Biancamaria Frabotta (Italia, 1946)
Biancamaria Frabotta (Italia, 1946)
Como si el sueño recíprocamente los raptara,
en la oscuridad cruzan los dedos
se rozan con la punta de los pies
y piensan los extremos se tocan
en el corazón de la noche.
Uno de los dos incluso ya sueña por el otro.
Propenso más al contagio que al presagio
se adormece el amor conyugal
de la mano, la cintura ceñida
como para bailar, mientras la otra
vida empuja en las puertas de lo reprimido
y las vence. Ambos del lado izquierdo.
El alba los despierta un poco más hermanos.
*
Mi esposo tiene un corazón generosocomo ese dios que dona el primer verso.
De noche no se tira las frazadas
hacia el pecho ni me pinchan sus pelos
y al despertar quisiera unirse al coro
anónimo que sol y hambre asedian.
Mi esposo desconfía de las horas oscuras
y a su lado siento que me avergüenzo.
Y hasta de avergonzarme me avergüenzo.
Mi esposo desconfía de las cosas oscuras.
Así, por amor de él, cambiaré de estilo
atesorando para él cosas claras.
*
En la promiscua y dulce cárcelnos dividimos el botín todas las noches.
Los días de breve distancia
y no su largo recorrido.
Uno a uno, como las cuentas del rosario
con la negligencia de los eventos.
Aun para nosotros dos, ladronzuelos
de huellas, en la almohada, que es nuestra
de las piedras negras dividamos
el futuro que no es nuestro
con sabia perspicacia
de las venas metálicas
librémosla, de la inicua redada
la seda del capullo.
Días del tiempo, superfluos y absolutos.
*
Tú, a quien los mudos enseñaron a hablara atajar los golpes de los cuerpos inertes
a lanzar desde el muelle de los sueños inciertos
el barquito de los niños de invierno
pecezuelos pescados en el turbio
remolino de un amor inútil
a mantener el juego, eludir el yugo
de nuestros humanos pesos invisibles
tú me enseñaste a hablarle a las paredes.
Anestesia
No sabes lo que dices, alma mía
que ardes dentro de una caja de arena.
Y sin embargo hablas, y haces
como el apuntador turbulento
que deja la reserva del bastidor
y recita en la luz su parlamento.
Traducciones de Martha Canfield