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Viviana Restrepo (Colombia)

Por: Viviana Restrepo

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 88-89. Julio de 2011.

 

EN EL LIBRO LLUEVE

 

En el libro llueve
y no hay rastro de ceniza en el cuerpo.

Dios bendijo tu semilla
para que opacaras mi maldición.

Pronuncia las palabras benditas
y se dibujarán estrías negras
sobre los ojos
y por debajo de la piel
donde no llega aún la sed
ni el agua para saciarla.

Ya no sé qué escribo.

Puedo mirar muchas veces el sol
y no sufrir
porque tengo estrías negras en los ojos
y una sed que no se acaba
ni se sacia
con el agua lluvia del libro.

 

 

REFLEJO

 

Mi oración es una barca:
                                     rema sola en la noche.

Mi susurro es su impulso.

El aliento ya quema

Yo podría dejarte mi canción
si tu corazón fuera un oráculo en medio de las aguas

y ofrendarte mi cuerpo para que no te abandones…

Pero no puedo regresar

soy ceniza.

   

(Sin Título)

a F.

 

Entre tú y yo una ciudad
amurallada por árboles y hombres

entre tú y yo un río

y  tu único amor: el sendero hacia el sur.

 

Hay una voz que canta y no te buscará
porque ahora tu hogar es la huella en el camino.

 

  

RECUERDO

 

Si sólo la sombra de tus ojos fuera un oráculo en medio del mar
las bocas de la tierra no me hubieran tragado.

 

No remes en mis aguas.
No salgas en busca de otras tierras desde esta orilla, no tendrías como sujetarte.

No tengo un puerto seguro.

 

Los cuerpos que se acercan a mi isla mudan de piel y parten a buscar un nuevo rostro.

Un día, un ser que estaba sediento y había venido del desierto, encontró aquí un manantial para su necesidad, se marchó cuando su vasija estuvo rebosante.

Otro que practicaba la magia halló en mí un nuevo truco y salió a mostrárselo al mundo.

Hay un tercero, su arte era contar historias, amaba el vino, la sensualidad y los viajes, vivió aquí lo que dura un eclipse, luego partió a la selva…

Han pasado los años y ninguno de esos espíritus ha regresado, sin embargo tres líneas se dibujan en el horizonte cada que quiero irme.

 

UN CAMINO

 

En la búsqueda del camino

aparece el laberinto de arena,

tu lengua aparta mi pie del sendero.

 

Ahora, el reloj gira
hacia el lado contrario

y la cruz que tengo dibujada
en mi ojo izquierdo
es cada vez más negra.

Yo que amo tanto el fuego
te haces sed de agua para mí.

 

EL OTRO

 

No sabes leer
                    las líneas de mis manos.

Ni pensar mi lengua
                    que arde detrás de mí.

Tu raíz es otra.

Estás al otro lado de la luz.

Tienes un ojo anclado en el rostro

sólo un ojo para ver lo indescifrable

un ojo rojo…

Cómo ver la forma del fuego que has robado
Si tu mano la delineó y no la he visto aún?

 

CONSAGRACIÓN ESCRITA

 

1

 

Que no agonice.

Que no muera
la palabra que aún no pronuncio
que no escribo.

El conjuro rasga el cielo.

Todo deseo emerge
ennegrece en laguna de polvo.

El gemido no pronunciado.

La argolla en pacto de sangre.

El altar interior es preparado
y la única voz me dictará su secreto

detrás de la puerta.

 

 

2

 

Las sortijas de los cuerpos embalsamados
esposan el día y la noche.

El altar es de hueso blanqueado

está dispuesto para recibir
los primeros ojos de la madrugada.

Las alas en el tiempo.

El barro en la escena exacta
de la danza celestial.

Y en los odres viejos
la ceniza de la memoria.

 

 

3

 

El ojo de la noche cubre el bosque; en él
se inscribe nuestro pacto.

La promesa vive en letra grabada.

He visto las sombras de mi infancia
mutar conmigo en la vigilia.

Ah, ¿qué sé yo del abrazo?

                                ¿De la sangre en las bocas?

Escribo sobre trazos ajenos
para rescatar la heredad del alma.

Cederé mis manos
para hablar de la ofrenda.

Primia sangre

Seguiré besando
esta guerra de sangre
hasta descubrir
en el abismo del cuerpo
todos los misterios de la voz.

Esa que grita y calla
esa que aturde el interior de la vigilia
con su profecía
ésa que me convierte en sal.

En hierba amarga.

Aun con un solo pie
besaré una vez más
esta guerra que me produce fiebre
y deseo de parir.
 

 

ARS NOMINI

 

III

Conozco el hambre
desde antes de nacer.

Ella, la que fue y será
desde el vientre hasta la tumba
navega en mi sangre y en mi sed.

El temor a llenarme
punza como aguja.

Amo el vacío
y el desierto para huir.

Ella me persigue.

No huyo del cuerpo.

Atraviesa largos huesos
entra en lo cóncavo y húmedo.

La veo penetrando
y recuerdo la promesa del amado:
que nos haría a todas por igual.
 

 

INGRAVIDEZ

III

¿Qué es la vida
sino sólo huesos?

Morir para después parir.

Pongo en riesgo la respiración
y el último aliento.

Niño, me dueles en la carne
te robas mi sangre y mi calor
estás pegado a mí
como el ancla de un barco
aun así eres marinero
desde antes de la luz.

Tengo la tristeza del abismo.

 

 


Viviana Restrepo  nació en Medellín, en 1985.Ha publicado  el libro de poemas  Lo que dura un eclipse. Poemas suyos han sido publicados en las revistas de poesía Asfódelo, Punto Seguido, Prometeo y Polifonía, de la Universidad Tecnológica de Pereira. Hizo parte de la organización del encuentro anual de poetas de la zona noroccidental de Medellín. Sobre su poesía, expresó Pedro Arturo Estrada: « Para ella la sangre matricial, la sangre sacrificial, la sangre lustral, las distintas sangres que la han marcado hasta hoy se hacen tinta que espera, que comienza a verterse en poesía y a arder más allá del cuerpo y la contingencia de los pasos, siempre inciertos, en esta ciudad y estos días de acoso y desasimiento. Para Viviana, la poesía es gestación de lo universal, carnadura y desgarradura, lenta consagración de la vida que otra vez anhela, ansía el renacimiento, la revelación de lo otro, la manifestación de lo sagrado en el mundo. Por ello, asistimos, se nos ha invitado a ser testigos de ese parto de palabras que desde el más oscuro magma de su ser, nos convoca.»

Última actualización: 27/05/2023