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Luis Arturo Restrepo

-1983-

Nació en Medellín, Colombia, en 1983. Es poeta y profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Apuesta de cenizas (Tragaluz Editores, 2010); Dos poetas colombianos que contiene su libro Réquiem por Tarkovski, (en coedición del Ministerio de Cultura de Colombia y Sílaba Editores, incluye también un libro del poeta Óscar Hernández, 2012); En el fuego, la mirada (Sílaba Editores, 2014); Sucia luz (Sílaba Editores, 2018); No voy a demorarme en el incendio. Antología poética (La Bisagra Ediciones, 2019); Lo que calla y tiembla (2021) y Morder piedras (Sílaba Editores, 2022). Ganó las becas a la Creación Artística Ciudad de Medellín, en la modalidad Poesía, en el año 2009 y 2013. Con su libro Réquiem por Tarkovski, participó en el 21º Festival Internacional de Poesía de Medellín como ganador del Primer Premio de Poesía Joven, convocado por la Revista Prometeo. 

-Poemas Prometeo #88-89

Esta es una muestra de sus poemas:

*

nos han bautizado como a buenos cristianos
pensaron que el agua era suficiente  
sin embargo
(estudios científicos aseguran que el agua bendita tiene mierda)
aquí estamos 
erguidos
no empuñamos armas
sólo odio contra las armas
Sin manos abrazamos a dios 
retorcidos de espanto ante su carne gelatinosa
Al final nos dimos cuenta
no  eran estatuas las que lloraban de pie en cada procesión 
eran madres que se asomaban al cielo acorraladas 
buscando las falanges trozadas de sus hijos 
La confusión nos viene de adentro    
del pedernal y del yodo
de la ceniza que levita sobre la camilla vacía
de las carabelas que a golpes de hachas y cruces
hiriendo el oro de las orillas 
abrieron los surcos de nuestra decadencia 
La rabia infinita

*

y ahora nos dicen que esto no es nuestro 
que el hueco que habitamos tampoco era nuestro 
que los huesos ahí dejados 
entre botas militares prestadas para la ocasión 
sacos de harina uñas cuencas y cal
todos 
van a dar a otro lote 
con códigos nuevos números de la infamia insignias en la solapa 
barras soles cifras  
porque ahora resulta que la verdad a medias es ley 
que la palabra moribunda es reina 
que la memoria bendice las condenas 
y los asesinos posan 
pulcros                                  para la foto 
 

*

me aviento al río y 
busco la corriente más fuerte
no el fondo sino la huida 
la voz que brama en la primera persona
y la que aborrece el plural
yo otros yo nosotros yo ustedes yo ellos 
yo que sube y baja tumbando dientes astillando huesos
la cobarde confluencia en que el tufo se funde
yo el cobarde
yo el hijo del miedo
yo la patria y la bandera quemada
yo la tierra
yo el hermano parco  
yo el padre                                                    La  ofrenda y el sacrificio 

a quién le importa el yo sólo la vanidad altera el yo 
la impostura viene después 
el artificio y las palabras que copulan por vicio 
y miserables hacen fila en el atrio atiborrado de espejos
porque dios es cualquiera 
y el milagro se redime con los puntos de compras pasadas  
nunca creer el aplauso
mucho menos el cortejo de abrazos la tribuna del ego

*

una palabra pugna por salir
patea la lengua

en el límite se detiene se atora 

salir a qué decir cómo 

el sol insular 
el filo amellado en la piedra 

es fácil crear la belleza con artificios de vanidad 

cómo decir la realidad sin que suene vana 
cómo decir el declive la caída la sonrisa turbia por la pólvora
rayar a martillazos las paredes hasta que la sangre se imponga 
decir las palabras malgastadas desde las tribunas de palacio 
acompañar la sombra componer los esqueletos 
bendecir los cuerpos 
el asfalto los ríos turbios 

hay que insistir                 
en la rabia 
la precariedad                del imposible decir    
la nunca comunicada impotencia 

patear la palabra obligarla a salir reñir 
por ella y contra ella 
sabiendo que la pelea es pérdida desasimiento
quemar las naves arrasar los campos demoler las ciudades 
la agonía se impone como si fuera esta 
nuestra última hora sobre la tierra
                                                              (cerdo)
tras el sacrificio 
el cebo del animal se sostiene en la cavidad 
abarca un tramo espeso que va de la costilla 
inferior 
a la vértebra que mantiene atada 
la cabeza

nadie nos dijo de su precaria duración 
de las moscas recorriendo la lengua 
y los dientes
ahí expuestos 
sin la risa de la mañana 
ahora sin expresión alguna
en la luz esquiva que roba su sombra
para siempre  

nadie nos pidió apartar la vista 
antes 
del primer golpe del hacha

desde ese momento dormimos con el eco 
que rompe 
sin compasión 
la sangre de nuestro sueño  

*

nuevamente la poesía
la imposibilidad de ella 
una palabra más y otra vez la evasión 
su inaplazable madurez 

de nuevo también el taladro dos pisos por debajo
el pequeño temblor en los pies 
la vibración que rompe la pared y el suelo 
el hartazgo en los oídos 
la disonancia del acero sobre el cemento

de nuevo también el helicóptero 
el maldito helicóptero de la policía 
con sus luces y parlantes
rompiendo la noche y el día 
esta calma incierta 
que se quiebra con el más mínimo ronquido

         De Morder piedras