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Winston Morales Chavarro (Colombia)

Fotografía tomada de la web Primicia

Por: Winston Morales Chavarro

A Eva en el destierro

Qué hermosa es Eva
Qué hermosa la serpiente que le rodea
El árbol que crece en su talle
El fruto carnoso que despliegan sus labios
Al posar sobre la ocarina
Su música en las orillas del bosque.
Que hermoso su cabello
-Grajillas oscuras que caen sobre sus hombros perfumados-
su nariz que respira otros mundos
y crea para tantos laberintos
el azahar y las guirnaldas que los sustituya.
Qué hermosa es Eva
Qué hermosos sus tobillos
Las huellas que dibuja sobre la arena
Para marcar el camino hacia la luz y hacia las sombras.
Qué hermosos los hijos que le ha arrojado al mundo
El río que desciende por las colinas de su vientre
El volcán de sus ojos de fuego.
Qué hermosa esta costilla pensante
Este polvo sagrado
Esta caña aromática
Que guarda en sus pechos fragantes
Otra manzana para las épocas de lluvia.

 

La muerte

A Laurent Vigouroux, muerto en
Iquítos Perú, abril 24 de 1999.

Como situada en un espacio vago y remoto
la muerte se va aproximando
hasta tomarnos del brazo.
Uno puede pensar que ella es nuestra sombra o nuestro sueño,
quizás una hermana mayor
que hace mucho abandonó la casa
pero que de soslayo
sorprende con su presencia de ola
o su llanto de niña pródiga.
En la ebriedad de la noche
la muerte
con su canto de corneja,
con sus halos de oro arrojados al fuego,
nos despierta del sueño o del letargo
nos lanza hacia la calma definitiva de lo oscuro.
Entonces comprendemos
que siempre ha estado cerca
que su presencia era como el rumor de un río
bordeando la orilla de nuestra desembocadura más próxima.
Pero a la hora del abismo
A la hora del concierto fatídico
-cuando el ave Fanza canta su réquiem en el traspatio
o suenan antiguas campanas-
la muerte nos es tan peculiar
tan conocida
que la sombra impenetrable
súbita se transforma en estallidos de fuego
y la noche tórrida
en un laberinto de perfumes
en donde empiezan a florecer anémonas
en el solar distante de la otra orilla.

 

LOS PÁJAROS

Pájaros hay en Schuaima

Como abetos en la China

o místicos orientales en las orillas del Nilo

Pájaros ataviados de luz:

Currucas, navíos, toches, goletas,

Derroteros, serpentarios, piqueros de patas azules.

Los pájaros de esta Terra

conocen las violetas de Parma, los tábanos del este,

las arborescencias del Mississippi;

Mundos posibles en el crepitar de sus alas lluviosas;

Pájaros que parecen nubes de yarumo y trigo

remontando su vuelo

por bosques de arrayanes y dindes balsámicos.

Estos,

los viandantes de este piélago desnudo

los pájaros que soñara la Dulce Aniquirona

en su canción por la memoria del bosque.

Pájaros de Schuaima

provistos de alas, de luz y madreselvas

decidme:

¿Qué es lo que gravita en las otras orillas?

 

LOS RÍOS

 

Como un volcán en su canción de fuego
como una colina de nieve roja,
así vive Schuaima poblada de ríos.
Ríos que bajan por los llanos
como muchachas desnudas
con trenzas de agua en sus bocas.
El río más grande de Schuaima
se llama Calixto.
Llena la luna
ve descenderlo dormido
por las piedras y las campanuelas del valle.
La espuma con su risa blanca lo llama
Calixto, Calixto!
Gravita el río con sus plumas de agua
porque el viento besa su muerte
y su ronquido de dromedario.
Allí está
flotando en un mar de ríos Schuaima
innumerables volcanes hablando del agua:
Paris en forma de lago,
Rogitama un riachuelo de peces,
Calixto y sus rostros de plata
vaciando sus ojos
en ánforas de pescadores.
Como un espejo con cara de hombre
como un pensador de Rodin sobre el charco
yace Schuaima poblada de ríos.
Allí van los hombres moribundos
a dejar sus recuerdos y sus rostros.
Éste es el arca del olvido
el río en donde la memoria desciende
por entre colinas de sueños
y el hombre se va quedando dormido
mientras el agua le baja los párpados.

 

LOS POBLADORES

Los árboles en Schuaima
son hombres petrificados
que han adoptado el lenguaje de viejas torres de trigo.
Hombres que antes de madera fueron barro
antes de ceniza fuego
y llameaban en la noche
como una caracola de trigo
o una estrella de ramajes y arboladuras.
En mi memoria de extranjero
persiste su posición de Hidalgos
sus rostros de guerreros besados por el sol;
Su postura de arqueros
sobre un rocinante de musgos y de piedras.
Árboles de Schuaima
hombres leñosos que madrugan con su canto de corneja
y se vierten por la llanura
para desperdigar su sombra o su quejido.
Quijotes de talles gráciles
en donde Dulcinea teje una telaraña de invocaciones
mientras el obeso de Sancho
sueña con Barataria
en la curva olorosa del yarumo o del  algarrobo.
Estos;
los árboles de Schuaima
hombres que han preferido vestirse de lluvia;
columnas de hojas secas en las riberas del bosque y del sueño.


Winston Morales Chavarro nació en Neiva, Huila Colombia, en 1969. Ocupó el primer puesto en el Concurso Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 2001. Ha publicado varios los libros de poemas, entre ellos: Aniquirona (1998); La lluvia y el ángel (1999); De regreso a Schuaima (2001);  Memorias de Alexander Brucco (2002); Temps era temps, Bogotá, Altazor editores, 2013 (Poemas en francés); La dulce Aniquirona, Cartagena, Comunicadores Udec, 2015; ¿A dónde van los días transcurridos? Bogotá, Universidad de La Sabana, 2016; Lámpara cifrada, Curtea de Arges, Rumania, Editorial Academia Internacional Oriente-Occidente; El vuelo de los pájaros azules, Poesía, Edición 2018. Recibió, entre otros, el Gran Premio Internacional de Poesía Curtea de Argeș-Rumania, 2018; Premio Excelencia 2018 del Círculo de Periodistas del Huila (CPH). Es Codirector de la revista Índice de Literatura, miembro del Consejo Editorial de la Revista de Literatura Puesto de Combate (Bogotá), Codirector de la Revista Hojas Sueltas (Neiva) y corresponsal de la revista de Literatura Alhucema-España.

Última actualización: 24/11/2021