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Clemencia Sánchez (Colombia)

Fotografía tomada de Paraíso Pregario

Por: Clemencia Sánchez

 

Cantinela

La música
es encontrar el silencio.

Es suavizar
los martilleos del zapatero,
su noche solitaria
de clavos y espinas.

Es el vaso de agua
que dejamos en la noche
para los muertos
que regresan
a calmar
su sed de palabras.

La música
es encontrar el silencio
y la infancia perdida.

Es amortiguar
en nuestro corazón
los martilleos
del zapatero.

Es encontrar ese tiempo
que nos precedió,
el de antes de nacer,
el de antes de respirar,
el de antes de ver la luz.

La música
es encontrar el silencio.
 

Fanny Mendelssohn: Canciones sin Palabras para Félix

Querido mío,
son estas las hojas más quietas
que nunca vi,
la mañana más hermosa
dejada en la visión
de mi memoria,
y un tiempo similar
al de mi muerte
que suena
en el callado oficio
de la hierba.

En toda canción
escucho
tus palabras,
las lejanas palabras
de tu amor, ahora
vana melodía
en la sombra
del triste piano
que hay en mis dedos.

Ya no veré más Hamburgo,
dulce hermano,
su brillo que se apaga
en mi corazón
es una calle larga
que se cierra
en la sordina
de mi juventud.

Quise, amado Felix,
que esta música
que regresa de
nuestra infancia,
fuera sólo para ti.
Quise
que cada palabra
de mi vida
fuera como una canción
para tu nombre,
hacer de este silencio
que siempre nos unió,
la boca cerrada
de todas
nuestras muertas
alegrías.

Pero mi canción
fue sólo esto,
dulce hermano,
las hojas más quietas
que nunca vi,
la mañana más hermosa
dejada en la visión
de mi memoria
y un tiempo similar
al de mi muerte
que suena
en el callado oficio
de la hierba.

 


Clemencia Sánchez nació en Itagüí, Colombia en 1.970. Es licenciada en Idiomas de la Universidad de Antioquia. Ganó en 1.998 el premio de poesía Colombo-Cubano Afranio Parra Guzmán con el libro El Velorio de la Amanuense. Sus poemas han aparecido en las revistas Quitasol y Punto Seguido de Medellín. Fue invitada al festival de poesía de Cartagena en 1.998 y ha sido invitada permanente del Encuentro de Mujeres Poetas de Cereté. Hizo parte del Encuentro de Literatura Joven que organizó la corporación Fé de Erratas en 1.998. Según palabras suyas: «¿Cómo se puede empezar por la muerte? Decir El Velorio de la Amanuense en el primer intento poético no parece un buen augurio. Como matar a quien escribe o matar la escritura. Pero, ¿Qué otra cosa es escribir sino reflexionar sobre el dolor? O lo bello, que es lo mismo. Pienso en Rilke, por supuesto, mientras digo esto. Un rosa es lo terrible y lo bello. He aquí mi arte poética. O mi Leiv Motiv: ese ritornelo, la cantinela interior. El tema único sobre el que vuelvo. Escribo para registrar mis encuentros con la belleza. La evidencia de su paso fugaz en la nostalgia de lo visto. O lo soñado. De ahí Venecia, Mersault, Frida Kalho, Sir Gawain, el ángel, el árbol, la princesa y cada una de las imágenes y voces que he traído a mis manos gracias a la intención libertaria de la poesía. La búsqueda de las palabras: sed antigua o anhelo tantálico. ¿Cómo puede el deseo hallar palabras para el consuelo? ¿Cómo se puede hallar la belleza en la revelación de cada palabra? Decir Antes de la Consumación en el segundo intento poético tiene el peso de la sentencia, lapidario como un oráculo. La certeza de saber lo que no será más que en la palabra. Quizá por eso se empieza por la muerte. Por saber que las palabras son mera nostalgia de lo fue una mañana, lo que queda en el aire de un recuerdo, el vestigio de un suspiro. La poesía es leer en el aire la caligrafía de lo invisible.»

Última actualización: 23/11/2021