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Hubert Matiúwaà

-1986-

(Hubert Martínez Calleja), nació en México en 1986.  Pertenece a la Nación Mè'phàà. Estudió la licenciatura en Filosofía y Letras (UAGro) y la maestría en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, actualmente es estudiante de doctorado en Letras Mexicanas, por la misma institución. Sus líneas de investigación abarcan la literatura, la filosofía y la historia de las ideas de los pueblos originarios del Abya Yala.  En 2016 obtuvo el “Primer Premio en Lenguas Originarias Cenzontle”, en 2017 el “V Premio de Literaturas Indígenas de América” y el “Premio Estatal de Poesía Joven del Estado de Guerrero”, en 2021 el “PEN Translates Award” para traducción de obra al inglés, con el libro The Dogs Dreamt/Niguʼndáa xùwaʼ, en 2022 el “Prince Claus Seed Award y el “Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michelena”. 

En 2015 y 2018 obtuvo el Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero. En 2017 y 2019 fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en 2022 obtuvo la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) y la “Beca NDN Radical Imagination.”

Ha publicado los libros, Xtámbaa/Piel de Tierra (2016), Tsína rí nàyaxà'/ Cicatriz que te mira (2018), Las Sombrereras de Tsítsídiín (2018), Mañuwìín/Cordel Torcido (2018), Mbo Xtá rídà/ Gente piel/Skin People (2020), Adà Bègò tsí nàndà' à ru'wa/Poeta Rayo (2020), Xùkú xùwàá/Entre escarabajos (2021), Túngaa Indìí/Comisario Jaguar/ Jaguar Commissioner (2021), Ru’wa ginii/ First Rain (2021), Xó nònè jùmà xàbò mè phàà/ El cómo del filosofar de la gente piel (2022).También es creador de “Gusanos de la Memoria”, proyecto cultural en el que colabora con otros artistas e investigadores.

Esta es una muestra de sus poemas:

El primer abogado 

I

El problema tenía sus muertos,
mucho maltrato por no hablar el idioma,
siempre había alguna razón
para quitarnos pedazo a pedazo nuestra montaña,
decían:
—Debíamos
dejar el ojo de Màthayúwàá (1),
y el filo que madura las nubes.

El papel lleno de hormigas
traía cuenta de eso.
     Estabas en edad de irte,
llenaron tu morral del cangrejo
con polvo de maíz,
totopos y sal de piedra,
te dijeron: —Ahí vuelve,
cuando sepas de leyes.

1.  Zilacayota, pueblo “río de la guía de calabaza”. Todas las personas que nacen en ese territorio usan el gentilicio mbo Màthayúwàá/gente de la calabaza. Deriva de una historia fundacional, un río donde nació la guía de la calabaza que a su vez dio origen a la casa de trabajo-gu’wá ñajún, la casa de gobierno. A partir de ella se fundamenta la política que permite guiar a la comunidad.

III

Los pueblos aledaños
conocerán nuestra fuerza,
los na savi (2) se medirán
con el fuego de nuestras velas.
En la noche
las mujeres lucieron coloridos vestidos,
los hombres desempolvaron sus sombreros
y afilaron los machetes
para que sintieras orgullo
y supieras que tú, eres nosotros.

2.  Gente de la lluvia (mixtecos).

IV

Creció mi anhelo,
harto de dormir en el monte,
de que hombres encapuchados
entren a patear cazuelas,
alborotar el fuego
y llevarse a los guajolotes.

Imaginé nunca más escucharía
al miedo morderme
ni piel arrugarse entre las espinas,
en la maltrecha huida.

Esa noche
te llevé un racimo de luciérnagas,
que otros como yo, habíamos juntado
para el día de tu regreso.

V

Los principales te fueron a ver,
no quisiste atenderlos,
ni siquiera asomarte
por los linderos de la puerta
donde te esperaban.

Dijeron, es por la cruda,
quizá se habían excedido en la fiesta
y sintieron pena,
esperaron unos días,
seguías igual,
les abrías el paso
como si no estuvieran en tu camino.

VI

Pensaron,
el estudio te había costado mucho
y debían pagarte de alguna manera,
te llevaron huevos, gallinas y chivos,
al principio decías que sí resolverías
pero luego no.

Tu gente,
como suele ser en esta tierra,
no se doblegó,
creyó que algún espíritu se apoderó de tu cuerpo.
Rezaron a los montes, a los ríos,
     y en el cántaro
llamaron a tu alma
perdida en los senderos.

VII

Se convocó a los viejos
para saber qué pasaba contigo,
porque ni los cerros
ni los ocotes derramados de sangre
podían recobrar tu ánima,
uno dijo:
—Nuestro hijo salió mal,
se lo robó el diablo.

Volvimos a perder la esperanza
hasta que salió otro,
después de un tiempo,
hizo lo mismo y otros le siguieron.

Dijeron: —Nadie más vaya,
porque cambian y no nos quieren.
Por eso,
nosotros no pudimos salir a estudiar,
quienes lo lograron
hace tiempo que andan fuera
y nomás no regresan.

II

En la tarde de tu regreso
todos bebieron,
mataron reses
que a reatazos bajaron de las colonias,
decían:
—Llegó nuestro hijo,
el primer licenciado.
Para coronarte no valía el título
sino el apoyo que te daban.

Se iba a arreglar el viejo problema de la tierra,
valieron la pena tantos muertos
que se echaron en las cañadas
para retoñar raíces bajo las piedras.