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Jane King, Santa Lucía

22º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Jane King
Traductor: Rafael Patiño Goez

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 91-92. Junio de 2012.

 

La mano de Hopkins nunca estuvo equivocada...

 

Quería escribir poemas que gritaran como una silla amarilla de Van Gogh,
como la vívida tibieza de la levadura entre una bolsa de pan,
como las veces en que el llegar de la medianoche encuentra un cálido amante en la cama,
o restallantes prismas de luz de sol sobre trenzado y reluciente cabello negro
y la repentina corona de palmera que me saluda cuando despierto
puesta como un emblema de verde oro que arde contra el cielo azul.
Para celebrar e integrar lo común. ¿Entonces por qué,
qué poder es el que interviene y hace que la mano segura tiemble?

No es que todo esto pase; incluso la dura tierra tiembla.
En el centro de la sumergida Atlántida las visiones perdurarán.
Es una frustración por todos los pequeños errores.
Yo veo, pero no puedo recrear las imágenes vistas tan intactas.
Yo quería ser capaz de escribir como si Yeats hubiera vuelto otra vez.
En cambio parece que lucho por vivir como la loca Jane.

 

Excusas por la forma


Este poema es demasiado grande para mí. Debiera
también confesarlo antes de empezar. Los versos
no toman la forma apropiada. La luz
que quema mi corazón es una maldición tan

caliente como carbones que han formado una cubierta de
ceniza por encima de modo que no puedes ver el resplandor hasta
que no los has removido. Fuera de ese amor caliente
como yambos y rimas que corren enloquecidamente. Mi voluntad

incapaz de dar forma a cualquier cosa que no sea
pentámetro. Incluso cuando traté de desarmar
los ritmos y rimas, los versos se torcían
e iban cascabeleando como un dolor de migraña asegurado.

Detrás de la piel mental de delgadas paredes que construimos
para desterrar imágenes en una noche de terror
¿tienes tú conciencia si estás siendo parido o asesinado?
Todo cuanto puedo hacer es advertir: careciendo de la forma

adecuada, todo el oscuro mar vendrá rompiendo tu dique,
en esa oscuridad de demonios y ángeles entrelazado.
La forma es una manera de conservar un diminuto “yo soy”
manteniendo las malignas formas detrás de tu mente.

 

Idéntico circo, segundo año


La pista dorada, sillas de terciopelo rojo
el polvo, la oscuridad, la noche
Mikel a los dos años está todavía fascinado por la misteriosa luz del circo
La mayor de las bailarinas, balanceándose sobre los balones
está a medio camino de la rampa empinada
cuando de súbito cae
y es atrapada por hombres locales contratados en gastadas telas de terciopelo
no es cosa preparada, ni es graciosa

su rostro una máscara de miedo
magnificencia de su cinturón ornado
atavío preciso que no puede esconder
la grasa de ballena de su trasero

Tres patos, blancos alguna vez, están apretujados entre
una jaula de fangoso piso
los párvulos gravitan hacia ellos
Mikel pregunta para qué son

para poner los huevos que alimenten las serpientes
¿Y para qué son las serpientes?
Para meter sus cabezas en la boca de una dama…

¿Entonces para qué es la dama?

Oh, estamos temerosos, estamos cansados
estamos hambrientos, asqueados y doloridos
y la multitud siempre pide más
siempre
la multitud pide
más

 

Momentos


Siempre son momentos vislumbrados mientras se viaja al pasado.
Una umbrosa colina bajo un cielo amarillo pálido.
Una estremecida sensación de paz. Ella no perdura.

Humo indulgente deriva lentamente, visto a través del cristal
y neblinosas sábanas de plateada lluvia pasan.
Siempre son momentos vislumbrados mientras se viaja al pasado.

Una multitud de mercado atestado - colores, estridencia, premura -
la visión se evapora sin un suspiro.
Una estremecida sensación de paz. Ella no perdura.

Un pálido sol cuelga sobre un mástil ennegrecido
un horror al que el ser mismo morirá.
Siempre son momentos vislumbrados mientras se viaja al pasado.

Un sol naranja y estanques púrpura-plateados yacen
sobre reluciente asfalto. Una sensación de uno, no de yo.
Una estremecida sensación de paz. Ella no perdura.

Una sensación de hogar, de paz. Manejando demasiado rápido
buscando perder una sensación de naufragar junto a...
Siempre son momentos vislumbrados mientras se viaja al pasado.
Una estremecida sensación de paz. Ella no perdura.

 

Lluvia adecuada


¿Me dices por favor que este cuarto está vacío?
Miénteme – dime que no he dejado nada de mi vida
aquí donde obstinadamente empaco para el avión.
Todos mis recién-descubiertos-amigos-de-toda la vida,
¿Pueden acordarme que la música nunca termina?
¿Que aunque nosotros sí perdemos algo de nuestra vida
Seguimos adelante tomando lo que hemos ganado?
Aunque con tristeza. Sintiendo vacío,
en esta lluvia adecuada.


Fotografía Nidia NaranjoJane King  Nació en Castries en 1952. Poeta y profesora universitaria. También es actriz y directora de teatro, cofundadora del St. Lucia’s Lighthouse Theatre. Ha publicado dos libros de poesía: Into the Centre, 1993 y Fellow Traveller (1994, ganador del Commonwealth Writers Prize y del James Rodway Memorial Prize). Sus poemas se caracterizan por su humor irónico y por tratar la cuestión del papel de la imaginación creadora en las sociedades del Caribe. Sobre su apreciación de la poesía, manifiesta: “...Cuando cada uno de nosotros llegó a apreciar la poesía, cualquiera que fuera el nivel de nuestra comprensión, debe haber sido un día en el que escuchamos o leímos algo y pensamos: Oh, sí, eso es exactamente lo que siento. La precisión con la que el poeta puede afirmar lo común es quizás la razón más importante de la popularidad de la poesía y de su perdurabilidad. Después de todo, aunque nacimiento, amor, pérdida y muerte son muy importantes para cada uno de nosotros, son esencialmente acontecimientos comunes.


“Para el poeta, la producción de poesía requiere algo especial. Para mí, supone encontrar una manera de profundizar en mi subconsciente y me permito compartir las pepitas de oro que puedo encontrar allí. Y hay veces en que me parece que esto es abominable auto-indulgencia. Lo único que salva de ser absurdo es la creencia a la que me aferro a pesar de la creciente evidencia de lo contrario, que somos más semejantes que diferentes. Que si puedo llegar lo suficientemente profundo, puedo llegar a ese nivel que Jung llama el inconsciente colectivo, y que las pepitas de oro que pueda extraer van a resonar con otras personas”.

Última actualización: 22/11/2021