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Adriano Corrales (Costa Rica)

12º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Adriano Corrales

Casi oda a Federico García Lorca

Nuestras ciudades enloquecieron con sus guadañas
el humo asfixia a los maricas los peones las pitonisas
los rascacielos los callejones la caravana de gitanos
en el éxodo de los incendios la Danza de la Muerte
con sus harapos sus cadenas su retorcerse
alrededor de este siglo que también se nos muere
por las horas graves de esta tarde en que subís vos
Federico ángel toreador de las estrellas los enjambres

Siempre vos subís por las cinco sangres de la tarde
con Antoñito el Camborio e Ignacio
con el rey de Harlem y el Viejo de las hierbas del Hudson
con una comparsa de negros en búsqueda de su Habana para verte

Subís y bajás y subís por las cinco sangres de todas las tardes
como un son de la murga en la guitarra más ancha y profunda
pletórico de romances saetas valses con tu luna de plata
tu barca amarrada al alma tu caballo anclado en el Alhambra
el puñal abierto y las cartas lanzadas a las esquinas de los amantes

Tras de vos vienen los fusiladores con sus capas de tinta y cera
y todos los que te han matado y te matan sin matarte
pero también vienen Margarita Antonio Pablo Luis Vicente y los demás poetas con sus cantos y sus olivares de trashumante

Subís hacha de luz con todas las muertes a cuestas
encendido en el baile de máscaras con las páginas abiertas
como las flores en el instante de la primavera

Subís con nosotros en la hora ciega de los alacranes
con todo tu amor en nuestra rabia y en nuestros pesares
para iluminarnos y limpiar el óxido de los altares
la rancia costura de los maestros los empleados los generales

Subís toro torero por este cementerio de plantas y pañales
con tu fuego perpetuo de lluvia para apagar las academias
los anuncios las lámparas de la fama las camas vacías los pedestales

Subís y subís con tu alta raíz de sombras y jaguares
hasta este nombrarte nombrándome en la apuesta más lúcida
de los guernicas las plazas los bosques los labios más lunares
subís y nos subís por la garganta como una procesión fresca de animales
para regresar a la humedad de los collares en el lomo del tiempo
y arrear la bandera negra de tu Andalucía para izar la nuestra
esta funda de sortilegios en la concavidad de todas las sangres

 

Video clip para Jorge Luis Borges

Yo no miro el oro de los tigres
sino las palabras / tigres que nos devoran
así como el jardín sin los senderos
nos identifican nos ignoran
no el mundo de Morel al alimón
con Bioy Casares tu otro yo en sus alucinaciones

Tampoco es como piensan tus biógrafos
críticos ramplones sin imaginación creativa
que la mirada interior (- que - la - mira - da - al - interior)
el laberinto de los ojos con su Teseo
el podium de los pinochetes con el laurel y la lira
la biblioteca infinita del ratón que se muerde la cola
y roe todos los folios de lo alarmantemente maravilloso

¡Claro que no!

Simplemente este abismo abismándose más
para doblar la esquina y saber lo que hay que saber
que esto no es Buenos Aires ni Ginebra (ni siquiera ron)
sino tigres / palabras que se evaporan y que reescribimos infinitamente
como el ciego en una playa antes de la batalla
o el cantor perseguido esquivando la luz
cuando escupe estos pergaminos amarillentos
sin importar el fuego ni las migajas azules del tiempo

 

El color de la pitahaya

A S. D.

Asombra la lujuriosa sombra veteada color violeta
casi azul del espumante cristal
contrastado contra el rojo mantel
donde la erótica tropical del aguacate
con faldas de lechuga y otras viandas envuelven
la severidad de tu rostro transparente
por donde pasan hombres mujeres niños niñas
amores odios pasiones silenciosamente
correría de deseos tensas calmas después del éxtasis
por las calles soleadas de la ciudad extranjera
con sus aceras desiertas un domingo a media tarde
avenidas partidas en dos por la luz herida e hirviente
el repiquetear de campanas lejanas
tamizado por el bramido de algún auto desdentado
un perro ladrando la desventura del tiempo que se va
mientras el desahuciado equino cruza cabizbajo la rotonda

Borbotean esquirlas de luz en el cóncavo cristal magenta
un silencio ambiguo acaricia el temblor de tus manos
esas mismas que horas atrás atenazaban las sábanas
en un amarre y desamarre de tus muslos bajo el agua turbulenta
abrazados furiosamente al movimiento centrífugo / centrípeto
de mi espasmódico braceo de náufrago en el encumbramiento

Ahora aletean suavemente alrededor del vaso y de la tarde
recogen en espiral precisa tus cabellos
bajan rítmicamente las escala de tu blusa tu falda de flores

Volteás el rostro y muchas ciudades arden dentro de tus ojos
brevemente interpuestos en la memoria de los míos
tratan de encubrir inútilmente el puente tendido
andante Video clip para Jorge Luis Borges desandado
en los pliegues nocturnos del fuego sagrado de tu canto
tiempo insumiso en la península de la madrugada
con las imprecisas meditaciones de alcoba donde tu llanto
se confunde con el zumbido del aparato refrigerante
gemidos de la noche por la culpa desnuda del cristal
sin sabernos amantes derrotados por las ansias perennes
y enlutadas en el deseo del otro espejo

Tu mano derecha avanza hacia la sangre vegetal
levanta el cáliz
un sorbo eterno de ojos cerrados
comunión en la imagen gozosa de labios y durazno

Baja armoniosamente la bebida
hasta el rojo extendido sobre blanco donde yacen las ofrendas
un imperceptible color grana enciende tus otros labios
donde bebo ávida pero suavemente
la rabia contenida de estas palabras en la soledad
del avión al despegar
mientras las luces de la ciudad
se difuminan lentamente tras el alcohol de la ventanilla

Managua, San José, octubre del 2000

Video: Casi oda a Federico García Lorca

 

CONTEMPLO UNA MULATA

EN EL CENTRO HABANERO DE LA NOCHE

 

Te miro a los ojos
verdes ojos como el Caribe de la tentación
cimbrea y baja por todo tu cuerpo
rítmico batá que resuena y encadena

mis ojos noche adentro
síncopa de tus caderas viento de mayo porteño

pero resisto te miro directo a los ojos verdes mulata
vos me mirás tímidamente como quien no quiere
porque los otros miran tu Caribe golpeando en las bardas del malecón
en las piedras El Morro La Cabaña
no tus ojos que regresan borrachos de sol
hasta mi palabra deseosa por vulnerarlos

alrededor se mueve La Habana con sus coches
sus rones desmadejando el cielo las estaciones
el derroche de pieles llamarada en escabeche

pero lo sé: es otra la mulata
fugaz pensamiento de negocio nocturno
yo el otro con mi atuendo delator de extranjero

entonces interrogo de nuevo tus ojos
caimán naufrago en la extensión sinuosa del Caribe
sin poder pasear de la mano libres por La Rampa de tu vientre
y hablar de las consignas que ladran en tus pechos
¡devuélvannos a nuestro niño!
       sobre las brigadas del campo las muchachas al piano
y no sobre tus muslos en el mercado de la luz
con sus cachondeos de jinetera colectiva

me miran tus ojos ahora esquiva
balbucean algo como peces metálicos
caballitos multicolores papalotes encendidos
anzuelos que viajan lentamente de la mano al mar
regresan con un centelleo de plata en el aire
se conjuntan en el sitio exacto donde mis ojos se encienden
en los tuyos que se apagan el mar Caribe al asalto
caracolea zigzag se disuelve en la playa cuando te volteás
hacia el bárbaro rubio que te estrecha
y se empapa con el monte de espuma de la alta marea

 

ACERCA DE LA TRADICIÓN
Y CÓMO SE REESCRIBE

 

En el año 908 Abdullah Ibn Al-Mu’Tazz
poeta príncipe de los árabes quien vivió consagrado
a la poesía y al estudio
es asesinado después de gobernar un día y una noche Bagdad

Entre el 627 y el 650 d.c. (¿700 y el 780 d.c.?)
Han Shan el monje de la Montaña Fría
con un sombrero de corteza de abedul
chanclas de madera y tierra
escribía sobre las hojas amarillas del otoño
sobre tablillas de bambú pedazos de troncos
en los muros de las casas de los vecinos de la aldea
sus trazos invisibles luz perpetua del andariego

Más cerca aún de mi tiempo y nuestra frontera
Carlos Martínez Rivas en sus arrebatos de fauno herido
ángeles y demonios convocados
solitario en una casa de Altamira Managua
pinta poemas en la pared desesperado
por la ausencia de páginas blancas máquinas de escribir

Yo digito una red de estrellas eléctricas
de no sé cuántos megabytes de memoria
como si tratara con sombras rupestres en la caverna
en la noche que teje y desteje La Vencedora
y no sé qué sentido tiene sino el mismo
de una guadaña de plata en Bagdad o Managua
rotas marionetas después de su momento en el tablado
o el año viento inconstante de la palabra vulnerada


Adriano Corrales nació en Costa Rica en 1958, es poeta, escritor, ensayista y narrador. Ha publicado los libros de poesía: Tranvía negro (Editores Alambique, 1995); Hacha encendida (I.T.C.R, 1999) y La suerte del andariego (Ediciones Perro Azul, 2000); Hacha encendida, 2000; Profesión u Oficio, 2002; Caza del Poeta, 2004; Kabanga, 2008. Los libros de novela: Los ojos del antifaz, 1999; Balalaika en clave de son, 2005. Y el libro de cuento: El jabalí de la media luna, 2003.. También editó la novela Los ojos del antifaz (Ediciones Perro Azul, 1999). Se graduó en artes dramáticas en San Petersburgo-Rusia, es profesor del Instituto Tecnológico de Costa Rica y es editor de la revista cultural "Fronteras". Es gestor del hermanamiento de los creadores centroamericanos a través de la organización de encuentros internacionales de escritores.

Última actualización: 06/11/2021