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“Cómo la poesía puede actuar en defensa de la Tierra”

Por: Iain EWOK Robinson
Traductor: Rafael Patiño Góez

Especial para Prometeo

Alguien me hizo una pregunta similar a comienzos de este año,  algo cercano a las mismas líneas, “¿Qué estás haciendo para salvar el planeta?” o algo semejante a eso.  Me dejó pensando que el planeta, la Tierra, no necesita realmente ninguna ayuda, que ella no necesita defensa o salvación.  A pesar de las destructivas fuerzas desarrolladas y desatadas por la civilización humana, la Tierra continuará, como siempre lo ha hecho. Ella se rediseñará ella misma, desarrollándose en concordancia con las relaciones simbióticas que forman sus ecosistemas, y ninguna cantidad de daño y destrucción acabará realmente su existencia. Ella podría no continuar sustentando la vida del mismo modo, y el clima y los cambios ambientales que se están dando definitivamente dictarán la naturaleza de la vida que el planeta puede mantener, pero la Tierra continuará no obstante.

No, la Tierra va a estar bien, ella no necesita ser salvada. Es la humanidad la que necesita salvación.  Nosotros, la raza humana, estamos necesitados de defensa.

Proteger, o determinar una apropiada defensa, significa comprender la naturaleza de la ofensa, comprender la naturaleza del ataque. Entiendo la naturaleza del ataque sobre la humanidad y la raza humana es la civilización misma.  Podría ser bastante fácil  esto de defenderse en contra de ver cómo la civilización es una construcción humana, lo que indicaría que el abusador y el abusado son uno en la misma realidad.
Simplemente expresado, nosotros (humanos) somos nuestro peor enemigo.

Si nos pudiéramos reconectar con la naturaleza, con el mundo natural de donde provenimos, pudiéramos redescubrir las relaciones simbióticas circulares que sostienen toda vida sobre el planeta, y pudiéramos encontrar nuestro lugar una vez más como partes iguales de este sistema. Sistema de recursos compartidos, un sistema de igualdad, de dar y tomar. Es un sistema que se encuentra en el corazón de muchas ideologías religiosas y políticas, un sistema que reconoce las similaridades fundamentales que conectan a todas las cosas vivientes, desde nuestra sustancia atómica compartida hasta nuestra interdependencia basada en los elementos que sustentan la vida. 

Aquí es donde la poesía puede representar su papel. La poesía puede educar, proveyendo una herramienta tanto para cuestionar como para responder, y para el desarrollo de tales habilidades intelectuales. La poesía puede traducir, tomando ideas compartidas y conocimiento y pasándolos de lengua a lengua a fin de que seamos todos capaces de disfrutar los beneficios de la conciencia colectiva.  La poesía puede entretener, aportando el equilibrio fundamental entre fantasía y realidad, resultando en creatividad colectiva. La poesía respeta y preserva la historia, a fin de que nosotros siempre seamos capaces de aprender del pasado.  La poesía sueña y descubre, de tal forma que nosotros constantemente miremos y creamos en el futuro. De todas estas formas, la poesía genera conexiones a ser formadas y protegidas. La poesía conecta y enseña cómo conectar.

La poesía promueve la escencia de la humanidad, “Ubuntu”, “yo soy yo a través de ti y a través de otros”, “lo que es tuyo es mío”, “cada uno enseña a uno”, todas estas ideas comunes que reconocen la igualdad y el potencial simbiótico de nuestra especie y su sitio sobre el planeta.

Abril 25, 2011

Última actualización: 20/05/2021