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Pedagogía para la nueva vida

Fotografía: bosque sagrado de Osun-Osogbo, Nigeria

Por: Paul Liam
Traductor: Sebastián Domínguez

La poesía es inherente a la naturaleza, se encuentra entre seres orgánicos e inorgánicos por igual. Reside en el silencio de los árboles, y en la insensibilidad de las piedras, se encuentra en el agua que rodea la tierra, y habita en el cielo y en los animales. Pero, sobre todo, la poesía es innata a los seres humanos. Encontramos la profunda presencia de la poesía en el llanto y la risa de un recién nacido, cuyo nacimiento deleita a sus padres. Igualmente, el entorno nos ofrece una visión profunda de la interrelación entre poesía y naturaleza, debido a su poder subliminal para evocar en nosotros un sentido poco común de la estética, ya que es a través de la poesía que nuestra conciencia y apreciación de la belleza cobra fuerza. Por lo tanto, nos encontramos con la belleza de forma natural a medida que nos hacemos conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno. Nos encantan las mariposas y las flores, nos atraen las aves y el lenguaje que comunican, aunque no entendamos el significado de los sonidos que emiten. Tal es el poder de nuestra habilidad innata para poder admirar cosas que no entendemos fácilmente, porque estamos enamorados de la pura magnificencia de su existencia. La poesía es vida porque es a través de sus misteriosos poderes e influencias que nos hacemos conscientes de nosotros mismos, a medida que nuestras interacciones son activadas por las palabras.

La premisa anterior busca apropiarse del misterio de la poesía y su presencia en nuestras vidas, aún en nuestro estado más inconsciente. Por lo tanto, es una suposición errónea suponer que la poesía es algo que encontramos o descubrimos en la adultez, cuando ha estado con nosotros desde el punto de nuestra concepción hasta el punto de nuestro nacimiento e incluso muerte. Nosotros, por lo tanto, no podemos librarnos del impacto de la poesía en nuestras vidas, ya que pone en primer plano la ontología de nuestras investigaciones epistemológicas, independientemente de nuestros orígenes sociales o culturales. La poesía define nuestro conocimiento de la verdad y la falsedad, ya que nos ofrece claridad en los tiempos de oscuridad y caos que amenazan a nuestra humanidad colectiva. Es el lenguaje común y el patrimonio legado a la humanidad por la naturaleza. Aunque, como seres humanos, podemos hablar diferentes idiomas y profesar diferentes ideologías, la poesía es el lenguaje universal común que nos une a través de nuestro sentido compartido de la belleza. En África, por ejemplo, la magnificencia de la poesía se celebra en su opulencia oral, tanto como lenguaje de culto como en cantos o canciones ceremoniales. Es el vehículo para la apropiación de nuestra esencia espiritual como pueblo, independientemente de nuestra rica diversidad cultural.

En consecuencia, el poder de la poesía para condicionar la mente a absorber los ideales de la verdad y la justicia, es fundamental para la elevación de la humanidad de su yo siempre caótico a una nueva realidad de esperanza y paz para el mundo. Pero, ¿cómo puede la poesía influir en la paz del mundo cuando se ha dicho durante siglos que la poesía no puede cambiar la sociedad? Por hercúlea y elusiva que parezca la tarea de la poesía para lograr la paz mundial, no es imposible que la poesía logre la paz mundial con la actitud, la aceptación y el despliegue correctos. Más que las armas, la mente humana y la convicción son las que hacen las guerras, ya que las armas en sus diversas formas y tamaños son incapaces de causar una guerra, a menos que los humanos las activen y las apliquen. Así, es la mente que es capaz de concebir y ejecutar guerras la que debe ser frenada con poesía, porque la poesía no guarda rencor a nadie. Por lo tanto, para evitar conflictos y guerras, debemos condicionar la mente a través del poder subliminal de la poesía, reconducirla hacia ideales altruistas que acentúen la dignidad de la vida humana y animal, y garanticen la protección de la tierra como nuestro patrimonio colectivo. Porque si somos capaces de sentir e inculcar la belleza que la poesía nos brinda a través de las palabras y el lenguaje, seremos más conscientes de la difícil situación de los demás, evitando así el odio y la maldad desde nuestra conciencia.

Basta con plantear que el rol de la poesía para asegurar la paz, es mediador. La poesía no media en las guerras, sino en la conciencia de quienes son capaces de permitirlas. En otras palabras, una mente enamorada del poder de la poesía se vuelve racional y aversiva al conflicto y a la injusticia, elementos cruciales en la guerra. ¿Cómo puede la poesía lograr este noble objetivo? Para que la poesía ejerza su influencia en la mente humana, debe empoderarse a través de medios concretos, como la institucionalización de la poesía a través del aprendizaje; a través de programas educativos sólidos diseñados para acondicionar la mente a poder apreciar los valores de la paz, el respeto por la diferencia y la inclusión. Al aumentar el acceso a la poesía y alentar su apreciación en las escuelas, las mentes impresionables no sólo aprenderán sobre la belleza de las palabras o el lenguaje, sino también sobre el desinterés y el amor como la más verdadera elevación del alma.

Celebrar la poesía como un factor crucial en la unificación de nuestras experiencias humanas, como lo ejemplifica el Movimiento Poético Mundial a través del Festival Internacional de Poesía de Medellín, acentúa la necesidad de que las personas de diferentes continentes, razas, culturas y creencias, tengan fe en la indivisibilidad de la humanidad. Y debido a que el diálogo es la mejor herramienta para lograr la justicia, la paz y el desarrollo mundiales, es seguro decir que facilitar el diálogo y defender la santidad de las palabras, es el punto de apoyo de la funcionalidad de la poesía. A partir de mi experiencia y observación personal, he aprendido que los poetas y, de hecho, los escritores, en general, son algunos de los seres humanos más auténticos, empáticos y amables del mundo. Los poetas y escritores siempre han sido conocidos por decir la verdad al poder como portavoces de los proletarios; una mente condicionada al bien y la bondad es incapaz de dañar la paz. Edward Said en su trascendental obra, Representaciones de lo intelectual (1993), problematiza la responsabilidad sagrada del intelectual, a la que pertenece el poeta. Said, pontifica que la responsabilidad del intelectual es con la sociedad y tiene sus raíces en la defensa de la santidad de la verdad, incluso en la interacción más dinámica del poder estatal.

A lo largo de los años, los poetas nigerianos han demostrado una intuición poco común y un sentido del deber hacia sus sociedades, no sólo diciendo la verdad al poder, sino también participando en protestas y manifestaciones masivas contra la dictadura y el abuso de los derechos humanos por parte del estado. Poetas como Ogaga Ifowodo, Dagga Tolar, BM Dzukogi, Bash Amuenih, Dike Chukwumerije, Ba Sabouke, Hafsat Abdullahi y varios otros, han usado su poesía en diferentes momentos para hablar contra la injusticia social, el mal gobierno, la degradación ambiental y la corrupción. La poesía siempre ha sido fundamental en la búsqueda de la justicia social, la libertad de expresión y la paz. Pero, es aún más importante afirmar que la poesía y los poetas deben continuar impulsando un diálogo que resulte en la concientización de las masas para exigir justicia social y la protección de los espacios cívicos, especialmente en los países en desarrollo. Pero, sobre todo, dado que el libro es capaz de alterar la mente y, de hecho, la vida de una persona, en la misma línea, la poesía es capaz de elevar a una persona desde un nivel inferior de percepción a un nivel superior de autoconciencia. Por eso es de suma importancia la inculcación de la enseñanza y el aprendizaje de la poesía en el currículo escolar africano, la descendencia de una generación que piensa, siempre prosperará y dominará a la descendencia de la generación que no piensa.

Si bien la poesía puede haber ganado terreno en los países desarrollados, en África, no obstante, la apreciación de la poesía sigue siendo baja, a pesar de los muchos avances que el continente ha registrado en productividad literaria. Todavía queda mucho por hacerse, para lograr que la poesía sea parte integral de la realidad africana. Las naciones africanas deben trabajar para fortalecer y profundizar la enseñanza y apreciación de la poesía en las escuelas, por su impacto a largo plazo en la formación de la cognición de sus ciudadanos, quienes a su vez proporcionarán la base para el pensamiento crítico y la innovación, que facilitarán el desarrollo más verdadero del continente y asegurará el futuro para las generaciones venideras. Porque el crecimiento y el desarrollo en África, sólo pueden lograrse si la mayoría de africanos están intelectualmente empoderados para pensar y brindar soluciones locales a sus problemas. Esto se puede lograr mediante el establecimiento de instituciones sólidas que celebren y promuevan el pensamiento crítico, especialmente entre los jóvenes. Tengo la esperanza de que el primer congreso del Movimiento Poético Mundial facilite conversaciones que se presten a estos temas.


Paul Liam nació en Nigeria. Es poeta, autor, crítico de libros, ensayista literario crítico, editor, columnista literario, y mentor de escritura creativa. Es coeditor de Ebedi Review (Diario de la residencia internacional de escritores de Ebedi, Iseyin, estado de Oyo, Nigeria). Exsecretario adjunto de la Asociación de Autores Nigerianos, capítulo de Níger, sus obras publicadas incluyen Antojos indefinidos, 2012, y Saint Sha'ade y otros poemas, 2014, y se han publicado numerosos ensayos críticos y entrevistas. en periódicos nigerianos de gran reputación, entre ellos: The Nation, The Sun, Nigerian Tribune, Daily Independence, Daily Trust, Blue Print, Nigerian Pilot, etc., y virtualmente: @ africanwriter.com, dugwe.com, entre otros. Es coordinador del Movimiento Poético Mundial en Nigeria.

Última actualización: 02/01/2024