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Ida Vitale (Uruguay)

Fotografía tomada de la web del Taller Igitur

Por: Ida Vitale

Mariposa, poema

En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz, como las Dichas.

 

Rueda nocturna

 

Aquí
—desierto, laberinto—
enfrentada a papeles que cambian
en el instante en que los miras,
entre libros que limitan a cada hoja
con la muerte,
oyes el coro de gritos de socorro,
repetida tu lucha
                                letra a letra
contra la eterna víbora.
Secreta hermana,
arroja cuerdas esperanzadas,
fieles escalas
                  con sus nudos precisos,
planta y vigila el haba que
desde vertiginosa semilla
alcanza el cielo.
¿Sirve?
                Después
siempre está el sueño,
                                          selva
para esconderse del veneno furioso.

 

Sequía

 

De se taire, parfois, riche est l’occasion
Raymond Roussel

Y tienen las palabras su verano,
su invierno,
                       y tiempos de entrecierra
y estaciones de olvido.
De pronto se parecen demasiado a nosotros,
a manos que no tocan
hijos, amigos,
y pierden su polvo en otra tierra.
Ya no las mueve el agua
de nuestra tibia orilla humana.
Navegan entre nieblas,
merodean lentísimas,
van como topos,
                                ciegas,
esperando.
Hermanas, tristes nuestras.

 

Zoon politikon

 

Il n’y a pas de paix qu’au-dessus des serpents de la terre.
Max Jacob

Quisieras escribir al margen de combustiones
                      y escalofríos,
           malezas que ametrallan
                       y testimonios del fracaso de toda magia;
           remediando azogues roídos para que
                       del otro lado del espejo se llegue
                       a los jardines sin tormenta ni astucia,
                       donde el té circular y los amigos íntimos lejanos.
Quisieras convertir los pantanos en manantiales de limpio berro,
                       izar la historia,
                       red reptante donde tropiezas
                       y te cubres de presagios amoratados.

Pero sigues por arenales de sofocación hasta ningún fin,
           a vararte en el horror prometido.
           La espalda, triste signo,
           acata tablas dictadas entre
                      truenos y violencia.

Quisieras estar naciendo en edad de razón.

 

Jardín de sílice

 

Si tanto falta es que nada tuvimos.
Gabriela Mistral

Ahora
hay que pagar la consumición del tiempo,
sin demora,
                       gastado el arrebato
en andar por un jardín de sílice.
Aramos otra vez el mismo surco
para fertilidad de la desdicha,
y la letra,
                  el silencio
van entrando con sangre.

Años vendrán para pacer palabras
como pastos oscuros,
echar a arder pequeñas salamandras,
todos los exorcismos,
apenas memoriales donde hubo un aire libre,
ya no lugar común,
                                     que nadie
en el miedo de las encrucijadas
sueña o lee.

Vagos vagones cruzan
                                           hacia
un pasado que pulveriza las raíces,
que alisa el luto y nos despide.

Se noi sismo figure di specchio... Lucio Piccolo

No cantes,
                   Gran Oreja,
y no llores tampoco.
No mires hacia el lado del gran árbol de luz,
ni vuelvas hacia atrás,
donde la copa rota
                                      cuajó
de estrellas federales.
Apártate, apártate
como los pájaros,
como un espejo no mirado
como
            quédate, quédate,
                                              ámbar
que una insistida palabra
frota, electriza,
antes de la agonía.

 

Fortuna

Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.


Misterios


Alguien abre una puerta
y recibe el amor
en carne viva.
Alguien dormido a ciegas,
a sordas, a sabiendas,
encuentra entre su sueño,
centelleante,
un signo rastreado en vano
en la vigilia.
Entre desconocidas calles iba,
bajo cielos de luz inesperada.
Miró, vio el mar
y tuvo a quién mostrarlo.
Esperábamos algo:
y bajó la alegría,
como una escala prevenida.


Exilios


               …tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
               Francisco de Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.
Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.
La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.
Se disuelve, tan solo.


Este mundo


Sólo acepto este mundo iluminado
cierto, inconstante, mío.
Sólo exalto su eterno laberinto
y su segura luz, aunque se esconda.
Despierta o entre sueños,
su grave tierra piso
y es su paciencia en mí
la que florece.
Tiene un círculo sordo,
limbo acaso,
donde a ciegas aguardo
la lluvia, el fuego
desencadenados.
A veces su luz cambia,
es el infierno; a veces, rara vez,
el paraíso.
Alguien podrá quizás
entreabrir puertas,
ver más allá
promesas, sucesiones.
Yo sólo en él habito,
de él espero,
y hay suficiente asombro.
En él estoy,
me quede,
renaciera.


Accidentes nocturnos

Palabras minuciosas, si te acuestas
te comunican sus preocupaciones.
Los árboles y el viento te argumentan
juntos diciéndote lo irrefutable
y hasta es posible que aparezca un grillo
que en medio del desvelo de tu noche
cante para indicarte tus errores.
Si cae un aguacero, va a decirte
cosas finas, que punzan y te dejan
el alma, ay, como un alfiletero.
Sólo abrirte a la música te salva:
ella, la necesaria, te remite
un poco menos árida a la almohada,
suave delfín dispuesto a acompañarte,
lejos de agobios y reconvenciones,
entre los raros mapas de la noche.
Juega a acertar las sílabas precisas
que suenen como notas, como gloria,
que acepte ella para que te acunen,
y suplan los destrozos de los días.


Un pintor reflexiona


Qué pocas cosas tiene
este callado mundo,
más allá de mis Cosas.
Está ese sol que incendia
las paredes vecinas,
los cables del tendido
y aquí no entra porque
qué pensaría el triste,
el alón del sombrero
que, perdida su copa,
ya no abandona el muro
y tengo por la Elipse.
Y las flores de trapo,
que pintadas soñaron
con ser frescas y hermosas
y sobreviven mustias,
¿qué dirían, mis eternas?
Mis ocres, lilas, rosas,
mis marfiles sesgados
por sombras que entretejen
mis líneas adivinas,
son, en su quieto reino.
No importa el sol, afuera.
Que le baste Bolonia
y el ladrillo ardoroso
y en mera luz y sombras
me deje entre mis cosas.
Ya nos encontraremos
si en el pequeño parque,
pinto y pienso en Corot.
Voy a ser aún más leve:
en leves acuarelas
últimas, que precisen
el paso de las formas
por la bruma que sea
un color suficiente.
Pintaré un mandolino
que acompañe la danza
de mis disposiciones
entre sí con sus sombras,
con luces y con trazos
que sutiles abrazan
mis objetos amados.
Y ya toda Bolonia
será de un suaverrosa
sin presunción alguna,
sobre el fatal hastío
si, decimonónico,
de lecheras y henares,
gallineros y cielos.
Cerca de mis hermanas,
viajaré por mis Cosas.


Ida Vitale. Su obra se compone, entre otros, de los libros: La luz de esta memoria (1949), Palabra dada (1953), Cada uno en su noche (1960), Paso a paso (1963), Oidor andante (1972), Jardín de sílice (1980), Elegías en otoño (1982), Entresaca (1984), Serie del sinsonte (1992), Obra poética (1992), Léxico de afinidades (1994),  Dos por paz (1994). Ha publicado también las antologías Fieles (1982), Sueños de la Constancia (1988); Reducción del infinito, (Antología y nuevos poemas, Barcelona: Tusquets, 2002); Trema (Valencia: Editorial Pre-Textos, 2005); Con Sarah Pollack, Reason enough (Austin, 2007), antología traducida al inglés; Mella y criba (Valencia: Editorial Pre-Textos, 2010); Sobrevida (Antología, Granada: Esdrújula Ediciones, 2016); Mínimas de aguanieve (Taller Ditoria, México, 2016); Poesía reunida. Compilación y edición de Aurelio Major. Barcelona: Tusquets. 2017. Es también crítica y ensayista. 

Ha recibido diversos premios, entre ellos Premio Octavio Paz (2009) el Premio Alfonso Reyes (2014) el Premio Reina Sofía (2015), el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2016), el Premio Max Jacob (2017) y el Premio Cervantes (2018 ) que valora "su lenguaje, uno de los más reconocidos en español".

Última actualización: 22/11/2021