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Anna Aguilar-Amat, España

21º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Anna Aguilar-Amat

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 88-89. Julio de 2011.

 

Del libro Carga de color

 

LOS 10 MANDAMIENTOS

 

                                               En lo esencial, no se precisa mucho
                                                           Joan Vinuesa

Un pobre nunca será más solvente que un rico.
Un joven nunca será más sabio que un anciano.
Alguien del sur no será nunca aceptado en sociedad
como alguien del norte.
Un forastero no mandará a un nativo.
Un inculto no escribirá poemas.
Una lengua pequeña no dirá más que una grande.
Una mujer no será más lista que un hombre.
Un negro no será más elegante que un blanco.
Un débil no será más poderoso que un fuerte.

Pero el pobre puede volverse rico,
el joven un día será viejo,
el sureño parirá hijos en el norte y
el forastero se empadronará.
El inculto aprenderá a recitar sus versos,
las lenguas cantarán en los estadios.
Los débiles agudizarán el ingenio.

En cambio una mujer nunca será un hombre.
Y un negro nunca será un blanco.

Dime, amigo mío,
¿es el color de tu corazón como el de un negro?
Entonces sí, se dará el caso,
que yo te podré amar como una mujer.

Del libro Tránsito entre dos vuelos

 

AYER, HOY

 

Si ayer sentí frío no fue a causa del sol turbio,
ni por el viento costanero, descarnado e ignorante como una hoja de periódico,
ni por las nubes de enaguas oscurecidas
que alguien mezcló con la colada de color.
Ayer sentí frío en los ojos
y no era responsable la callejuela de esquinas sucias
ni los tejadillos avergonzados, que con gargoladas turbias
replicaban la historia y todos los festines mundanos.
El frío que tenía ayer no fue por haber perdido
las manos que me cepillaban el alma llena de migas
no era la leña húmeda,
ni era la puerta abierta,
ni era la luna oscura.
Y, sin embargo, este calor que hoy, como un perro que regresa
me calienta el corazón,
es debido al delgado rayo que engulle la ventana
al vals violento del Garbí con las ramas del roble
a la crin de un caballo que cruza el cielo.
Hoy camino por la acera con voces del trópico
como si diese pasos sobre un piano de ladrillos grises
y es porque los sonidos se elevan por la chimenea
y se traducen al nahualt y al wolof  y a las lenguas
que mueren.
Y porque tú estás aquí todavía,
como ayer.

 

Del libro Música y escorbuto

 

PLANTILLAS

 

Éstas ya te quedaron chicas. Las
repaso con los dedos y toco la planta
de tus pies, el negativo de un tiempo en el
que siempre estábamos juntos y los días
que vivirás cuando yo desaparezca. Un futuro
que modela la ortopedia, la gravedad
que te ha hecho caminar extraño a mis
pasos. Pisa con tus pies mis fracasos
como si fuesen peldaños de un saber
antiguo, porque son el baúl que siempre
podrás vender al trajinero que pase.
Di que has perdido la llave, que
te paguen por su peso; si lo encuentran ligero
les dices que son mapas y si lo encuentran
pesado, que son gemas preciosas. Y después
vete lejos, camina hasta las cimas. Regala
una moneda de perdón. Todo lo que des
te llevará más lejos.

Traduciones del Catalán por Concha García

 

Del libro Cartas a otros personajes perseguidos

 

SOL DESPUÉS DEL INVIERNO

(Carta a un amaestrador de lagartijas)

 

Nunca hubiera dicho que un día hablaría con una lagartija.
Y que encima la lagartija me escucharía.
Porque yo creo que me escucha, además de mirarme,
mientras toma el sol después de tantos días de lluvia,
con su cuerpo esbelto y su cara perfilada y sus ojos brillantes.
Me escucha porque le digo que es muy bella (yo creo
que es una chica) y le hablo del cariño que siento hacia
las cosas y hacia ti, y hacia los días de sol que vuelven
tras la nieve y la temperatura que se lleva el mal humor y
la humedad de los rincones. Y ella me observa, calibrando si debe
seguir tomando el sol o escabullirse, si soy una amenaza o sólo
un pobre ser que limpia el polvo y ahora, como ella,
toma el sol después de sacudir el trapo.
De qué dependen los cambios de humor, quisiera preguntarle.
Se ha quedado pensando.
Y al cabo de un ratito, cuando he vuelto, ya no tocaba el sol
sobre la piedra y ella se había marchado.
De que dependen los cambios del clima y porqué el cielo
es tan rojo a esta hora, y cada hora está llena de azules
cuando te siento dentro del mundo y coexistiendo:
yo con mi lagartija, tú, con el resto,
el resto con nosotros, y hoy ha sido otro día
de paz.

 

 

MEDIDAS

(Carta a un top manta que vendía relojes)

Hay dos maneras de combatir

el paso del tiempo. Una
es ignorar hasta el desprecio
su existencia. La medición
maldita, por triunfante, que
fue el error de alguien (toda
mentira es siempre un error).

Otra manera es hacerse con
un bello reloj. Que cuando hay que
mirarlo nos recuerde el olvido,
pero también nos pinte de belleza,
de exactitud constante,
de conciencia de que es la adecuación
lo inadaptado.

Me gustas con reloj porque me gustan más
tus muñecas desnudas.
Me gustan tus muñecas y también
tus tobillos y todo aquello que puede
rodear mi mano. Y por eso deseo lo que
escapa a mi tacto, como el tiempo desea
lo que de mí no toca.

Porque el tiempo no pasa; soy yo, quien
camina y se para, según tu te halles lejos
o más cerca. Que sólo existe el tiempo
cuando muere
en la distancia mínima entre ambos.

 

 

CABOS SUELTOS

(Carta a la mujer de la limpieza de una ferretería céntrica)

No todos tus sentimientos pueden ser compartidos.
Algunos son tan pequeños como una tuerca o una junta
de plástico.
Elementos de unión, aun siendo entes completos
carecen de prestancia, piececillas del alma,
ese engranaje alambicado,
donde las vidas de los antepasados se destilan
en los pequeños gestos,
en los pausados juegos
y en los trucos de magia de la evolución.
En el teatrillo de las leyes físicas
tus sentimientos ruedan
como ingenios mecánicos y sólo
puedes tratar de tornarlos juguetes
para niños posibles, colgarlos de los puestos
la noche fría de Reyes para ser
observados por los rostros extraños que deambulan.
No todos tus sentimientos pueden ser compartidos
con aquellos que amas (porque su amor podría
atragantarse con la tornillería) y entonces
los hechas a rodar por el papel
para ver si así llegan a las ferreterías o
a aquellas mercerías, y si encuentran un
“su lugar propicio” junto a
los sentimientos silenciados de otros y
descansan en las cajitas de arandelas,
de pernos, de botones, de agujas imperdibles o de tafetanes.
La pasamanería del tiempo: sístole, diástole y bypass.
Las letras de canciones donde se encuentran al fin los cabos sueltos.
¿Qué importa si lo nuestro duró sólo dos días,
si diez años después sigue intacto el recuerdo
en tu cajón del corazón y el mío?

 

 

DE CELOS Y CIELOS

(Carta a un ladrón de bicicletas)

 

Cuando me hablas con tono fustigante
de tus celos y cuitas, cuando tu voz
se tiñe con el poso de guerras olvidadas,
mi corazón se encoge y se endurece y
me mudo de casa, me traslado a la gruta,
me convierto en el hueso de mi
melocotón.

Luego pasan las horas o las tardes, y
aunque finjo que vivo, el agrio puño
se endurece en mi pecho y me rompe las sienes.

Tus reproches: las ramas que me hieren los ojos.
En el día la noche se aposenta y susurra
que el amor es mentira.

Y luego, un mediodía,
me llamas con una voz distinta
como si el cielo hubiera llovido en tu sequía y
tus hojas vivieran y me dijeran: verde.

Salgo del seco hueso y el corazón se expande
otra vez como carne y se vuelve poroso a
tu verbo suave.

Tus sílabas resuenan en ecos de dulzura
que silban como aire que acaricia las sábanas
y todo es corazón de la mañana.

Luego, y antes de verte, por un momento dudo
si tu cambio de humor es un cambio de amor
que provocó mi ausencia
o si fue otra presencia quien te hizo recordar
nuestra ternura.

Aparto la pregunta. Y doy gracias por vos.

 

 

RETALES

(Carta para el hombre de paja)

Yo, una mujer con cinco patrias
que convirtió a niños en hombres y a hombres en niños,
escribí todos mis versos de amor para
que mi príncipe azul se enterara de que
todavía no me había localizado.

Es un pena.
Ni todos los hijos del caballo de mar llegan a viejos,
ni todos los escritos llegan a su destinatario.

Y aún os diré más:
Robert Cappa no existió nunca, la foto
del miliciano moribundo era un montaje,
el Beso de Doisneau no era amor
verdadero. Que el amor verdadero es
para el cuerpo y el alma, y la sombra.

¿Opinas que los reyes son unos delincuentes
y me llamas princesa?

¿Y esto del cumpleaños?
Todos los años te pasa una vez.
¿Para qué desear, si no sabes si es bueno?

Y el clima que cambia, y que no ha habido invierno
pero leña un montón.

Que tus metáforas de segundo grado son
como quemaduras.

Júntame el anteayer con el ayer y el hoy con el mañana,
que el vacío de ese vaso no se vuelve a llenar *
si no bebes de nuevo.

Camina despacito. Paso de buey.
Vista de lince. Diente de lobo. Y hacerse el bobo.

 

 

SOBRE LA SOLEDAD

(Carta a un preso estudiante de bachillerato)
Para Jesús Lizano

Sobre la soledad puede decirse que sirve,
entre otras cosas, para escribir poemas.
Es de naturaleza ensimismada y cocina
con pocos ingredientes: básicamente
churros y buñuelos.
Existen subespecies. Se distingue
la soledad estampada de la lisa. La
soledad plisada se alimenta de pinturas
y ciervos
y la lisa de musarañas y sofás. A veces
se la encuentra en las consultas de
los médicos. Tiene laringe, emite un sonido
apagado como manos y periódicos.
Un cacahuete siempre es soledad. Y un
cacahuete sólo detrás de varios libros,
es más que soledad, es extravío. Mi
soledad tiene patas y ombligo. También
principio y fin: cabeza y cola. (Pero
sin tacón alto: ésa se retrasó y
se subió a otro coche). La soledad más
sola es la que ya hemos perdido.
La soledad es un camaleón.
Cuando se vuelve rojo anaranjado,
ya no se llama soledad, se llama Sol.
Y el Sol, ¡qué solo el Sol sin soledad!
Cada día ahí, haciendo compañía!
A veces hay que huir a un lugar como éste
para poder estar solos.

 

 

QUERIDO DIOS

(Carta a un crupier del casino La nube)

 

Querido Dios,
no sé por qué pero te he tomado cariño.
Hoy he roto un vaso sin querer
y lo he barrido
y creo que todo ha quedado limpio.
Hay días en que rompo cosas pequeñas
y días en que rompí cosas grandes y luego
estuve mucho tiempo limpiando.
También hay días en que arreglo cosas
grandes y otros en que arreglo cosas pequeñas.
Hoy he limpiado las piedras que tomé del mar y
están bajo el jabón de mi lavabo.
Y ahora brillan.
Todo se puede ver brillante o se puede ver
mate y, no sé por qué, tú me ayudas a verlo
brillante.
No sé si creo en ti, pero sé cómo llamarte:
tus nombres son bonito, alegre, vivo, fácil.
Para llamarte así hube de conocer lo feo,
lo triste, la muerte y lo difícil.
A veces pienso que no quiero aprender ya
más sobre lo bueno si es mediante
lo malo.
Pero no sé, a veces rompo un vaso y
de los trozos de cristal cuando los barro
sale música y yo creo que eres Tú.
No sé por qué, espero que no te moleste,
que te haya tomado cariño y no quiera
dejarte.

* Malditanerea.com, el secreto de las tortugas.


Anna Aguilar-Amat (Barcelona, 1962) es profesora en el Departamento de Traducción de la UAB. Hecha pública su actividad literaria en Catalán, recibe los galardones Carles Riba 2000 por Trànsit entre dos vols (Tránsito entre dos vuelos), Ed. Proa, 2001; la Englantina de Oro de los Juegos Florales de Barcelona 2000 por Petrolier (Petrolero), Ediciones de la Guerra, Valencia 2003); el premio Màrius Torres de Lleida 2001 por Música i escorbut (Música y escorbuto), Ediciones 62, 2001. Publica posteriormente los libros de poemas Jocs de l'oca (SPUAB, 2006) y Cárrega de color (Meteora, 2011). En 2003 funda y preside la asociación QUARKpoesia (Aula de Poesía de la UAB), así como la colección de poesía Refraccions (Servicio de Publicaciones de la UAB) donde publica las antologías Europa es una mujer -9 poetas d’Europa (2007), Cuánticas! 10 poetas jóvenes en diferencial femenino (2008) y Como cada jueves: Poesía emergente en La habana (2009). A cuatro manos con Francesc Parcerisas publica El placer de la lectura (ed. Síntesis, 2006). Ha sido traducida a más de 11 lenguas.

Última actualización: 11/01/2022