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Carolina Cárdenas

-1984-

Nació en Bogotá, Colombia, el 8 de mayo de 1982. Es poeta, narradora, pintora, dibujante (ilustradora de algunos de sus cuentos), columnista, docente y editora colombiana. Licenciada en Humanidades con énfasis en Lengua Castellana. Postgrado en Creación narrativa de la Universidad Central. Su obra Caen cenizas sobre la ciudad, fue publicada en 2021. Finalista en el Concurso de poesía Nueve editores con la obra Después de la nada, 2021. Premio Internacional de Poesía, Rostros para autores con un rostro. Accésit, con las obras Ninguna tierra me habita y sin embargo soy, 2018. Ganó el concurso de cuento Estímulos a la Creación Artística con el libro Parajes inesperados. Ganó el segundo puesto en el II Concurso Nacional de cuento El Túnel (2011) con A la deriva. Finalista en el Concurso Nacional de Cuento La Cueva con Mañana será otro día (2012). Publicó Somos náufragos (2013). Actualmente, columnista de un blog en El Tiempo, periódico de Colombia y colaboradora del Portal Cultural Quira medios.

Esta es una muestra de sus poemas:

No los recuerdan

                      A los desplazados

Gritan en una lejanía en que pierden la voz,
que están solos, no los recuerdan ni mencionan,
los desprecian.
Errantes corren las calles
intentando alcanzar el sol,
todo se desvanece en el silencio
de los sueños.
Aunque gritan son mudos,
nadie los nombra.
Olvidados, resignados
al precipicio.
Son destinos quebrados,
se preguntan por sus raíces,
que se han desvanecido
entre el camino
a otras tierras y la procesión
que deviene de su mundo.
Ese peregrinar ha desaparecido
entre los rastros de sus nombres.

Única verdad

        A los hambrientos

Son tantos y tantos,
sus vidas se dispersan por el mundo como única verdad.
Sólo nos queda inventar y rezarle al dios de los pobres.
Arrodillarnos y pedir por aquellos nacidos en tiempos inciertos,
rogarle que desaparezcan los gritos de madrugada,
y decirle que ignoramos cómo los días de esos hombres sean otros.

Que desconocemos de dónde nacen los gemidos,
cómo acallar tanto corazón roto
y que solemos aturdirnos cuando en la mañana
nos volvemos a encontrar con el mismo golpe en el pecho,
con la repetición de destinos imposibles.
Y esas insistentes luchas de ellos por ser otros
cuando se han acostado siendo los mismos.

Los invisibles

Al pueblo
Nadie nos dijo que las puertas están cerradas
y no existimos.
Que ni los gritos nos salvan.
Entonces no somos un nombre sino un número
por nadie recordado.

Que nuestras casas están incendiadas,
nuestras luchas son ilegitimas,
y nos tendemos sobre una mentira.

Sabemos que sólo el azar es una respuesta,
un camino para escapar del hambre,
de lo inasible de ser.
Aunque no nos falte el pan en la mesa
seguiremos siendo parias, los intocables.
La inscripción a la pobreza
la llevamos en el rostro, en la palabra
y en el nombre.
Pobreza va más allá de tener o saber,
es la manera como nombramos el mundo,
la insistencia de ser grito desgarrado,
la lejanía a la gracia y la cercanía al sacrificio.

Bogotá, 20 de agosto de 2020

El fanático el exiliado los campesinos todas las muertes me transitan
en este tiempo soy solo eso afuera el mundo se ha hecho rojo es una
mosca monstruosa vuela sobre mi cuerpo de cemento una palpitación se
oye en la piel de la ciudad que se une a la mía del abismo-estómago de
las calles sale un grito torturador en un árbol brotan nidos muertos que
se precipitan a un espacio vacío ningún habitante del mundo podrá decir
que no ha padecido locura en medio de una tierra infestado de insectos

en el silencio-nada un copetón se balancea en una rama de metal que
tiene por hojas almanaques de Bristol derretidos por el sol y
desvanecidos por la lluvia

existe una nada que consume lo que va tocando
una nada