English

El acuerdo nómada con la naturaleza

Fotografía de P Creddit Enkhbat

Por: G. Mend-Ooyo
Traductor: Nelson Ríos

Es la tierra la que se desplaza entre lo nómada y lo sedentario. Cuando era niño, me movía entre hatos de ganado en nuestros viajes nómadas. Mi familia pastoreaba una miríada de ovejas para una granja colectiva. Teníamos algunas ovejas nuestras, algunos caballos de montar y tres camellos de carga. Teníamos varias vacas lecheras y vivíamos de la nutrición otorgada por nuestros animales. Los nutrientes de las hierbas resultaban de acuerdo con el clima, cargábamos nuestra yurta en un carro tirado por nuestros tres camellos y nos movíamos con nuestro poco ganado. La naturaleza permanecía, suave y sin cambios. Mi padre conducía el ganado y mi madre se ocupaba del combustible de estiércol seco, por lo que era yo quien dirigía la caravana nómada. Mi padre señalaba la dirección adonde nos dirigíamos: “Movámonos hacia aquellos cerros azulados”, decía. Más tarde, las formas de esas colinas azuladas permanecerían claramente pintadas en mi mente.

Llegábamos a nuestro nuevo sitio y, tras algunos momentos, erigíamos los redondos muros de la yurta, levantábamos el anillo del techo, establecíamos los puntales y las vigas, colocábamos la cubierta sobre el marco y lo atábamos firmemente con cuerdas. Nuestras posesiones y muebles se almacenaban en cuatro cajas. Todas ellas colocadas sobre un suelo acolchado. El estilo de vida nómada es simple y práctico.

Tres elementos eran colocados sobre el altar en la parte trasera de la yurta. Una piedra negra llamada "Altan Ovoo" en una caja de madera. Un violín de madera con cabeza de caballo. Y un texto antiguo envuelto en una tela amarilla. 

Cuando se encendía el fuego, mi madre hervía té y lo ofrecía primero ante la roca negra. Luego salía y lo rociaba hacia el cielo de nuestro nuevo hogar.

“Tenger, que nos cuidas, ¡protégenos! ¡Suelo sobre el que nos erguimos, protégenos...! " ella susurraba, sus palmas unidas en oración, a las cuatro direcciones cardinales y las ocho direcciones intermedias. Los mongoles consideran a Tenger, el cielo sobre nosotros, como nuestro padre, y al suelo bajo nuestros pies como la madre de todos. Los cerros y montañas, las aguas, los manantiales y la vegetación, las rocas y los acantilados, son honrados como entidades inteligentes, vivas y con alma. La piedra había sido acogida como objeto de culto desde la colina sagrada de nuestra región llamada Altan Ovoo. En esta piedra se conservaba la bendición de Altan Ovo. En otras palabras, era Altan Ovoo en miniatura. Pensábamos en Altan Ovoo como el mundo en miniatura.

Mi primera obra significativa se llamó Altan Ovoo (1993). Este volumen revela la sabiduría fundamental de los nómadas, el honor de la naturaleza.

Mi padre tomaba el violín cabeza de caballo del altar y producía música, dejando resonar las apacibles melodías de la estepa salvaje. Afuera brillaba el cielo, la estepa se calmaba, más allá de la puerta, el ganado estaba tranquilo, los caballos relinchaban en el poste de amarre y los pájaros cantaban sobre el anillo del techo. Mi padre tocaba y tocaba.

"Zee, Tenger sobre nuestro nuevo hogar, los espíritus y protectores locales, nos protegerán". Y con eso, ponía el violín sobre el altar.

Se decía que este violín había sido elaborado y tallado por mi abuelo, quien había tallado sobre él la cabeza de un famoso caballo de nuestra región de Dariganga, llamado Jaahan sharga, y que las cuerdas estaban hechas con los pelos de la cola de un caballo de carreras. Los nómadas dicen que el violín cabeza de caballo original sonsacó el paisaje, pacificó a los animales salvajes y calmó al ganado, y esto se debió a que las melodías del violín tenían su origen en la naturaleza.

Posteriormente publiqué El libro del violín cabeza de caballo (2002), en el que escribí: “El violín cabeza de caballo crea la calma de Mongolia. En consecuencia, pacifica al mundo".

Todas las noches, mi madre tomaba el libro de cubiertas amarillas y salía y caminaba en el sentido de las agujas del reloj alrededor del ganado, luego tres veces alrededor de la yurta, y bendecía nuestras frentes antes de devolverlo al altar. Las palabras "¡Que florezca la buena fortuna!" permanecen aún en mi mente. Una vez le pregunté a mi padre.

"Padre, ¿qué es lo que hay adentro?" Él me respondió amablemente, “Son las palabras dichas por nuestro maestro, el Buda. Sin embargo, no sé cómo leerlas". Y luego, "La escritura con la que están inscritas estas palabras tiene una sabiduría viva". Eso es lo que dijo.

Más tarde exploré profundamente el tema del texto. Este “Sutra de la buena fortuna” fue pronunciado por Buda, y cada vez que se le da la bienvenida, se escribe o se lee, se borra toda la mala suerte y se difunde todo lo bueno. En él, leemos, “El sol, la luna y las estrellas de la buena fortuna residen en el cielo. Los cinco elementos de la buena fortuna residen en la tierra. La sabiduría de los santos Budas de la buena fortuna de las diez direcciones y los tres tiempos reside en el medio. Que la buena fortuna de todos ellos resida en este tiempo y en este lugar”. Escribí una novela, El Santo (2012), sobre el hombre santo Danzanravjaa, un educador y poeta que tenía una intuición extraordinaria para la naturaleza, y en mi investigación, encontré las explicaciones de Danzanravjaa de este texto, y me di cuenta de que tenía una relación espiritual con el significado propicio del libro.

La vida nómada está en declive a lo largo de todo el mundo. Filas de turistas y viajeros llegan a la estepa salvaje y al desierto de Mongolia para observar la cultura de los pueblos nómadas. Y junto a ellos, vehículos se precipitan a través de la estepa a perforar minas de cobre y oro. A lo largo de los años, las olas de la globalización han estado moviéndose a través de la estepa.

La humanidad enfrenta hoy una prueba. Nuestra madre Tierra está perdiendo cada vez más especies, sus ríos y lagos se están secando y la velocidad y frecuencia de los desastres naturales como la desertificación, los tsunamis y los terremotos, aumenta. Los futuros desarrollos de la ciencia terminarán reemplazando los dones de la naturaleza para los seres humanos, mientras que el buen corazón y la bondad amorosa que es el carácter natural del ser humano, se ahogarán en la tecnología. Las riquezas del vientre de la tierra se agotarán rápidamente. La lucha política y la guerra por la naturaleza se apoderarán de la tierra. Por otro lado, las epidemias y el hambre traerán sufrimiento. Nuestra madre tierra es cada vez más susceptible.

En este momento, con las voces de los poetas por todas partes, ¿dónde exactamente están nuestras palabras más necesarias? Mientras esta pregunta juega en mi mente, puedo ver la piedra de Altan Ovoo, el antiguo violín cabeza de caballo, y el texto en cubiertas amarillas en el altar de la yurta, que nos fue legado a los nómadas por nuestros ancestros, y estoy pensando claramente en el significado trascendente contenido en él.

La piedra, el violín y el texto dicen que los humanos y el mundo natural se preocupan el uno por el otro, que comparten un entendimiento, hablan a través del ritmo melódico natural del corazón y usan palabras para expresar sabiduría.

Pienso constantemente en cómo la piedra de mi tierra natal se une a la naturaleza. El violín cabeza de caballo de mi padre toca la música de mi poesía a través del ritmo de la naturaleza. Y el “Sutra de la buena fortuna” extiende una bendición a través del poder mágico de las palabras.

Estas tres preciosas joyas cumplidoras de deseos, en las que las ideas de la sabiduría nómada se han conservado hasta nuestros días, constituyen un acuerdo con nuestros descendientes de las profundidades de nuestra cultura ancestral.

Como firmante de este acuerdo, estas tres preciosas joyas que he heredado de mi padre y de mi madre, las he llevado hacia mi simple entendimiento y a través de mi intuición me he encargado de la tarea de revelarlas a través de mi poesía y llevarlas hacia el futuro.

El corazón de la poesía late con un ritmo que corre por las venas del mundo natural, y al abrir las cualidades naturales de la mente humana a través de esta poesía, nuestro planeta puede convertirse en un mundo pacífico. Esta es una idea que define con firmeza la obra de aquella poesía que tiene sus raíces en la cultura nómada.

Con esto en mente, quiero decir que la poesía es un lenguaje entre los humanos y la naturaleza, y un acuerdo para revelar la relación espiritual que existe entre ellos.

Abrazo la piedra de Altan Ovoo como a mi mundo en miniatura, escucho la melodía del violín cabeza de caballo como el ritmo del corazón de la Madre Tierra, y develo el “Sutra de la Buena Fortuna” como la sabiduría de los ancestros antiguos; y ahora expresan continuamente las voces de nuestro propio tiempo:

                        Tú que has dado a luz a la humanidad,
                        y la sostuviste como un hijo dentro de tu pecho,
                        Te amo, Madre Tierra.
                        Y porque te amo, Madre Tierra
                        Vivirás por siempre, ¡Madre Tierra!

18 de noviembre de 2021.


Mend-Ooyo Gomonjav, nació y se crio en una familia de pastores nómadas, donde su vida consistía en la estepa interminable, el cielo azul y las estrellas, el ganado, los caballos veloces, el canto largo, las historias populares y las caravanas de camellos. Comenzó a escribir poesía a los trece años, y ha publicado unos cuarenta libros de poesía, ensayo y narrativa. Su obra ha sido traducida a unos cuarenta idiomas. Mend-Ooyo también está activo en otras áreas de la cultura mongol. Desde 2006, ha organizado una exposición anual de caligrafía, y entre 1990 y 1996 participó en el desarrollo del complejo "Mijid Chenrezig", que unió la historia y la cultura de Mongolia. Mend-Ooyo es una de las principales figuras de Mongolia involucrada en el resurgimiento de la cultura de escritura tradicional y las técnicas artísticas, y en el estudio y protección del patrimonio cultural.

Numerosos comentaristas han señalado que, además de reflejar claramente en su obra la idea de salvaguardar la tierra y el mundo natural, Mend-Ooyo expresa con sus suaves melodías las exquisitas riquezas del idioma mongol y de la cosmovisión nómada. Los escritos de Mend-Ooyo tratan de la vida de los pastores nómadas de Mongolia, su cultura y conocimientos culturales. En su estilo y material temático, busca expresar la melodía y la riqueza del idioma mongol y la sociedad nómada. Algunos de sus libros son: Antología de poemas telefónicos de Ulzii (1985); Una antología de poemas de frente de violín (1990); Colección de poesía de Altan Ovoo (1993, 2002); Iglesia de cristal del significado (1997); Los ojos de la sabiduría (1997); Ocho himnos (2000); Un nómada vino del horizonte (2002); Morin Khuur Sutra (2003); Doce composiciones de Morin Khuur (2003); La crónica azul de Darigan (2004); Morin Khuur Sutra (2005); Cada momento intermitente (2010); Santo (2012); Shiliin Bogd (2015); Cuando el río está claro (2015); Rueda del tiempo (2016); La estepa de la mente (2016); Sus obras han sido traducidas a más de cincuenta idiomas.

Su novela Gegeenten (The Holy One) recibió el premio anual "Golden Feather" a la novela del año, Ulaanbaatar, Mongolia 2012. Su última novela, Shiliin Bogd (Sacred Hill), fue publicada en marzo de 2015. En 1996, recibió el título de Trabajador Cultural de Honor de Mongolia, y en 2015, recibió la Orden Chinggis Khaan. Ha recibido muchos premios de organizaciones literarias de todo el mundo. Recibió el Poeta Laureado (con Corona de Oro), el más alto premio de poesía del Congreso Mundial de Poetas, Budapest, Hungría 2009 y ha sido galardonado con el Gran Premio de la Academia Internacional Mihai Eminescu, Rumania 2014. En 2015 recibió la Orden de Chinggis Khaan, el más alto honor de Mongolia, por declaración del presidente de Mongolia. 

Publicado el 31.01.2022

Última actualización: 04/05/2022