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Ismaël Diadié Haïdara (Malí)

Fotografía de Rodrigo Valero González

Por: Ismaël Diadié Haïdara

El nido de las garzas blancas

 

Soy una cabaña en ruinas entre tu voz y un largo invierno 
Conozco el canto del pájaro solitario en su nido vacío
Me fui de un país lejano para vivir en una lengua extranjera
Conozco la cama fría, la mañana sin café
Conozco la espera que germina para nadie 
La espera de alguien que podría llamar a mi ventana con sus alas
o una vieja carta entre los labios.

En el corazón del invierno la poesía enciende un fuego
y en las más profundas soledades llena el cielo de garzas blancas
que siempre vienen para hacer su nido en mi voz.

 

George Floyd

 

                     I am not your Negro
                     
James Baldwin.

Me hubiera gustado no escribir este poema
Me hubiera gustado no pronunciar el nombre de Georges Floyd
Me hubiera gustado no decir que ha muerto Georges Floyd
Ha muerto Georges Floyd la rodilla de un policía sobre el cuello
Ha muerto Georges Floyd gritando que le falta aire
Ha muerto la cara en el suelo pidiendo ayuda y cordura
Me hubiera gustado decir que no ha muerto porque era Negro
No era nadie Georges Floyd no era nadie era solo un negro más
Era solo hijo de los esclavos de aquellos campos de algodón del Mississippi
Esclavos en los campos de algodón florecidos por la sangre negra
No era nadie para que arda América no era nadie
Me hubiera gustado decir esta noche es blanca y callada
Me hubiera gustado decir la flor del almendro canta en el alba
Me hubiera gustado decir el pájaro azul y los besos bajo los semáforos
Pero hoy Georges Floyd ha bebido el alba y la noche y sus estrellas
Y el día y la tarde ante los ojos azules de la muerte.

 

 

Diálogo entre la amada y el amado

 

Amado: Triste es la noche oscura
Amada: ¡Qué bellas, amado, las estrellas en la noche oscura!
Amado: Soy testigo de la sangre de los míos derramada y mi ciudad quemada
Amada: Mira, mira amado el pájaro sobre la espiga de trigo…
Amado: Fui al exilio por los fanáticos
Amada: ¡Qué bello fue el día de tu llegada!
Amado: Dejé hacienda, jardines, mi vida entre los libros y las dunas
Amada: Amo los pájaros cantarines, la belleza del bosque
Amado: Sólo necesitaba una cabaña a orilla del río y olvidar al hombre y la historia
Amada: Amo la nieve que cae
Amado: He cantado a los muertos por el hambre y a los de las epidemias y de las guerras
Amada: Amo la Lluvia amado ¿No ve cuando cae? el cielo se rompe a llorar de alegría
Amado: Lloro de pena y testifico por los que no pueden testificar
Amada: Mira la semilla, el sauce llorón, la bruma sobre la montaña… ¡Qué alegría!
Amado: ¿Me oyes?
Amada ¡Si! Te oigo hablar de este tiempo y te estoy dando la eternidad… ¿Cuándo lo verás?

 

 

Las sandalias de Ulises

 

Ya surques los mares sobre naves de grandes velas
o vayas sobre senderos de montañas y nieve
siempre andarás con las sandalias de Ulises 

A veces te atarás para huir de las sirenas 
pasarás tiempo en islas lejanas entre incienso y seda
pero siempre andarás con las sandalias de Ulises

Guerras lejanas te sorprenderán 
Descubrirás ásperos y profundos desiertos
siempre andarás con las sandalias de Ulises

No te quedarán tierras por descubrir ni ríos 
la patria que esperas será la lengua en la que tu madre cantó 
y siempre en la lengua de tu madre soñarás con Penélope.

 

 

Este tiempo mío

 

Escribo poemas para tener un lugar donde respirar
mientras aguardo con las ventanas cerradas y las luces apagadas
Veo mejor la libélula y mi niñez correteando en un campo de amapolas

Escribo un poema para tener un sendero de espigas
Mientras por mis caminos ando y miro hacia el infinito
se me acerca más el vuelo de las garzas 

No pido perdón por ser solo de un mundo de palabras sin rima
Este tiempo mío arde por sus ríos y sus bosques
¿Dónde vivirá el hombre si en el poema no hay cielo ni alas?

 

 

Ocas

 

Cuando se pone el sol, una mariposa aletea entre las flores, 
Unas libélulas rojas vuelan sobre el estanque de los peces.

Las ocas calladas siguen bajos los árboles. 
Me miran, las miro. No nos conocemos. 
¿Qué vamos a decirnos?
Quizás están felices de estar encerradas 
Como yo de vivir en el exilio.


Ismaël Diadié Haïdara nació en Tombuctú, Malí, en 1957. Es poeta, filósofo, ensayista, historiador y narrador. Es presidente del Fondo Kati y director de la Biblioteca Fondo Kati de Tombuctú. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía: Territorio del dolor, 1967; El canto equinoccial, 1978; Como una herida reventada en las compuertas del sol, 1979; Poemas 1980-2000; La tumba de Jabès, 2000; Sahel, 2017, y Tebrae para mi madre, 2017.  Otras de sus publicaciones: El estado del mundo. Necesidad, posibilidad y contingencia en Ibn Arabi, 1992; La España musulmana y el África subsahariana, 1997; Los judíos de Tombuctú, 1999; Los últimos visigodos, 2003; Los otros españoles, 2004; Rihla. Relato de un viaje por la Curva del Níger y los desiertos del Sáhara en pos de un sueño llamado Al Ándalus, 2006; Monólogo de un carnero, 2012; Tombuctú, Andaluces en la ciudad pérdida del Sahara, 2015; Una cabaña junto al agua, 2016; Diario de un bibliotecario en Tombuctú, 2017; De Toledo a Tombuctú, 2019; y De la sobriedad, 2020.

Publicada el 30.03.2021

Última actualización: 18/04/2023