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Khalid Raissouni

-1965-

Nació en Marruecos en 1965. Ha publicado los libros de poemas: Semillas del silencio, de la piedra y el grito, 2002; Más allá del olvido, 2005; y Libro de los secretos, 2017. Pertenece a la Unión de Escritores de Marruecos. Es Licenciado en Literatura Árabe y Profesor de Cultura y Lengua Árabe.

Su poesía se entrelaza con la mística sufí. Ha sido arrestado en numerosas ocasiones por su compromiso social y político. Distinguido hispanista, ha traducido al árabe, entre otros, a Antonio Machado, Federico García Lorca Rafael Alberti, Juan Gelman, Antonio Gamoneda y Andrés Sánchez Robaina y tradujo al español al gran poeta sirio Adonis. Obtuvo el Premio Rafael Alberti de Poesía de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Marruecos, 2003, y el Premio Internacional de Literatura Árabe Ibn Arabi 2017. Pertenece al Comité Coordinador del Movimiento Poético Mundial.

Esta es una muestra de sus poemas:

Secretos de la hemorragia

Como las iluminaciones de unas imperceptibles velas
en los íntimos espejos del ocaso 
y como las huellas de una inscripción sobre la piedra
la música teje oscuros ritmos 
la tristeza de las almas fragmentadas en capítulos
y el viento como los cascos de unos caballos derrotados
con vergüenza conquista los espacios del pecado
Cuenta los ebrios alientos del tiempo
fluye como los granos de arena  en una anticuada clepsidra
y extingue las células de la memoria
se sumerge en el bullicio del vino
o en la oscuridad de un pozo lleno de fantasmas
 y el silencio establece su extensión
para una blancura escurridiza 
que distrae los campos, las sombras y los árboles
y se vierte desde los cielos como un ciego diluvio
igual que el rostro de la muerte
cuando su guadaña te tiende la mano
temblando en la oscuridad de un alarmante laberinto
Impulsada por la mano del tiempo
contra las ciudades de la luz
y baña con la sangre el espejismo de nuestros sueños,
el infierno de las copas y los manifiestos
y la agonía del vacío
Los cuentos de la hemorragia son el secreto de los secretos
y máscaras del vértigo fulminante
la reconciliación un vuelo exhausto
una carrera desesperada de tanto apresurarse
en los pasillos y los pasos fronterizos cerrados,
el grito de los mártires una muleta
y un guía de los muertos y de las ciegas
para los secretos del otoño. 
Estos pies cansados
un eco perplejo de una afectuosa caída  
en el infierno de la ausencia y en los ríos del fuego.
Los tambores del asombro despertarán
las farolas de los inicios,
y de vez en cuando
iluminarán
las coronas de algunos dioses de niebla
para despertar en los ojos de los niños
el centelleo de un sueño fugitivo.

Aquí están los cortejos habitados por las pesadillas del espejismo vagan 
se levantan de los epigramas errantes
son ecos de un alboroto hundido
que nombra las estatuas tinta de la clarividencia
y asedia el esplendor de la Historia, revocándola
malhiriendo el cuerpo del derrotado a despecho de los indefensos
y declara tiempos de una bendita tregua.

Oh labios mudos
Oh aullidos del cielo invisible
Oh alas de la oscuridad
agitándose en las melodías de una mítica aurora
ahora las pesadillas dispuestas de
abandonar mi insomne almohada
abre el ojo sobre el silencio
epopeya sin estíos y sin dioses
asediando los secretos prohibidos del día 
Que sea el peso de los días un vino del atardecer
porque las sombras de la insolencia
nunca ocultarán el sol la verdad con el tamiz.

Secretos del infierno

Las letras son lanzas
y la blancura, cima de la ceguera 
He aquí los días que exaltan los secretos del infierno
usan las metáforas como máscaras
para entretener al desconocido
y yo contemplo el alfabeto
y sólo veo al que se conoce
multitudes de cuerpos desgarrados
cuerpos que el olvido no engaña
cuyas sollozantes voces se desvanecen
en los tormentos de esta noche eterna
voces nómadas hacia el ocaso
que abandonan lo más oculto de la luz en mi lengua
Y negocian por los saldos en los bancos

Veo mi alma volando las ruinas
y veo mis sueños reprimidos que me abandonan
                            vestidos de negro
y veo colas de mártires descender al infierno
Veo mendigos
en los portales de los gobernantes pidiendo el indulto
y un poco de ingesta
Veo mi tiempo indefenso amontonándose como ceniza
Oigo la llamada del cuerpo que sorprende la oscuridad de lo imposible
Siento mis pasos
me reprimen las tristezas, las palabras y los deseos
y mis pies no encuentran ningún sendero que los condujera hacia su fin
No hay sombra donde pueda refugiarme del poderío de engaño
y de la oscuridad de una patria que ejerce el papel del misericordioso asesino
cuando nos despoja de nuestra austera sabiduría
Me dijo ídolo: Tu edad es un espejismo y tus rencores no tienen fin
Dije: Ven conmigo, edad florecida
para que conversemos con la crueldad de este silencio
Tal vez el silencio recupere el destello después del crepúsculo
y devuelva el firmamento de las estrellas errantes