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Carlos López Degregori (Perú)

Por: Carlos López Degregori

La boda

En Aldebarán nadie tiene ojos. Las pocas flores que allí crecen
huyen de los fogones.
Las bestias y los hombres se esconden terrosos
apretados
enferman con la luz.

No sé por qué me invitaron a una boda en Aldebarán
o fue por risa
o por crueldad
pero allí estuve
y ahora de regreso sólo puedo decirles
que en Aldebarán los ciegos se casan con las ciegas
y danzan hasta morir en su fiesta de carbones
golpeando palos
campanillas
con sus caballos de fieltro
con sus perros que ladran a los ruidos
y cuando ya nadie queda
cantan al final ciegos los gallos
anunciando
ninguna claridad.

Retrato de Aldana entrando por los pies

Ella entrará por los pies
besando tus diez uñas con fervor

  para que crezcan en ellas flores cárdenas,
  estrellas, torbellinos.

Ella enredará sus cabellos en tus piernas
caminará tu vientre marcando cada pliegue,

  cada lunar, cada hueso,
  el falso lugar del corazón

y se tenderá en este cielo de sábanas sucias
y se ahogará contigo en este río de oro.

Ella posará sus labios en tus labios
hundirá sus ojos en tus ojos
te arañará con todo el amor que cabe en sus pestañas
se enroscará en tus oídos golpeándote con yunques y martillos
y repetirá
muere
muere muere muere muere muere muere.

A mi señora de los lobos

Nada es más carbón que tu nombre encendido de carbones.
Nada es más puerta que derribar todas las puertas
hasta que mis pies y manos
se deshagan.
Nada es más largo que abordar un taxi para buscarte
en las calles vacías
o reventar persiguiéndote
miles de caballos.
Nada es más santo
que implorarle al santo
para que te traiga con sus disciplinas.
Nada es más oscuro que amenazar al farero
para que se atreva a iluminarte.

Ni en la noche ni en el día ya te encuentro,
Mi Señora de los Lobos,
ni en la cabecera de la cama
ni en los pies
ovillada de espinas.
Y es muy difícil no saber
si reinas en los sótanos,
en las torres,
en las carnicerías,
en la blancura que abraza silenciosa
a los cuerpos dormidos.

he aprendido a maldecirte,
Mi Señora de los Lobos.
He probado la risa, el olvido, la crueldad:

y si deben pasar así mis años
sólo una cosa voy a pedirte:

ruega para que no desista:

ruega para que sea de nieve
por ti
mi última palabra.

 


Carlos López Degregori nació en Lima, Perú, en 1952. Licenciado en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Perteneció al grupo La sagrada familia. En la ciudad de Lima, ha publicado los poemarios: Un buen día (Ediciones La Sagrada Familia, 1978); Las conversiones (Universidad de Lima, 1983); Una casa en la sombra (Instituto Nacional de Cultura, 1986); Cielo forzado (Seglusa / Colmillo Blanco Editores, 1988); El amor rudimentario (Asociación Cultural Peruano Japonesa, 1990); Lejos de todas partes (Universidad de Lima, 1994); Aquí descansa nadie (Editorial Colmillo blanco, 1998). Recibió el Primer Premio en el Concurso Internacional de Poesía El Olivo de Oro (1997). En 1998 publicó el libro La generación poética peruana del sesenta. Estudio y muestra en colaboración con Edgar O'Hara. Es miembro del comité Editorial de la revista Lienzo. Es docente universitario en la Universidad de Lima desde 1998.

Última actualización: 26/10/2021