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Entre el señuelo de las palabras

Entre el señuelo de las palabras

(fragmento final)

De Les Planches courbes. Ives Bonnefoy, 2001. ...O poesía,
No puedo refrenarme de llamarte
Por tu nombre que ya no es amado entre aquellos que hoy vagan
Entre las ruinas de la palabra.
Asumo el riesgo de dirigirme a ti, directamente,
Como en la elocuencia de las épocas
En que eran colgadas, la víspera de los días festivos,
En la más alta columna de las grandes salas,
Guirnaldas de hojas y de frutos.

Yo lo hago, confiando en que la memoria
Enseñando sus palabras sencillas a quienes buscan
Mantener el sentido pese al enigma,
Les hará descifrar, sobre sus grandes páginas,
Tu nombre único y múltiple, donde arderán
En silencio, con un fuego vivo,
Los sarmientos de sus dudas y de sus tristezas.
“Mirad, dirá ella, en el único libro
Que se escribe a través de los siglos, ved crecer
Los signos en las imágenes. Y las montañas
Azulear a lo lejos, para haceros una tierra.
Escuchad la música que dilucida
Con su flauta sabia a propósito de las cosas
El sonido del color en lo que es”.

O poesía,
Yo sé que se te desprecia y niega,
Que se te considera un teatro, incluso una mentira,
Que se te agobia con errores de lenguaje,
Que se tilda de mala el agua que tú aportas
A todos aquellos que sin embargo desean beber
Y decepcionados se desvían, hacia la muerte.

Y es cierto que la noche inflama las palabras,
Vientos voltean sus páginas, fuegos abaten
Sus bestias atemorizadas hasta bajo nuestras pisadas.
Creímos que nos llevaría lejos
El camino que se pierde en la evidencia,
No, las imágenes se colisionan en el agua que asciende,
Su sintaxis es incoherencia, ceniza,
Y pronto incluso ya no hay imágenes,
Libros, grandes cuerpos calurosos del mundo
Para extender de nuestro deseo brazos.

Pero yo sé de idéntica forma que no hay otra estrella
Para andar, misteriosamente, auguralmente,
En el cielo ilusorio de los astros fijos,
Sino tu barca siempre oscura, donde empero se agrupan
Sombras en la proa, e incluso cantan
Como otrora los que llegaban, cuando crecía
Delante de ellos, al final del largo viaje,
La tierra entre la espuma, y brillaba el faro.

Y si permanece
Cosa distinta a un viento, un arrecife, un mar,
Yo sé que tú serás, hasta en la noche,
El ancla lanzada, los pasos indecisos encima de la arena,
Y la madera que se recoge, y la chispa
Bajo las ramas mojadas, y, entre la inquieta
Espera de la llama que duda,
La primera palabra tras el largo silencio,
El fuego primigenio para encender debajo del mundo muerto.

Última actualización: 28/06/2018