayores, quienes están muriendo y con ellos mucha de la tradición oral;  preocupados al respecto las nuevas generaciones están tomando los recursos modernos para guardar la memoria y la historia de sus comunidades urbanas y rurales; uno de estos recursos es la literatura.

Hay que mencionar que el uso de la escritura alfabética es solo uno de los sistemas que se están usando en las comunidades indígenas, si bien, las “otras escrituras” no se han reconocido como tales, estas existen; hablamos de los tejidos, la cerámica, los petroglifos, etc., aunque es verdad que algunas están debilitadas por el avance de la globalización uniformizante.

Aclarado eso,  la escritura alfabética es solo una posibilidad de registro; y al hablar de oralidad, ya no hablamos solamente de recopilación,  sino de un proceso creativo, de escritura que ha tomado como base la sabiduría transmitida de boca a oído, y con los recursos propios del idioma.  Se trata de tomar la voz desde una perspectiva imaginativa, lúdica y renovada.

Entonces la literatura kichwa contemporánea tiene su raíz en la oralidad, y al ser la práctica de la escritura alfabética aún insipiente, la mayor riqueza creativa está en el habla cotidiana de la gente, en sus expresiones festivas y rituales.

A criterio del filósofo kichwa, Luis Maldonado (2018), “es en la oralidad donde persiste la mayor creatividad e inventiva, ya que la escritura es aún incipiente”. 

Al hablar de literatura kichwa, la poesía del escritor Ariruma Kowii es un punto de quiebre. En el siglo XX el autor toma la escritura en idioma materno como un recurso no solo literario y estético sino también como escudo político, de lucha por la consecución de los derechos lingüísticos, culturales y territoriales. . Si bien ni en ese momento ni aún hoy se puede hablar de un movimiento de literatura kichwa como tal, hoy en día existen varios autores que están escribiendo en bilingüe (lengua materna y castellano).

En el poemario Tsaitsik, poemas para construir el futuro (1993), Kowii escribe sobre Tuwamari, dios de la música.

             (…) Tuwamari kaipimi
             Ñukanchijwan pajta katikunmi
             Paiwan
             Takishun, tushushun, rimashun
             Paiwan (…)
             Pajta pajta
             Kutin wacharishun
             Tukui pachakunapi
             Runa kausaika
             Mushujyachishunchik
             Runa llajtakuna.

             (Tuwamari está presente
             Está cerca de nosotros
             Con él
             Entonemos, dancemos, hablemos
             Con él (…)
             Una y otra vez
             En todos los tiempos
             Pueblos antiguos
             Retoñemos
             Nuestra vida (...)

             Nota: En algunos versos la traducción al castellano es mía

             Poemario Tsaitsik poemas para construir el futuro, pág. 9-16. Ibarra.1993

Este verso tiene que ver con la tradición oral que ha pasado de generación a generación, y es parte de su cosmovisión que no quiere ser olvidada.  

Lejos de un análisis literario como tal, pretendo hacer caer en cuenta que la literatura para este pueblo no ha estado desligada de la vida comunitaria, organizativa y reivindicativa a nivel nacional e internacional porque en su contenido recoge la filosofía, cosmovisión y  los procesos históricos de lucha.  

En la poesía de Kowii y otros autores, encontramos también referentes importantes del nivel oral, y en ella la lengua y sus características juegan un papel importante. Una lengua que cotidianamente usa formas visuales comparativas, metafóricas, onomatopéyicas, etc. se permite formas poéticas y literarias ricas en significado. Dicen en las calles “en quichua se quiere más”, apelando a la dulzura, amabilidad, y profundidad de los significados en la lengua.

Cotidianamente el juego oralidad-escritura y oralidad-escritura-oralidad, o viceversa existe.  Mi madre y mi padre, analfabetos, cuando nos preguntan que está escrito en ese papel, suelen preguntar, chaypi imata rimakun (esas letras que están hablando), de ahí la importancia de este entramado para la literatura contemporánea quichua.  

 En Ecuador hay alrededor de dos millones 300 mil hablantes del quichua  (INALCO 2016). Al ser una de las lenguas ecuatorianas con mayor cantidad de hablantes la naciente literatura quichua creemos aportará significativamente para que los jóvenes y los niños valoren el idioma, ya que a través de la poesía se puede construir sociedades interculturales, con dignidad, y por lo tanto en paz.

La colonización, mediante la violencia, quiso convencer a nuestros padres que el kichwa era “yanka shimi” (lengua que no vale), y así nos lo dijeron a nosotros; dejar eso y reivindicar tan solo el nombre, y más aún su valía, ha sido y es una pelea en la que el arte tiene mucho que ver. Como menciona Ileana Almeida, en entrevista personal (2018), “que el quichua pase a ser escrito permite el fortalecimiento de la lengua, significa que una de las lenguas consideradas minoritarias esté al mismo nivel de otras lenguas universales”.   

El nivel escrito del quichua aún es limitado, como señala el poeta Ariruma Kowii (2018), quien además puntualiza que el uso del quichua se da por dos razones:

             Uno, por un uso consciente, donde hay una conciencia política, cultural y lingüística; es decir,
             por convicción y compromiso consigo mismo y con la continuidad cultural y espiritual de ser quichuas;
             y, dos, porque el escenario literario se ha constituido en una oportunidad porque existe conciencia
             de que escribir en la lengua llama la atención.

Desde la literatura indigenista, que en su momento buscó dar voz a los que no tenían voz, hasta hoy hay una distancia grande. El ventriloquismo ya no es necesario aunque aún “lo indio” es objeto de representaciones descontextualizadas en todos los ámbitos. 

El uso de la escritura alfabética es históricamente reciente, pero ha sido tomada y apropiada como mecanismo de resistencia al olvido, de urgencia de decir lo que somos, antes que otros digan lo que no somos. A través de su narrativa (desde sus oralidades y escrituras),  el pueblo quichua tiene voz, brazos y pies; ella misma, desde lo ancestral y desde las situaciones e interrelaciones actuales, se está autodefiniendo y autorepresentando.

La incursión de la literatura quichua ha resquebrajado de alguna manera el imaginario de la literatura ecuatoriana “culta” y homogénea, ya que ha visibilizado de alguna manera la existencia de las otras  lenguas y literaturas que en la colonia y la república se intentaron desaparecer.

 El canon de la literatura nacional no ha considerado la literatura en otras lenguas ecuatorianas; sólo ha estimado literatura o arte a la escrita por la cultura dominante y en español.  Por ello, veo de manera optimista que en la cultura kichwa Otavalo se está dando una especie de alianza generacional por conservar la memoria a través del recurso de la escritura alfabética también,  está permitiendo de alguna forma mantener la presencia de lo que somos, dando continuidad a la identidad cultural en contraposición a la homogeneización cultural.

Fuentes bibliográficas:

Kowii, Ariruma. Tsaitsik poemas para construir el futuro. Centro de ediciones culturales de Imbabura y Abya Yala. 1996. Ibarra.  

Fuentes testimoniales:

Almeida, Eliana. Entrevista personal. Quito. 2018.
Kowii, Ariruma. En correo electrónico con el autor. Quito. 2018.  
Maldonado, Luis. Entrevista personal. Peguche-Otavalo. 2018.

Otras fuentes:

CD Antología de la música indígena. Centro cultural Peguche-Otavalo. 1988.

 


Lucila Lema Otavalo nació en Peguche, Ecuador, en 1974.  Comunicadora social, videasta, traductora, gestora cultural y poeta kichwa Otavalo. Obtuvo el premio al mejor vídeo de Medicina Tradicional en el III Festival de Cine y Vídeo de la Primeras Naciones de Abya Yala en el año 1999, por la CONAIE. El reconocimiento “Publicación”, en la modalidad testimonio escrito, en el concurso Mujeres Imágenes y Testimonios en el 2000, por el colectivo Mujer, Imágenes y Testimonios. Organizadora de cuatro ediciones del Festival de literatura de los pueblos indígenas del Ecuador “La fiesta del maíz”, compiladora de antologías de poetas indígenas del Ecuador. Premio Nacional Darío Guevara Mayorga “Rumiñahui de Oro” a la mejor obra publicada en la categoría cuento infantil, diciembre de 2016, otorgado por el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. Actualmente se desempeña como docente de la escuela de Literatura de la Universidad de las Artes del Ecuador.

Publicó el libro de cuento Chaska (Santillana, 2016, Quito) y el poemario Tamyawan Shamukupani, Tujaal ediciones- Guatemala, 2019. Compiló los libros: Hatun Taki poemas a la madre tierra y a los abuelos, Abya Yala, 2013. Quito; Chawpi pachapi Arawikuna nuestra propia palabra, Abya Yala, 2014, Quito; Ñawpa pachamanta purik rimaykuna Antiguas palabras andantes, CCE, 2016. Quito.

-Hombre Monte. Poema de Lucila Lema. -Video-
-Poemas en la web del FIPM
-Poemas en el Festival Internacional de Poesía de Bogotá
-Tres poemas de Lucila Lema. Brasiliana
-Lucila Lema y su poesía de amor a la naturaleza Artículo en latinorebels
-Lucila Lema Otavalo incentiva el kichwa a través de cuentos y poesía Artículo de prensa en El Universo

Publicado el 16.07.2019

Última actualización: 28/08/2023