La poesía, una herramienta lítica para el asombro

Por: Manuel Becerra
El paleoantropólogo estadounidense Ian Tattersall asegura que la capacidad para el pensamiento simbólico no sólo fue lo que permitió al Homo Sapiens sobrevivir entre sus contrincantes homínidos sino que además es lo que nos distingue de otras especies. Además elabora en su ensayo “A golpe de suerte” que fue la invención del lenguaje la máxima expresión de esa actividad simbólica. Me gusta pensar, aunado a esto, que su capacidad para admirar aquello que sencillamente le gustaba, su capacidad estética para mirar lo que lo ha rodeado desde entonces, es otra cualidad que nos distingue de aquellos otros hermosos animales con los que compartimos esta casa.
Por un lado, tenemos el lenguaje como una de las máximas herramienta para la creación, pero en todo aquello que engloba la creación, está la de construir. El creador trabaja con las manos. Eso es un poeta dentro de una sociedad, un homo faber, el que construye, el que avanza dentro de una sociedad como un ejemplar político. El poeta ya ha bajado de la torre.
Imaginemos a un mamífero, a través de millones de años, entrar y salir del mar caminando sobre las piedras brillantes una y otra vez sin que nada llame en lo más mínimo su atención. Imaginemos después a un homínido hacer lo mismo: descubre el mar y pasa temporadas cerca de ahí, mira de pronto una especie de guijarro brillando con el sol. Entonces lo levanta, mira con curiosidad que cubre su mano abierta y decide guardalo. Le ha gustado. Algo lo ha conmovido, pero no sabe qué ni por qué. Nosotros sí. Para él no existen los conceptos, ni siquiera las palabras. Sólo es humano. Está siendo humano.
La utilidad de la poesía no es comparable con la utilidad de la mesa, un globo terráqueo, un abrecartas o aquellos objetos tangibles cuya función es visible e inmediata y, por lo tanto, reemplazable. No así la poesía. Sin embargo ¿alguien me diría que la poesía no se asemeja en ocasiones a un abrecartas o un globo terráqueo? Entonces ¿qué papel juega la poesía dentro de los problemas sociales que nos competen a todos?
La naturaleza de la poesía, puesto que trabaja, entre otras cosas, con el lenguaje, es distinta, pero ¿acaso no todo es lenguaje? Es decir, la poesía no escapa a la vida que vivimos porque ha estado ahí desde el inicio. Ya lo hemos visto. Es creación que mueve a la creación. ¿No es así que la historia, la antropología incluso la biología, no ha echado mano de la poesía para alcanzar mayor profundidad y entendimiento? ¿Acaso una de las características esenciales de la poesía no es justo la de prevalecer?
Hace poco para una entrevista reflexionaba sobre esto: El poema es un acontecimiento, un evento, un acercamiento distinto con los objetos. En la poesía el lenguaje tiene una temperatura distinta, pretende retardar en el poema la fascinación, lo nuevo, con el fin de evitar el automatismo con el que veces enfrentamos la vida. Si nos detenemos a mirar una cosa como si fuese la primera vez (es decir, sin ese automatismo), comenzamos a ser mirados.
Está esencialmente en la poesía la necesidad de crear, cambiar, persuadir, mentir. Es sólo eso: construye la vida, anima al ser humano, como al viejo homínido, a crear, a construir. Es esa otra posibilidad, que nadie nos dijo, para vivir de otro modo.
Manuel Becerra nació en Ciudad de México, México, el 8 de octubre de 1983. Es poeta. Fue escritor residente en International Writing Program, Iowa 2019; en la Universidad Stockton, New Jersey, 2019, en OMI Art Center, New York, 2018 y en la Residencia Literaria 1863 para autores del mundo de la Ciudad de Coruña, España, 2025. Es autor de La escritura de los animales distintos (Dogma, 2024); Los trabajos de la luz no usada (FOEM, 2021); Fábula y Odisea (Mantis, 2020); Instrucciones para matar un caballo (Conaculta/FONCA, 2013) y Canciones para adolescentes fumando en un claro del bosque (UAZ, 2011). Recientemente con su libro Estética de los objetos aislados, obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2024.
Ha ganado además el Certamen Nacional de Literatura Laura Méndez de Cuenca 2020, el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2019, el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2014, el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde 2011 y el Premio Nacional de Poesía Enrique González Rojo 2008, entre otros. Ha participado en lecturas de poesía en Estados Unidos, Canadá, Bélgica, España y Cuba. Su obra está traducida al inglés, francés e italiano. Obtuvo la beca Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía, 2009-2010 y actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.