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José Martínez Sánchez (Colombia)

José Martínez Sánchez en el 12º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: José Martínez Sánchez

 

Washiria

Todo vuelo de gaviota azul celeste,
parajes en lontananza,

mar de arrecifes y mis ojos
tras el brillo de la estrella.
Carabelas entre nubarrones parten hacia Washiria,
ciudad de altas torres donde me esperas,
maga fértil, sacerdotisa de telescopios sacrílegos
a la mirada del cíclope.
Lento sube el héroe de la escalada,
polluelo por sobre el huracán de espuma y lodo,
antes de la caída del trueno.
Imaginarás a un sobrenatural de barba hirsuta
en abierta guerra contra los submundos,
allí donde el ordenador dispone, rediseña, globaliza...
Alrededor de Washiria aún mueve la cola el dinosaurio,
pero su atmósfera acoge huellas de lo que un año preciso de la historia
fue hongo implacable sobre cuerpos inermes.

 

Evocando a Pushkin

Soy un pequeño hombre
de mirada gigante. En mí habitan los duendes de la noche,
las mujeres perversas
a quienes abandoné una vez
en los chiribitiles de la aurora, la mirada empinada del pájaro guerrero
y un sinfín de fardos y de espumas.
He cambiado de piel ante las cobras míticas,
botafumeiro de hermosas bailarinas incas
-cual neófito Rimbaud, a lo castizo
perseguidor de hetairas sonsoneñas-.
En franca lid gané los dones
de la esquiva mestiza.
En ocasiones suelo pasar jornadas dantesinas
con las regias burguesas (Flor, Mamá Penélope,
la flaca póstuma hija del banquero),
pero es ésta la hora de confiar mi derrota.
A Pushkin, al joven Pushkin de singular presencia,
le arrancaron la vida de un disparo zarista.
Yo sentí la muerte de Pushkin
a las ocho en punto de la noche,
el jardín de la casa goteante de lluvia
y un dolor absoluto, tremebundo.
me fui cantando una tonada triste,
y soñé que era sólo un pequeño gigante
con una bala oculta entre los huesos.

 

ESTAMPIDA


Mi hermana y yo venimos
De los cantones del odio.
Tierra de Aholá y Aholibá,
De Omirí y de Josafat.
Allí el trigo se niega a florecer.
La caña y el café
Pudren en las encías
De la gula y la codicia.
Venimos de los incómodos parajes
Del vientre de la ortiga.
De la madriguera de los cardenales de dios,
Donde una turba neosurrealista
Abofetea a las nietas del Ibis.
De los fríos inviernos del espíritu,
Emasculado por la toxina de las víboras.
Cantemos,
Cantemos al asilo de los fugitivos.
Mi hermana y yo venimos 
De los cantones del odio.


EL TIEMPO ES ASÍ


Una forma del tiempo mi armadura
Nunca hice castillos en la arena
Jamás soñé con ser un astronauta
No ingresé al servicio de la corona inglesa
En definitiva no iré a la próxima función del circo
No escogí a mi madre para ser su hijo
Solo tengo huesos
Carne
Nervios
Solo desplumé unas cuantas palomas
Por gran putas
El tiempo es así
Básicamente soy
Soy una forma

 

RETRATO DOBLE

 

El recolector de basura escribe en su registro
Las formas de tu cuerpo.
Anota cuarcito y pórfido donde van tus pechos.
En tus piernas descansa la pizarra.
Traventino o piel repujada
No capta con exactitud la suavidad de tus manos.
Expande arenisca por la espalda
Hasta las anchas caderas.
Vendrás a mí atraída por el olor del rapsoda.
Yo escribo aguamarina en mi cuaderno de diario.

 

IMPERCEPTIBLES

 

Nacen a la orilla de grandes y pequeños arroyos
Como gordos cojines de leopardo.
Suben por los caminos pluviosos de las cordilleras
Y varían según la época del año.
En verano acogen a la espadilla y al trébol.
Usted que no es biólogo marino
Admite la milagrería en los intersticios del aura.
Usted se doblega a la inmanencia parva.
En invierno posan de bateles
Para que las vacas rumien la sal del relámpago.
Inconfundibles en los pisos lustrosos
De suntuosas mansiones.
Se deslizan por los punteles de las cañerías
Hasta tocar el lecho obsecuente del mar.
Atropelladas sobre coloridos estuches de regalo,
Suelen confundir al guaraguao.
Incluso un personaje de las tiras cómicas
Las pasea silencioso por la arena blanda del acantilado.
Son imperceptibles bajo el paso lento de los fugitivos.

 

MAREA DE VERSOS


Aparecieron un poco después
Del meridiano menos propicio,
Detrás de la sesera y la sotana
Del padre Malaquías.
Irrumpieron como los cuervos
O como los árboles,
Pletóricos de péndolas y pámpanos.
Venían en formatos acrisolados o no,
Endurecidos en sus bordes.
Raídos,
Sucios,
Moribundos.
Sin ser caballos, acémilas o grifos,
Portaban en sus lomos la llave misteriosa.
Ábrete Sésamo…
Eran nostálgicos y alegres.
Eran indefectiblemente abejas zumbadoras
En la marea del éxtasis.
Se dejaban recortar
En periódicos estropeados y revistas de moda.
Aposentados en paredes de grafito,
No imputaban su belleza.
Eran barcos,
Angarillas,
Heliotropos.
El padre Malaquías
No pudo contenerlos.
Arrojados sobre la ciudad,
Nos excedían.

 

DE ÍNCUBOS Y SÚCUBOS

 

Suele suceder en alfombras de monarcas medievales.
Garras de águila y león sostienen el doble arco del triunfo.
Anchas como la opulencia de la época,
Negras complexiones reciben coronas de hierro
En talleres de Sant Joan.
Peritos bordadores recrean la sagrada imagen del pecado.
No dicen que son íncubos y súcubos
Los que ahora custodian la fortaleza del señor.
Agregan a carlancas delicados quiebres,
Excepcionales dijes ajustados a orejas de galgo.
Podrás ver las uñas hemorrágicas del halcón
O la garganta vermífuga del cormorán.
Algo hemos podido salvar de los monasterios.
Mi madre, muerta hace dos décadas,
Cuece habas en la pieza de barro expoliada al callejón.


PSICOANIMÁLISIS

Congregados en la jungla,
El león ordenó a sus compadres
Animalizar al hombre.
Lo pusieron a caminar en cuatro patas,
Le enseñaron a rugir,
Afilaron sus largos colmillos
Y lo llevaron de caza.

El hombre se sintió ofendido.

Reunidos en la sala de su apartamento,
El hombre propuso humanizar al león.
Lo vistieron de perrita callejera,
Le compraron uniforme de la Selección Colombia,
Le enseñaron a rugir en inglés
Y a devorar a los hinchas del equipo rival.

En casa nunca hubo violencia intrafamiliar.


José Martínez Sánchez nació en Aguadas, Colombia, en 1955. Poeta, narrador y profesor de enseñanza secundaria. Ha publicado los libros: El camino perdido (1981-1990); Las pequeñas desdichas (1988); Canción de soledad (1997); y Palabras del apóstata y otros poemas (1998). Ha sido premiado y seleccionado en varios concursos literarios, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura Infantil (1990). Recibió Mención de Honor en el certamen Internacional de Cuento del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York (1998)

Última actualización: 12/11/2021