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Ana Victoria Padilla (Colombia)

Por: Ana Victoria Padilla

I

Aurora

 

Un secreto se te ha mostrado, que durante
mucho tiempo estuvo oculto a ti,
una aurora se eleva.

Mansur Al-Hallaj
(s. IX-X)


Fuego naciente

En el útero de la piedra 
un pequeño volcán 
despierta sutilmente

 


Bajo el permafrost 
[Siberia. Agosto 8 del 2019]

Qué haremos con los restos de animales muertos
que reposaron por siglos bajo la tierra congelada
ahora derretida con la prolongación del verano

Qué haremos con la cabeza del lobo decapitado
que nos mira con su ceño fruncido
esperándonos desafiante
desde el otro lado del misterio
en un infierno de lodo
dispuesto a agrietarse

Qué haremos
¿Abrazar la muerte
con un poema en la boca?

 


Escucha atenta II

Desde un parque en el centro de la ciudad
Bernie Krause se dispone a grabar
la orquesta del mundo
En medio del ruido de los carros
los pasos de los transeúntes
el llanto de los niños
y las voces que se hacen murmullo
hay un dolor hecho melodía
A la sombra de los árboles
canta la muerte

 

Cicadidae

Una sinfonía de insectos
clama la lluvia

 


Yubarta

En el quedo oleaje 
que sigue a la tormenta 
en las crestas de las olas 
se estremece el cuerpo 
del animal que solloza

 


Padecer con Medea*

Sopla el viento
y los cuerpos con sus sogas se estremecen

Están a punto de caer
sobre la humanidad

A sus pies
yace la madre

De rodillas
siembra su dolor y
contempla lo que más ama

En otro tiempo
alguien escucha una voz en el aire
y espera
Espera con sus manos abiertas
bajo la lluvia

* Este poema fue incluido en el proyecto La caída, de la artista Ruby Rumié, y surge tras la lectura del ensayo La compasión difícil, de la escritora Chantal Maillard.

 


A Georgia O’keeffe

Qué haces Georgia
recogiendo el paisaje
juntando las piedras y
mirando el cielo a través de los huesos

¿Descifras el tiempo?
¿Buscas un ave perdida?
¿Una nube que te dé sombra?

O quizás
abres un camino
entre las cavidades de la pelvis y el cielo
para sentirte más cerca
de aquel azul radiante
que acaricias con tus ojos

Qué haces Georgia
llevando el desierto a casa
jugando con los contornos
en el reino de la luz

 


Promesa

Llevaré estas palabras
al patio de la infancia
Entre las raíces del roble
acariciaré la tierra con mis manos
hasta hacer una pequeña abertura
donde sembraré el poema
la promesa que ha de crecer
bajo este ángel vegetal
la promesa que entregaré
a la niña que sueña
con las alas dentro de sí
Desplazándose en la corriente
más allá de toda sombra

 


Invitación a la luz

En esta ausencia de palabras
escucho
para ser más que este nombre dado
-Animal vegetal/antílope musgo-

A la sombra del neem
descanso con un animal de viento

Aquí te espero
A ti que estás en el linde del bosque
no temas
Aquí te espero

Con el olor de la tierra húmeda
impregnada en mi piel
Con los helechos entre mis manos
Con la carne
abierta

Ven
para ser testigos
de la aurora que se pronuncia

 


Contemplación

Veo el viento deslizándose en el agua
Una lancha cruza y quiebra la armonía de las olas

Mar adentro
la luz que se abre paso entre las nubes
reviste de oro la superficie

Parece que un ángel negro se baña
en aquel claro de agua

 


II

Miniaturas del asombro

«Como los niños, los poetas intuyen el vínculo exacto entre curiosidad y memoria, melancolía y resistencia, aventura y tolerancia. Y lo que buscan es nada menos que liberar las cosas de su destino utilitario y el lenguaje de sus tareas más odiosas: quedarse en su propio coto de caza donde es posible seguir siendo un pequeño príncipe. La poesía es la continuación de la infancia por otros medios».
María Negroni.

 

El conejo blanco

 

Guardo un conejo blanco en la sangre
A veces me hace brincar
pelear con el tiempo
apurar el té

Otras veces lo siento irrumpir su sueño manso
para abrir cajones
donde guarda
diminutos tesoros, jardines secretos, retazos de recuerdos,
inventario de sueños, juguetes rotos

su propia imagen siendo sostenido entre mis manos
mostrándome mi rostro de niña en sus ojos rojos
aquella tarde cuando salí de casa
y nunca más lo volví a ver

Guardo un conejo blanco en la sangre
que crece y se achica según los días
en el jardín de la casa que llevo dentro

 


Niñas raras

A veces uno llega al mundo
con algo de monstruo
de muñeca atrofiada

Lo mío era una curvatura en la espalda
y unos pies sin puentes
como si no quisiera andar correctamente
como si quisiera permanecer ovillada
recordando al feto que había dejado de ser

Después de tantos regaños orquestados por mi tía Fanny
la espalda fue mejorando y logré mirar al cielo
Los pies, en cambio
se rebelaron una y otra vez contra las plantillas ortopédicas
Se negaban a dejar de creerse pequeños peces abisales
-o bocachicos, para ser sincera-
de los que me reía con mi compañera K
Ella que vino al mundo con algo de hermosa calavera
también


Ana Victoria Padilla nació en Cartagena, Colombia, en 1987. Estudió Historia en la Universidad de Cartagena. Ha conjugado las letras con las artes sonoras, plásticas y audiovisuales. Participó en el Taller de poesía Héctor Rojas Herazo, dirigido por   Rómulo Bustos. Ha explorado convergencias entre poesía y sonido, inicialmente con el colectivo de arte sonoro Octavo Plástico (2011-2017) con el que participó en diferentes bienales.

También transita en la edición y creación de fanzines y libro objeto bajo el proyecto Libros suavecitos, laboratorio de edición de asuntos mínimos y efímeros. Además, se ha desempeñado como asesora de investigación, asistente de producción y tallerista en proyectos educativos, artísticos y culturales. Algunos de sus poemas se alojan en revistas digitales e impresas, como la revista digital colombo-alemana Otras Inquisiciones, la revista Otro Páramo, el blog Fanzines desde la Interzonax; y en revistas impresas como Ergoletrías, de la Universidad del Tolima; Alaüla y Unicarta, de la Universidad de Cartagena, y en otro tipo de proyectos como Cartagena fonográfica, publicación editada por Laguna libros y Sonema. Ganadora de la convocatoria del 31º Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Última actualización: 25/06/2021