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Irene Ivantcheva-Merjanska, Bulgaria

Por: Irene Ivantcheva-Merjanska
Traductor: María Clemencia Sánchez

El ojo de mi padre

En la parada del autobús
un taxista en cuclillas junto a su auto
mira inquisitivamente mis tobillos.
En la distancia, la montaña  de Vitosha, “Después de todo...”
Siento su presencia, me gusta
mirarla en esta posición,
Con su transparencia
Alcanza a tocar los tobillos de las nubes.
Yo, pesada, con mi bolsa de compras repleta
y rascando
Con mi mano
mi espalda.
Ha sido suficiente para mí.
Quédate en la foto,
el ojo insiste.
De hecho, es hermosa.

 

 

El borrador del futuro borra
la página del pasado.

La pila de papeles tirados al basurero
sepulta el presente.
Entonces sonrío.
Me pinto los labios y salgo.
Voy a improvisar, más allá del recuerdo.

 

Los niños juegan inocentemente
a las canicas.

Las niñas toman pastillas de aceite de pescado,
por si acaso.
¡Qué encantador! ¡Qué valientes!
Más tarde, vomitan.
¡Tan débiles! ¡Tan desagradables!

Niños y niñas dejan de jugar
y miran: una historia permanece entre ellos después de todo
(Aunque ciertamente, carece de brillantez).
Sufren, también vomitan.

 

Amor
no es la bebida
del vaso que levantas
por algún motivo, cualquiera sea la ocasión. Amor
no es el cigarrillo
que fumas
cuando estás aburrido, triste, satisfecho... Ergo
amor entonces
no es
lo que no es,
y no es
el libro
que lees o escribes.
Es el culto
que se hace cargo de
tu cuerpo y de todo
lo que te ha sido dado.
Entonces comprendes.
 

 

La envoltura
El crucificado
burlado
clavado
y abandonado,
inicia la historia desde el primer anno domini hasta ahora,
el punto
de nuestra civilización.

Un concepto brillante,
una garantía para la eternidad.

Y siempre, en las profundidades, tras bambalinas,
los romanos,
que, como todos sabemos,
no eran bárbaros.

 

Entro
En una iglesia de tres naves,
de pie, inmóvil,
percibo la pátina en los íconos...
labios adoloridos,
la acústica por encima del coro.
Salgo abruptamente
y afuera, en la plaza,
el otoño ha ocupado el lugar del verano.
a menudo, parece, que entre el momento débil y el fuerte,
estuvieramos soñando.
A veces, pensamos, que entre el momento débil y el fuerte,
Estuviéramos despertando.

Como si de repente, entre el momento fuerte y el débil,
rozáramos la frontera
reorganizando las habitaciones,
y nos encontráramos con la evidencia.

Enlazado todo, entre el momento fuerte y el débil,
sucede con certeza que no sabemos
qué hacer.
Entonces nos juntamos con el aire.

 

Lux

Alguien te abraza,
tu amado.
Ves
cómo el polvo no pesa
a la luz del sol
buscando un camino a través de dos cuerpos.

¿Es así?

(O tal vez,
en la guillotina del sol
otra cosa está sucediendo.)

Entonces nos quedamos en silencio y reposamos
bajo la misericordia
de la luz y el tiempo,
antes de que la historia
comience su lenta fábula.

 

El arte es eterno.
La vida, corta.
¿Entonces qué?

 


 

Irene Ivantcheva-Merjanska nació en Sofía, Bulgaria, en 1960. Actualmente vive en Estados Unidos y enseña francés y literatura en la Universidad de Cincinnati. Es crítica literaria, historiadora y feminista. Es autora de los libros: Costas de las emociones: Voces de mujeres en la poesía búlgara (Sofia, Sofia University Press, 1995); Voces de mujeres en la poesía búlgara. Aspectos intertextuales (desde mediados del siglo XIX hasta 40 años del Siglo XX), Sofía, Prosveta, 2015; Ecrire dans la langue de l'Autre: Assia Djebar y Julia Kristeva(París, Harmattan, 2015), así como de numerosos artículos, ensayos, poemas y un libro de texto de literatura.  Sus poemas se publicaron en la prensa literaria búlgara (Literaturen vestnik) y en la traducción al inglés de la poeta Holly Karapetkova, en la revista de poesía on-line Tupelo Quarterly (2018). Publicará sus libros de poesía bilingüe (búlgaro-inglés) y trilingüe (búlgaro-español-francés) próximamente con la editorial Polis (Sofía, Bulgaria).

 

Publicado el 01.04.2019

Última actualización: 07/01/2022