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Pedro López Adorno (Puerto Rico)

Por: Pedro López Adorno

Oración del ogro


Ante el espejo de unos robles en invierno
sea nódulo mi alma entre las ramas.

Traspié en que rendido yazgo
como devorada carne en ti difuso.

Debo regurgitar los sueños
que la fauna haya sembrado en el camino.

Regresar al espejo de unos robles
con mi alma vertida a nódulo en tu invierno.

Y la blanda labia venza
al monstruo que vive en mí las despedidas.

                        (inédito)

 


Se le antoja cabalgar


Lleva oculta en su armadura la esperanza de volver al poema.

Es un vacío la voz
                        insaciable ópera la ausencia.

Va solo (entre billones) al concierto mas la música
-clarividencia y fuga- dirige su arritmia hacia otro porvenir.

Se le antoja cabalgar por el aire al mediodía.

Escuchar tras el trino de un relámpago el llamado de las hojas.

Creer que en esa alianza todo vuelve al poema.

                      (inédito)

 


Albañilería


Ahora vienen a pedirme (los de arriba) que me convierta en albañil.
Empiece a rellenar los huecos que la nada haya dejado en el camino. 
Pida redención al sudor con que se bañan los obreros aún en sueños.

Prefiero del atardecer la fuga. Nada de encierros tipo colmena que le garabateen destinos a las nubes.

Nada de entregarme a la insidia ni medir lo valioso por la retahíla 
de divisas. Quiero conmoción y laberinto en mi albañilería. 

No me pidan usurpar el sudor de los que sueñan.

                             (inédito)

 

Migas


La nada acaricia y mortifica. 
La luna de hace días insumisa. Otra vez 
los pasos. A cruzar puentes regidos por el extravío. 
Los abrazos que olían a murmullo de mariscos 
 mar adentro se han ido. 
Migas del desencuentro. Cero salvavidas.

Hubo manjar alguna vez. Hubo viento, maleza, filetes 
de tiburón cautivo en el almuerzo sobre las olas. Hubo 
domingos en las cadencias de la isla dormida.
Hubo granos de arena en caravana 
por las partes pudendas del discurso.

 Eso era ir lejos: un más de hace días.  
Relajamiento de vértebras. Estado de sitio 
los sentidos; confluencia de las aguas. 
Mordidas las fresas. La eternidad
un hilo del conjuro. 


                                   De: Versión del que surgía (2020)

 

Forma de decir el milagro


Vertiginosa cicatriz como si llegar
a su cuerpo fuera abismo. 
Como si al arañar los márgenes
de su fuerza imprecisa 
descendiera escritura 
por donde tiembla
su innombrable.

No piensen huellaincendioorgasmo.
Es otro el laberinto, el olvido. La memoria
canta en otras casas el júbilo de Reyes.
Aquí cantan en silencio las letras.

El aire el ventanal
de la diosa que escribe
cuando todo está desnudo. Nada
se antepone a su huracán.

Mendelsohniana su argucia. Capriccio
o fuga la cicatriz que 
devora al Acis que la tenga
 entre los brazos. Devoración 
que Paganini, tras la huella
del lecho comensal, trenza
entre violines. Un Brunello
 abre los labios.

Hartazgo incorrupto cuanto piensen.


                                     De: Versión del que surgía (2020)

 


Cena


¿Y qué hubo de la cereza deseada?
¿Del hermético arándano, cima y sima y voltaje?
¿Del cóctel de fiebre y corrupción
frente al intoxicado mar que intercambiaba
angulas por abrazos? ¿Qué grafía anclará 
en las arenas?

No es desierto este aliento pero la sed
impide un “I Fall in Love too Easily”
a un milímetro del rapto de las ostras.

El banquete es sombra, nada, 
fue, será, todavía.
El tal vez de los mariscos del conjuro.

Trompeta el lenguaje. Piano
la seducción se pierde al ser pensada.

Al fin esa carencia es otra audacia, otro
grial de irse a pique. Médula
de la demasía. Salto para que la realidad
no sea el único libro que nos haga sufrir. 

Satélites ineptos que somos. Vajilla
que ha de caer. Fragmentos
del origen que en esa bocanada
digerimos para devorarnos más allá
de terrorismos o equilibrios.

Asilo las montañas
en la travesía del sabor
estaotravez  para siempre. 

Arándano y cereza enredadera
de los muslos alegres y en porfía.

                                De: Versión del que surgía (2020)

 

Hojas del insomnio

 

1.    Se ve convertido en paralaje lo que puedo obsequiarle al lector. Solo sirve de brújula querer hacer sombra con las palabras que pienso me corresponden. No es fácil ni efímero el encuentro. Soy un chata ante la velocidad y destreza que en ellas surgen del diluvio al susurro y de allí al monólogo del aire. Me toca esquivar las sílabas que en torno a mí vociferen discordia. Sobrevivir los insólitos asaltos de la espera.

2.    Es un lienzo esta ansiedad de escribir y no poder hacerlo. Frágil lienzo. De perderme en la distracción o en la abstracción el giro que toma el espacio dentro de ese lienzo generará enardecidas sílabas. Sé que la ruta hacia las hojas del insomnio puede extraviarse en el diluvio y no tendré ni mapa Google ni compás para discernir quién soy. Por eso blasfemo asombro al dejarme llevar por las tentaciones del camino.

3.    Cuando pienso poesía resplandece un diluvio. Las piedras comulgan por el camino con los aromas de su nombre. Insaciables relámpagos. Vuelvo a ponderar la tentación de entrar al arca de la desmesura. Si decido lanzarme entre ruina y laberinto al estallido cada ráfaga del vaivén de sus labios será descalabro. Hojas del insomnio sinfín mientras tiemble su orgía.


                    De: Arca de la desmesura (2019)
 


Pedro López Adorno nació en Puerto Rico en 1954. Es poeta, crítico literario, novelista, profesor universitario y antólogo. Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Nueva York. Ha publicado los libros de poesía: Hacia el poema invisible, 1981; Las glorias de su ruina, 1988; País llamado cuerpo, 1991; Los oficios, 1991; Concierto para desobedientes, 1996; El gran olvido, 1996; Cumpleaños, 1998; Viajes del cautivo, 1998; Rapto continuo, 1999; Arte de cenizas: Poesía escogida: 1991-1999, 2004; Opera ardiente, 2009; Terapia perpetua, 2018 y El arca de la desmesura, 2019. Ha sido incluido en antologías de nueva poesía latinoamericana en México, Ecuador, Perú, Brasil, España, entre otros. 

Última actualización: 06/11/2021