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Eldar Ajadov, Rusia

Por: Eldar Ajadov

No me olviden

 

No me olviden. Si es posible, les pido solo esto.
Como la nieve no cae, como la vela no se apaga con el viento,
Como desaparece la estrella a la hora del amanecer.
No me olviden, y verán que no moriré nunca.
Antes de olvidar, recuerden algo de mí.
Dios nos juzgará mañana, pero por ahora ustedes están a cargo.
Los nombres sobre la arena y el granito se convierten en cenizas.
Alguien llora en un sueño y los santos comienzan a bailar.
Y cuando la oscuridad se enfríe a sus espaldas
Y no se oigan los gritos y nadie sepa cuánto tiempo falta:
No me olviden, no se apresuren a pasar por al lado,
Quizás haya algo que decir, quizás les quede de paso.

 

 

Nueve vidas

 

Nueve vidas detrás de mí,
Las vidas de los que siguen mis pasos.
Pase lo que pase en el camino
No puedo siquiera pensar que no llegaré.
No puedo caer y gritar “¡No puedo!”
Y esconderme en la nieve.
Decir “estoy agotado, amigos”
Les está permitido a todos, pero no a mí.
No a mí: me siguen, a través de la nieve,
Nueve vidas, nueve personas.
Cuando ya no tenga fuerzas en absoluto,
Le pediré a Dios solo una cosa:
Que en medio del viento y el invierno
Las nueve vidas, que creen en mí,
Lleguen a sus cálidos hogares.

 

 

Composición sobre el tema "Mi mascota favorita"

 

Es gris.
Suave. Siberiano. Peludo.
Se convierte en una bolita fácilmente.

Te mira a los ojos,
Se frota contra las piernas.
Compasivamente requiere carne.
Ronronea… El pelo se eriza:
No la compartirá por nada en el mundo.
Cuando está lleno, es bondadoso.
Ama los juguetes.
Los hace rodar por el suelo, los transporta entre sus dientes.
Se acomoda cerca de la estufa.
Se queda ahí por mucho tiempo.
Su pancita es suave.

En el mes de marzo, persigue por todos lados
A gatos y perros:
Es difícil de entenderlo a veces.

El sillón, lo destruyó porque sí.
Por el amor a las flores
Dejó caer un jarrón
Sobre el televisor.
Ahora no hay ni jarrón, ni televisor.
Se esconde debajo del sofá por mucho tiempo:
Sabe por qué.
Nunca se acuesta sobre el regazo de los invitados.
Solo sobre las personas más queridas.
Por la noche siempre está cerca de la puerta
Si no vienes a tiempo...

¡Dios mío!
¿Sobre qué estoy escribiendo?
¡Él ya no está!
No está más.
Hace cuatro años que no está.
¿Pero es posible olvidarlo?...

 

 

Excepto tú...

 

Destrocé todas tus fotos.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me fui a tierras lejanas y nunca regresé.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Pasaba el tiempo con otras, y me amaban.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me emborrachaba hasta morir: como un caído, como un degradado.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me casé, tuve hijos, me hice hogareño.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me estoy haciendo viejo. Todo desaparece de la memoria.
Todo.
Excepto tú.

 

 

En Argentina estaba yo, en Argentina...

 

En Argentina estaba yo, en Argentina...
En la primavera que era otoño
Después del caluroso invierno de verano...
Allí, en los hermosos lagos del Rosedal
Desfilan los pájaros blancos,
Al igual que las parejas enamoradas, sin prisa,
Pasean por el parque Tres de Febrero.
En el parque Tres de Febrero
Entre los gigantescos ombúes se perdieron
Las voces, como las raíces escondidas bajo la tierra,
Como las laderas quemadas de los Andes,
Como el mate de la bombilla,
Como el otoño entre las flores de jacarandá...
Allí hay chañar y quebracho hecho de hierro,
El Puente de la Mujer sobre el canal profundo,
El Obelisco, el Caminito y el ficus Inolvidables, como un tango-milonga...
Miro a través de las ventanas congeladas
A la lejanía del invierno blanco,
Y en mi alma, como una leve ventisca,
Un crujido de los recuerdos susurra:
En Argentina estaba yo­, en Argentina...
 

 

 

Duende de la casa

 

Detrás de la ventana los ruidosos
Arces de la infancia pierden sus hojas.
Un duende vive en esta casa,
Aunque se desconoce su apariencia.
Lo recuerdo hasta ahora (así los arabescos
se deslizan sobre el agua):
Por las noches le gustaba mover las cortinas
Para sorprenderme a mí y a mis hermanas.
Hecho un ovillo se metía a la cama,
Сomo las sombras, corría por las paredes…
Los niños han crecido.
La casa está más vacía.
Solo el viento permaneció eterno.
Nunca estaremos reunidos de nuevo.
Pero sigue despierta por la noche
Mi madre querida. Camina por nuestro
Hogar, confiando en el duende de la casa.

 

 

Ciudad en la arena

 

En una ciudad construida sobre la arena
Por todos lados hay una caja registradora,
Cada invitado está en desgracia y tristeza,
No obstante, el zigurat funciona.

Cada día sigue una guerra sin sentido,
Cada hora hay batallas desesperadas.
Cada vez más nombres en los cementerios;
Nadie entiende que son de la misma tierra.

En una ciudad construida sobre la arena
Las llamas se ponen más violentas…
Se mueven a lo lejos las sombras de los
Niños, mujeres y ancianos.

Ya no hay más velas ni llanto.
¿Quedará alguien a la mañana?...
Solo en el cielo se extiende la luz de las estrellas,
Una luz serena que no se desvanece en el viento…


Eldar Ajadov nació en Bakú, Azerbaiyán, el 19 de julio de 1960. Vive en Krasnoyarsk. Es miembro de la Unión de Escritores de Rusia, de la Unión de Escritores del Siglo XXI, de la Unión de Escritores del Sur de Rusia (Ucrania) y de la asociación literaria y creativa Luch, en Azerbaiyán. Pertenece a la Sociedad Geográfica Rusa, la Asamblea de los Pueblos de Eurasia y al PEN Club Internacional.

Es autor de 64 libros de poesía y prosa. Laureado con el Premio Literario del Estado del Gobernador del Distrito Autónomo Yamal-Nenets, galardonado con los Premios Nacionales "Pluma de plata de Rusia", "Por el bien del mundo", Premio ruso-sueco "El norte es un país sin fronteras", Premio de la editorial ZA-ZA Verlag (Alemania), Premio Homero (Grecia), medalla de plata del "Cuarto Festival de Festivales Literarios de toda Rusia", y medalla de plata del "Cuarto Festival de Festivales Literarios de toda Eurasia".

Links a Eldar Ajadov:

-Eldar Ajadov canal Youtube

Publicado el 09.03.2021

Última actualización: 03/01/2022