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A manera de prólogo

Por: Mahmud Darwish

"No creo que haya en el mundo un solo pueblo al que se le pida todos los días que pruebe su identidad como a los árabes. Nadie dice a los griegos: ustedes no son griegos; a los franceses: ustedes no son franceses. Pero el árabe debe presentar permanentemente sus documentos de identidad, porque se busca que dude de sí mismo. Yo no estoy obsesionado por la genealogía ni la parentela. La única identidad que proclamo (...) es "yo soy mi lengua". Ni más ni menos. Y digo que en esta lengua se percibe la vecindad de los romanos, los persas y tantos otros pueblos. Sólo me reconozco en mi lengua, y no estoy preocupado en absoluto por las "diferencias" de raza o sangre. No creo en las razas puras, ni en Oriente Medio ni en otra parte. Al contrario, estoy convencido de que el mestizaje me enriquece y enriquece mi cultura. Es el Otro el que me exige sin cesar que sea un árabe, por supuesto, según su propia definición de arabidad. (...)

"Soy árabe, y mi lengua conoció el mayor florecimiento cuando estuvo abierta a los otros, a la humanidad entera. (...) No existe ghetto en mi identidad. Mi problema reside en lo que el Otro ha decidido escudriñar en mi identidad. Y, sin embargo, yo le digo: esta es mi identidad, compártela conmigo, es lo suficientemente amplia como para acogerte; nosotros, los árabes, solo tuvimos una verdadera civilización cuando salimos de nuestras tiendas para abrirnos a lo múltiple y lo diferente. No soy de los que sufren una crisis de identidad, ni de los que no cesan de preguntarse: ¿quién es árabe? ¿Qué es la nación árabe? Soy árabe porque el árabe es mi lengua, y, en el actual debate, hago una encarnizada defensa de la lengua árabe, no para salvaguardar mi identidad, sino por mi existencia, mi poesía y mi derecho a cantar".

Última actualización: 05/04/2020